Ya que estamos tan bueno, vámonos pa’ otro lado
Un Hasta Siempre a la memoria del Doctor Herman Moreno, de mi suegro Leonardo Cano, del primo Helbert Cortés y, en fin, de los amigos y familiares fallecidos en esta oscura y triste época. Y a la memoria de las víctimas del Terrorismo de Estado en Colombia. A todas y a todos: No les olvidaremos.
¿Qué puede explicar esta partida?
Cuando uno de los engranajes del Deus ex Machina deja de funcionar, el andamiaje de la vida se detiene. El recurso literario no es suficiente para evitar una partida, muchas partidas. Sólo nos queda imaginar al científico loco, al poeta, como aquel hijo de Apolo, escabullido para hacerle trucos al Caronte que vigila, y así poder robarle los versos que Lezama Lima dejó, por olvido, en su barca.
Me acompaña Mahler y su quinta sinfonía, la misma que quizás te alumbre parte de tu nuevo sendero; la continuación será iluminada por tu propio brillo. Brillo de hombre-entendido de las artes y los más profundos impulsos humanos, que con liviandad elemental nos compartiste. Brillo de hombre, de muchacho del Cuba, de Pereira, de Santa Rosa, de Dosquebradas, así como de la Bogotá, de la plaza del Che o del hospital donde salvaste algún ingrato expresidente. Poeta whitmaniano y seductor, universal, neoyorquino de mochila arhuaca y sombrero otavaleño. Maestro de generaciones que caminaste en hombros de gigantes, para entregarte a cada paso en el amor, el conocimiento y la solidaridad. Agricultor impaciente y barroco de paisajes Putumayos, de barros y siluetas precolombinas. Rimador de la mejor bucólica biofísica, de estruendosas odas y de misteriosos receptores, nimios canales y neuro-transmisores; bajo la influencia risueña de una copa de Chateau Margaux en un café de las afueras de París, dirán que te vieron sostener algún Barolo de medio pelo en una plaza de San Petesburgo. Compartiendo, sin temores, cual Prometeo, el fuego de los íntimos secretos de la naturaleza humana… y de los calamares. No es una figura. Es cuestión de sinapsis.
¿A cuál de tus experimentos pertenece este nuevo discurso?
Doctor, “sálvate a ti mismo” gritamos en silencio quienes disfrutamos de tu compañía y hoy, a pesar de los insultos, te echamos de menos, insistiendo en encontrarnos, sin saber de tus penurias y “adelantar cuadernos”; a devolver los zapatos que no eran propios o a jugar sin trampas, un partido de tenis. Gracias por tu generosidad con el mundo. Saludos a nuestros comunes y saludables.
Faltan muchos diccionarios para hacer tu memoria, algunos no se han escrito, pero ya llegarán todas las irreverencias para celebrarte, compañero. Ya vendrá la poesía, la pintura, el teatro y de pronto una caricatura de Naide. Asegúrate que lleves el carné de tu juventud cortada, en el bolsillo de atrás, el del pañuelo rojo y la peinilla negra, el de los cocteles de congresos, de las clases, de las conferencias, de los posters, y de los interminables turnos.
Ya no hay bíper, recetas telefónicas ni visitas a deshoras. Como solías decir, te has ido ‘para otro lugar, ahora que estábamos tan bueno’, si es que se puede afirmar tal vulgaridad. Ojalá esa paz te inspire y nos provoque nuevos versos, ensayos, cuentos; ojalá entonces, en ese nuevo espacio, se te ocurra una nueva ‘grant’ para incidir en los cambios que tanto necesita esta especie, olvidada por la mano de su creador.
En este punto se oye de nuevo el engranaje de la máquina seguir su curso. Escucho gritos de padres buscando a sus hijos entre las víctimas.
¡Hombre de tanta miel y tan poca mesura!
Aquí termina la sinfonía de Mahler. De ahora en adelante, vamos por cuenta propia. ¡Malparidos!
Cual Orfeo triunfante, y sin propina, Herman Moreno canta con su estacato inconfundible.
Aquí termino, por pudor. El resto es poesía. Perdón, Herman, hermano, pero es que yo no sabía.
Sobre el autor
Ramiro Antonio Sandoval es dramaturgo y director teatral. También es consejero de paz por la Nación en el exterior— Américas, ante el Consejo Nacional de Paz, Reconciliación y Convivencia de Colombia.