Editorial: La lección de Spotify
Hay que combatir la desinformación sobre la pandemia
Spotify es la principal aplicación para la reproducción de música vía streaming utilizada por los principales artistas de todo el mundo. Y ahora es el mayor proveedor de pódcast del país. Uno de sus programas exclusivos y el más popular es el de Joe Rogan (“Joe Rogan Experience”). Este ex comentarista de lucha libre, cómico y actor, recientemente firmó un contrato de exclusividad con Spotify por 100 millones de dólares.
Rogan ha estado alimentando en su programa teorías de conspiración sobre tratamientos y vacunas contra el COVID-19. Con cuatro largos episodios semanales con una audiencia de 11 millones, tiene un enorme poder de convocatoria.
Con el salvoconducto de Spotify, contribuye a impedir que la población se vacune, y en consecuencia que se salve de contraer el virus.
Desgraciadamente, la propagación y consumo de mentiras sobre el coronavirus son comunes en quienes se identifican como republicanos o simpatizantes de Trump..
Y es la identificación partidaria, más que género, edad, lugar de residencia, educación o ingresos, lo que define la diferencia de opiniones respecto al COVID.
En una reciente encuesta, 65% de los republicanos anunciaron que siguen con su actividad normal pese al estallido de la variante ómicron. Solo 30% dan prioridad a la seguridad y la salud del público. Entre demócratas, las cifras son a la inversa.
Estos resultados sugieren que sus creencias irracionales sobre el COVID son fundamentales para su identidad como conservadores.
Para volver a la senda de la normalidad es crucial que como nación combatamos la difusión de mentiras.
En buena hora entonces, el cantante Neil Young demandó que Spotify rechace a Rogan so pena de que él retire sus canciones.
Young buscó alertar contra “la amenaza que la desinformación de COVID en Spotify representa para el mundo, particularmente para nuestros jóvenes que piensan que todo lo que escuchan en SPOTIFY es cierto”.
Pero Spotify lo ignoró, eligiendo el dinero por encima de la moralidad.
También había ignorado días atrás una carta abierta firmada por cientos de médicos y profesionales según los cuales Rogan promueve “teorías de conspiración sin fundamento… particularmente sobre el COVID-19”.
Sin embargo, cuando otros artistas, profesionales de la salud y medios se unieron, y millones repudiaron a la empresa en los medios sociales, se echó atrás. Ayer anunció que pondría en práctica un sistema para denunciar desinformación en su propio medio y guiar al escucha a fuentes fidedignas.
El mismo Rogan prometió poner más cuidado en la selección de sus huéspedes en el futuro.
Se puede considerar esto como una victoria de quien aborrece las mentiras tan impunemente difundidas en nuestro país y que tanto daño han estado causando.
Una victoria parcial, pequeña, pero significativa. Porque puede reproducirse.
También reconforta que múltiples artistas estaban dispuestos a renunciar a más de la mitad de sus ingresos por difusión para mantener un ideal de democracia y verdad.