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Entrenar la respiración, el gran secreto de la salud

Las emociones que estemos viviendo cambiarán el modo de respirar, influirán en nuestra bioquímica y serán determinantes en el mantenimiento de la salud

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Crédito: Shutterstock

La respiración es el motivo por el cual estamos vivos. Ese maravilloso momento en el cual penetra el oxígeno al organismo, para llegar hasta la más recóndita célula y sacar a la vez el dióxido de carbono o CO2, sustancia de desecho del metabolismo. La balanza a favor del oxígeno es la garantía del equilibrio ácido-básico del cuerpo.

La respiración es inconsciente, ordenada por el centro ubicado en el hipotálamo. No la podemos dominar, ya que es un reflejo autónomo. Pero, a la vez, responde a influencias de la parte consciente del cerebro —la corteza—. Debido a ello, las emociones que estemos viviendo cambiarán el modo de respirar, influirán en nuestra bioquímica y serán determinantes en el mantenimiento de la salud y el desarrollo de la enfermedad.

Emociones con respiraciones deficientes: ira, rabia, furia, rencor, envidia, odio, enfado, resentimiento, arrepentimiento, incomprensión, nostalgia, desamor, tristeza, melancolía y duelo.

Todas estas emociones disminuyen la entrada de aire oxigenado, ya sea por depresión directa del centro respiratorio o por menor uso de la musculatura respiratoria. Entonces, aumentarán la toxicidad y los radicales libres.

Emociones con respiraciones óptimas: alegría, satisfacción, amor correspondido, euforia, olvido, perdón, resignación, libido o deseo sexual, ejercicio físico, comprensión, empatía, diversión, tranquilidad y relajación.

¿Cómo puedo mejorar mi ritmo respiratorio?

Lo primero es conocernos a nosotros mismos y valorar en todo el transcurso del día qué emoción prevalece en nosotros. Una vez identificada, trabajar en modularla a nuestro favor.

  • Realizar ejercicio físico de fuerza, tres veces a la semana, y aeróbico dos veces, al menos 30 minutos.
  • Hacer un training respiratorio básico.
  • Respirar en tres tiempos: inhalación contando 1-2-3, retener contando 1-2-3 y expirar contando 1-2-3.

Y de esta forma ir aumentando hasta llegar a cinco veces: 1-2-3-4-5. Esto requiere entrenamiento y persistencia. Lo correcto es dominar la forma básica 1-2-3 por uno o dos meses, antes de aumentar a otras más complejas. Este tipo de respiración se puede hacer también durante el ejercicio, ya que aumenta nuestra capacidad.

Debemos comer mejor, en cuanto a grasas y tóxicos en los alimentos, y beber suficiente agua para estar equilibrados. Con estos simples, pero importantísimos hábitos, mejorarían nuestras dolencias y estaríamos más fuertes en el día a día.

http://www.DrLuisMontel.com

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