“La Migra” liberó a Patricio Gómez tras fuerte presión y ahora viene su lucha para que no lo deporten
El padre de familia ecuatoriano se reencontró con su hijita de 6 años, casi tres meses después de haber sido detenido por ICE en su casa de Staten Island, tras haber solicitado su licencia de conducción
El 14 de octubre de 2022 quedará en la mente de Patricio Gómez como el día más horrible de su vida. Metido todavía bajo sus cobijas, y faltando solo un par de minutos para que sonara su alarma, para irse a trabajar, unos golpes estruendosos en la puerta de su habitación, en su casa de Staten Island, lo despertaron.
El plácido sueño en el que estaba, en cuestión de segundos se convirtió en una “pesadilla” para el padre soltero, que duró 90 días y 90 noches. Seis agentes de “La Migra”, sin identificarse, llenaron su cuarto. Tras unos minutos haciéndole preguntas, le informaron que había una orden de deportación en su contra y que pronto lo mandarían de regreso a su país, Ecuador, de donde salió cuando tenía apenas 16 años, en busca de una mejor vida.
Sin entender bien lo que pasaba, los oficiales lo esposaron de manos y pies. Le quitaron el celular y su billetera, y solo le permitieron ponerse a toda prisa un pantalón, una camisa y unos zapatos, para luego subirlo a un vehículo y llevarlo a un centro de detención de inmigración en Pensilvania, lejos de su casa. Lejos de su hijita Aliya, de 6 años, a quien la noche anterior el ecuatoriano de 37, por “cosas de Dios”, había dejado en casa de su madre para que la llevara a la escuela, pues ese viernes Patricio debía trabajar más temprano. La pequeña se salvó de vivir la dolorosa escena.
El martes pasado, 10 de enero de 2023, quedará en la mente de Patricio Gómez como uno de los días más felices de su vida. Cuando ya había perdido las esperanzas de que lo liberaran y haber pasado Acción de Gracias, Navidad, Año Nuevo y los primeros días del 2023 encerrado, sin hacer nada más que estar en su celda, y agobiarse con sus pensamientos y su tristeza, la vida le debió la sonrisa.
Dos semanas después de haber estado a punto de que lo montaran deportado en un avión hacia Ecuador, un oficial de ICE llegó hasta la celda comunal en el que lo mantuvieron junto a unos 65 inmigrantes más, de todos los perfiles delincuenciales, y tras gritar “20 abajo”, el número que le dieron desde que llegó allí, recibió su regalo de Reyes retrasado.
“La sangre se me enfrió. Aunque mi abogada ya había conseguido que mientras me llega la respuesta de la corte de Apelaciones para poder reabrir mi caso y pelearlo, no podían deportarme, pensé por un momento que esta vez sí me deportarían. Me asusté mucho, porque a las 2 de la mañana habían deportado a varios compañeros y ya me había hehco a la idea de que por lo menos iba a estar ahí dos meses más encerrado”, confiesa el trabajador de construcción.
Pero el agente de ‘La Migra‘ venía con buenas noticias: Patricio iba a ser liberado. Los ruegos de su hijita, su hermana Rosa, su abogada y más de 2,000 personas que firmaron una petición para que lo liberaran y pudiera reunirse con su pequeña, habían dado frutos.
Con heridas propias del encierro, como un intenso dolor de huesos, pérdida de memoria y líos para concentrarse, y tal vez también haber perdido su empleo, a las 5:30 de la tarde, Patricio salió del centro de detención Moshannon Valley Processing Center, en Pensilvania.
“Yo le avisé por teléfono a la mamá de mi hija que me iban a soltar. Junto con mi hermana y mi hija me fueron a recoger. Fue un momento de emoción, pero al mismo tiempo no sabía cómo actuar. Primero me llevaron al sitio de procesamiento, tuve que devolver una parada de ropa que le dan a uno. Es como el uniforme: un pantalón y unos zapatos azules que se sienten como si uno estuviera caminando en medias, una camiseta amarilla y una sábana delgadita, que es lo único que le dan a uno para cubrirse en la cama. Luego vi a mi hija a lo lejos, gritándome desde el carro “daddy, daddy”, pero como iba con dos guardias, no sabía si podía correr a abrazarla o sí tenía que esperar a que me dieran la orden”, narró el inmigrante.
“Luego cuando ya me dijeron ‘estás libre’, y abrieron la puerta, mi hija se tiró del carro a abrazarme. Fue como si me regresaran la vida. Fue como volver a tener alma. Mi corazón volvió a latir. Yo nunca me había separado de mi hija ni un día. Ella y yo vivimos solos desde que tenía 1 añito”, agregó desde su hogar en Staten Island el padre de Aliya, donde abrió el regalo de Navidad que la niña le tenía: un Yoda, personaje de Star Wars. “Todavía no creo que estoy de vuelta a mi casa y que pude sentarme a desayunar con ella cereal con leche. Mi hija no había querido comer bien desde que me detuvieron. La pude llevar otra vez a la escuela y recogerla. Me regresaron a la vida. Siento que estoy viviendo un sueño después de semejante pesadilla”.
Tras comentar que el encierro hizo queperdiera más de 15 libras, en medio de su emoción por volver a disfrutar de la libertad, el inmigrante relató que tras salir, debió presentarse en la oficina de Federal Plaza, donde le pusieron un grillete que vigila todos sus movimientos y adonde tiene que estar presentándose cada dos semanas.
Su próximo sueño, para el que le pide mucho a Dios que la ayude, es que reabran su caso en Inmigración para poder frenar su deportación y poder estar con la tranquilidad de que jamás lo van a separar de su hija, con quien en el carro, de regreso a casa, estuvieron cantando a todo pulmón temas de Christian Nodal, el cantante favorito de los dos.
“Me hace feliz ver a mi hija feliz y sé que ahora que estamos juntos los dos estamos bien. Por eso aunque sé que el proceso que sigue es largo, tengo las esperanzas de que todo salga bien y podamos seguir viviendo nuestra vida como hasta ahora: yendo a fútbol, cantando, riéndonos y un día poder hacerle realidad a Aliya el deseo de ir a Disney a conocer a Elsa, su personaje favorito y que podamos seguir aquí, donde tenemos nuestro hogar y que no me manden para el Ecuador, porque mi lugar está aquí, junto a mi hija”, agregó Patricio.
“A la gente de Inmigración le pido que reabran mi caso y que no destruyan la vida de mi niña, quien hasta hoy solo ha vivido felicidad y estos tiempos últimos fueron muy duros y amargos y ella no se merece eso. Si nos separar sería volverme a quitar la vida. Sería otra vez como un cuerpo que camina sin alma ni nada adentro”, agregó el inmigrante, quien en sus pensamientos también tiene solo agradecimientos para alguien a quien describe como su ángel.
“Yo hoy estoy feliz y voy a dar una dura batalla para seguir aquí, pero esto no hubiera sido posible sin la ayuda de mi abogada Paige Austin y la gente de Make the Road que me ayudó. Ellos son ángeles en mi camino que aparecieron luego de que un abogado nos robó porque al ser detenido mi hermana en medio del desespero, confió en otro aobogado y le exigieron $8,000 de una, y no hicieron nada por mí”, dijo Patricio. “Si no hubiera sido por Page de pronto estaría ya en Ecuador y mi niña con un trauma mayor”.
El padre de familia agregó que un agente de ICE le informó que aunque su orden de deportación era del 2010, habían dado con su dirección porque el Departamento de Motores y Vehículos suministró su información, luego de que en marzo pasado tramitó su licencia de conducción.
Sobre el caso de Patricio Gómez, ICE reveló que fue detenido porque hay una orden de deportación y agregaron que llevan a cabo revisiones regulares y recurrentes de todos los casos, lo que incluye revisiones de hechos individuales y circunstancias únicas de cada caso.
“Los oficiales de ICE colocaron al Señor Gómez en un programa de alternativas a la detención mientras espera el resultado de su caso”, dijo el portavoz, refiriéndose a su liberación y confirmando que contra el ecuatoriano pesa una orden de deportación emitida en ausencia por un juez, en el 2010. “Todos los no ciudadanos que violen la ley de inmigración pueden estar sujetos a arresto, detención y, si se emite una orden final de expulsión, expulsados de los Estados Unidos. La detención de ICE no es punitiva. ICE detiene a personas de conformidad con la ley de inmigración”.