Diabetes: una dieta baja en carbohidratos de absorción rápida disminuye el riesgo
Tomar malas decisiones con respecto al consumo de carbohidratos, es causa directa de alteraciones en los niveles de azúcar en la sangre. Lo cual conduce a largo plazo al aumento de peso, un mal estado de la salud metabólica, obesidad y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas
Como dice el viejo mantra, “eres lo que comes”, y la realidad es que se trata de uno de los temas más relevantes en la actualidad. Como principio básico debemos entender que ciertos alimentos interactúan de manera diferente en el cuerpo, es por ello que es indispensable tomar decisiones nutricionales que promuevan la longevidad, la prevención de enfermedades degenerativas y un estilo de vida saludable. Los expertos han comprobado que la ingesta excesiva de carbohidratos coloca una gran carga metabólica en el cuerpo, no en vano actualmente han salido a la luz todo tipo de dietas que promueven un bajo consumo de carbohidratos (como es el caso de la popular tendencia cetogénica). Lo primero que es importante entender: cuando el cuerpo constantemente tiene altos niveles de azúcar en la sangre con los que lidiar con el tiempo, conduce a un aumento de peso, una mala salud metabólica y un mayor riesgo de enfermedad cardíaca. Por fortuna, dos estudios científicos recientes han encontrado que una dieta baja en carbohidratos puede aumentar la esperanza de vida de las personas
El exceso de insulina en el cuerpo por consumir demasiados carbohidratos simples, provenientes de un alto consumo de comidas rápidas y ultraprocesados a largo tiempo puede provocar muchos problemas de salud. Además de conducir a la obesidad porque nuestro cuerpo está constantemente en modo de almacenamiento de grasa, el exceso de insulina también puede provocar resistencia a la insulina, presión arterial alta, colesterol alto, enfermedades cardíacas, síndrome metabólico e incluso cáncer.
Los estudios mencionados, concluyeron de forma independiente que una dieta cetogénica o keto (una dieta alta en grasas y muy baja en carbohidratos) aumenta la esperanza de vida y conserva la memoria y la función motora en ratones. En el primer estudio realizado por el Instituto Buck de Investigación sobre el Envejecimiento, los ratones fueron alimentados entre el 70 y el 90% de las calorías diarias de sus alimentos a partir de grasas. Este se comparó con los grupos de control que recibieron sólo entre el 13 y el 17% de grasas, y los carbohidratos constituyeron la mayor parte de la diferencia ¿Los hallazgos? Se encontró que los ratones con dietas ricas en grasas tenían vidas más largas, tasas de mortalidad más bajas en la mediana edad y mostraron un mejor desempeño en las pruebas de funcionamiento cognitivo.
De acuerdo con declaraciones del Dr. Eric Verdin, presidente y director ejecutivo del Instituto Buck de Investigación sobre el Envejecimiento y autor principal de uno de los artículos: “Los dos estudios se refuerzan mutuamente porque ambos muestran el mismo efecto global en la salud.
Por lo tanto una de las estrategias más efectivas para reducir el riesgo de diabetes es controlar la ingesta de carbohidratos. La razón es más simple de lo que se cree, ya que los carbohidratos se convierten en azúcar y en grandes cantidades pueden causar picos de azúcar en la sangre. La menor ingesta de carbohidratos puede ayudar a eliminar grandes picos de azúcar en sangre, reduciendo la necesidad de insulina de una persona.
La investigación sugiere que las personas con diabetes tipo 2 pueden adelgazar y reducir significativamente sus niveles de azúcar en sangre siguiendo una dieta baja en carbohidratos. El segundo estudio, realizado en participantes con diabetes tipo 2 que siguieron una dieta baja en carbohidratos no solo perdieron peso, sino que también necesitaron menos insulina y algunos incluso pusieron su condición en remisión.
De acuerdo con los investigadores, un impulso adicional para aumentar la longevidad y que se asocia con una reducción significativa en el riesgo de enfermedades, es agregar más alimentos de origen vegetal en la dieta. Por lo tanto apostar por un mayor consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, nueces y semillas.
Este estudio publicado en Journal of the American Heart Association, se basó en un análisis de la información sobre la ingesta de alimentos de más de 10,000 adultos estadounidenses de mediana edad que fueron monitoreados desde 1987 hasta 2016 y no tenían enfermedad cardiovascular al comienzo del estudio. Luego, categorizaron los patrones de alimentación de los participantes según la proporción de alimentos de origen vegetal que comían frente a los alimentos de origen animal. En general, el estudio informó que las personas que comían la mayoría de los alimentos de origen vegetal tenían un riesgo 16% menor de tener una enfermedad cardiovascular como: ataques cardíacos, derrames cerebrales, insuficiencia cardíaca y otras afecciones que ayudaban a aumentar la longevidad. El mayor consumo de alimentos de origen vegetal también se asoció con un 32% menos de riesgo de morir por una enfermedad cardiovascular y un 25% menos de riesgo de morir por cualquier causa en comparación con aquellos que comieron la menor cantidad de alimentos de origen vegetal.
Este tipo de estudios llegan para darnos mayor claridad para establecer estrategias de salud y nutrición enfocadas en la prevención de enfermedades crónicas, como es el caso de la diabetes, obesidad y la amplia gama de afecciones cardíacas que tantas vidas cobran anualmente. No en vano uno de los esquemas más recomendados es apostar por seguir una dieta basada en plantas y un estilo de vida mediterráneo, inspirados en el consumo de alimentos naturales y locales. Apostando por una alta ingesta de alimentos grasos ricos en omega-3, que además brillen por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
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