Alimentos ultraprocesados: por qué generan una adicción tan fuerte

No es ningún secreto decir que la forma en que los alimentos ultraprocesados ​​pueden afectar el cerebro y la salud. Diversos estudios han comprobado que los cambios cerebrales causados ​​por una dieta rica en estos alimentos los hace altamente adictivos y puede dificultar su reducción, especialmente en las personas más jóvenes

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Crédito: Shutterstock

A estas alturas todos sabemos las devastadoras consecuencias de una dieta rica en alimentos ultraprocesados. Es bien sabido que se trata de productos industriales que sufren de alteraciones para alargar su tiempo de vida, mejorar su conservación y mejorar sus cualidades, esto los hace increíblemente calóricos. Además son ricos en azúcares añadidos, harinas refinadas, grasas saturadas y trans, sodio, conservadores y aditivos. Si bien se relacionan activamente con un mayor riesgo de desarrollar diabetes, obesidad, afecciones cardiovasculares, hipertensión, cáncer y otras enfermedades crónicas.También se ha comprobado que este tipo de alimentos generan cambios cerebrales y es por ello que son considerados altamente adictivos y de hecho entre más se consuman será cada vez más difícil reducir su consumo, especialmente en las personas más jóvenes.

Si bien, es innegable decir que existen numerosas preocupaciones entorno a un alto consumo de alimentos procesados. Una de las más particulares se relaciona con la liberación en el cerebro de un neurotransmisor llamado dopamina, responsable de crear la sensación de placer. Lo ciertamente alarmante, es que el cerebro registra todo el placer de la misma manera; su respuesta es la misma ante sustancias estimulantes como las drogas, el alcohol, la diversión, las experiencias positivas, la excitación y claro, la comida. Recientemente la reconocida neurocientífica Nora Volkow, declaró que este mecanismo se relaciona directamente con nuestro instinto básico de supervivencia: “Durante la mayor parte de la evolución, la comida era escasa”, los antiguos humanos necesitaban de esta motivación para sobrevivir.

Si bien, los altos niveles de liberación de dopamina de los alimentos son más bajos y su velocidad es más lenta que con muchas sustancias adictivas conocidas (como las drogas, el café y el alcohol). No quiere decir que los alimentos sean menos adictivos que estas sustancias, sobre todo teniendo en cuenta que su accesibilidad, conveniencia y bajo costo hacen que sea difícil evitarlos.

De manera específica las investigaciones recientes muestran que algunos alimentos, en particular aquellos que son ricos en grasas y azúcares (como la mayoría de los ultraprocesados), estimulan una mayor sensación de recompensa que otros. De acuerdo con las declaraciones de Douglas Lisle, psicólogo especializado en el estudio del cerebro, esto puede conducir a una “trampa del placer dietético”. Y la razón son los instintos biológicos humanos que nos invitan a “buscar el mayor placer con el menor dolor y esfuerzo posible”.

La dopamina también puede interactuar con un importante neurotransmisor llamado glutamato. Es el principal mediador de la información sensorial, motora, cognitiva, emocional e interviene en la formación de memorias y en su recuperación, estando presente en el 80-90% de sinapsis del cerebro.

Se cuenta con una referencia bastante interesante al respecto, un trabajo documental de la BBC encabezado por el Dr. Chris van Tulleken, quien se dio a la tarea de comer un 80% de alimentos ultraprocesados ​​durante un mes ¿Te parece exagerado? No lo es, de acuerdo con la investigación es el mismo porcentaje que consume una quinta parte de la población. De tal modo que durante el experimento de cuatro semanas, un escaneo de su actividad cerebral mostró áreas responsables de la recompensa vinculadas a áreas que impulsan el comportamiento automático y repetitivo. “Eran conexiones que antes no existían”, explicó, y agregó que es una respuesta similar a la que se espera de alguien que consume drogas adictivas, como alcohol o cigarrillos. Además, los cambios duraron más de seis semanas después de que terminó el experimento.

Aunque no lo creas el simple hecho de mirar este tipo de alimentos puede desencadenar los antojos. Y la principal razón, es que el consumo repetido y frecuente de estos alimentos altamente gratificantes puede causar una pérdida de la capacidad de “controlar los impulsos fuertes” de comerlos. De acuerdo con el Dr. Lisle: cuanto más se active la dopamina, menos impactante será y más comida necesitaremos para mantener la misma alegría.

De hecho se ha comprobado que la producción de dopamina incluso comienza a aumentar cuando miramos, olemos o pensamos en la comida. Todos son aspectos que aumentan la motivación para consumir este tipo de productos.

Este tipo de revelaciones nos ayudan a cambiar de enfoque, de acuerdo con Volkow: “Descartar la adicción y la obesidad como problemas de autocontrol ignora el hecho de que para que podamos ejercer el autocontrol, necesitamos el funcionamiento adecuado de las áreas de nuestro cerebro que regulan nuestros comportamientos”.

El alto consumo de ultraprocesados en la juventud:

Lo cierto es que el alto consumo de alimentos ultraprocesados es un problema que cada vez tiene mayores consecuencias sobre todo en la población infantil y adolescente. De acuerdo con una investigación reciente del Imperial College London, encontró que los niños británicos obtienen el 60% de sus calorías de los alimentos ultraprocesados, y en uno de cada cinco aumenta al 78%.

La situación es igual de alarmante en Estados Unidos. Una investigación realizada por especialistas de la Escuela Friedman de Ciencias y Políticas de Nutrición de la Universidad de Tufts analizó la ingesta dietética de 34 mil niños, niñas y adolescentes en Estados Unidos para descubrir los patrones y tendencias en la calidad de su alimentación, comparándolas con las preferencias que existían 20 años atrás. El estudio, publicado en la revista JAMA, mostró que el consumo de alimentos ultra procesados aumentó de 61% a 67% en el periodo estudiado, es decir, representan más de dos tercios de la dieta de los menores y jóvenes en crecimiento. Los alimentos más consumidos fueron los platos listos para comer o calentar, como pizzas, hamburguesas y pastas. Eso sin mencionar las golosinas, bollería industrial y postres.

Si bien se cuenta con numerosas referencias al respecto, algunos investigadores sugieren que los niños y  adolescentes son más vulnerables a los efectos de los “alimentos gratificantes”. Esto se debe a que la capacidad de su cerebro para evaluar el riesgo y controlar el comportamiento continúa desarrollándose hasta los 25 años.

Además, existe evidencia de que la dopamina es particularmente abundante durante la adolescencia, razón por la cual el cerebro aprende rápidamente sobre las recompensas. Otro aspecto que no podemos dejar de mencionar, es que los patrones de alimentación establecidos en la infancia pueden continuar hasta la edad adulta.

Finalmente a estas alturas no es ninguna novedad decir que la alimentación es la llave de la salud, juega un papel clave en la prevención de enfermedades y alarga la esperanza de vida. Motivar a la juventud a consumir alimentos naturales, integrales y libres de procesados, solo se derivará en un futuro más saludable y con un menor índice de enfermedades crónicas, obesidad y depresión. 

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