Salma Hayek prefería morir por COVID-19 en su mansión de Londres que ir al hospital, aún cuando no podía respirar
La actriz mexicana no había querido admitir que había dado positivo a coronavirus, hasta hoy y lamentablemente a la fecha sigue sin recuperarse del todo
Hasta ahora Salma Hayek no había querido desvelar que contrajo el coronavirus el año pasado y tuvo que pasar siete semanas aislada en una habitación de su casa de Londres para no contagiar a su marido François-Henri Pinault y a su hija de 13 años, Valentina.
Hayek experimentó síntomas muy fuertes y, en un momento dado, tuvo que administrársele oxígeno debido a lo mucho que le costaba respirar. Aunque su situación empeoró tanto que llegó a temerse por su vida, ella se negó en todo momento a que la ingresaran.
“Mi médico me rogó que fuera al hospital porque estaba muy mal. Le dije: ‘No, gracias. Prefiero morir en casa“, ha desvelado la actriz en una entrevista concedida a la revista Variety, en la que también explica que en la actualidad aún no ha recuperado su energía habitual.
A lo largo de su lucha contra el COVID-19, Salma Hayek no pudo ver a nadie y tuvo por toda compañía al búho de color blanco llamado Kering -en honor al imperio de su esposo– al que rescató tras ver un anuncio que buscaba familias de acogida para estos animales.
No cuesta demasiado imaginar que fue en ese período de tiempo cuando se volvieron inseparables y, desde entonces, el pájaro duerme en la misma habitación que Salma cada vez que François-Henri Pinault se encuentra de viaje.
Sobre la enfermedad la mexicana también reveló que aún no se ha recuperado del todo. Aún cuando ya regresó al trabajo, sus fuerzas aún no las ha recuperado del todo.