Presidenta de PETA deja en herencia parte de su corazón a Elon Musk

Ingrid Newkirk, presidenta de PETA, actualizó su testamento realizado hace 20 años para asegurarse de que su legado perdurará a pesar de su muerte

Ingrid Newkirk PETA

La presidenta de PETA, Ingrid Newkirk, quiere asegurarse que su obra perdure a pesar de su muerte. Crédito: Frazer Harrison | Getty Images

A través de una publicación realizada en su sitio web, la organización de Personas por el Trato Ético de los Animales, mejor conocida en todo el mundo como PETA, dio a conocer que su presidenta, Ingrid Newkirk, recientemente modificó su testamento para así poder dejarle partes de sus órganos vitales a personajes importantes de la política y economía a nivel internacional, con la intención de poder garantizar que tras su muerte, se seguirá luchando contra el maltrato y explotación de los animales.

Originalmente, la presidenta de PETA había redactado la primera versión de su testamento hace 20 años, luego de que viviera una experiencia traumática en un viaje de avión, del cual pensó que no saldría con vida.

Lo que más ha llamado la atención de dicho testamento es que la presidenta de PETA ha dispuesto que parte de su corazón se lo entreguen al dueño de Tesla, Elon Musk, parte de sus intestinos al chef Salt Bae y parte de su columna vertebral a Donald Trump Jr.

Newkirk estipula que quiere que Musk tenga parte de su corazón para que pueda clonarlo para él mismo, ya que al hacer experimentos cerebrales de Neuralink en monos, cerdos, ratas y ovejas demuestran que no lo tiene y parte de su columna a Trump Jr. “para que deje de intentar demostrar su hombría”, matando y cazando a animales.

Otros puntos que destacan del testamento de Newkirk son:

* Que dejará su piel, curada y convertida en cinturón y en un bolso a Hermès y al primer ministro de la India, por matar animales para su negocio.
* Un pedazo de tráquea irá a parar al Westminster Kennel Club, que promueve la cría de razas de perros con problemas respiratorios, y cuyas reducidas vías respiratorias los condenan a jadear y a tener dificultad para respirar cuando intentan correr, jugar o simplemente caminar.
* Sus pulmones al gobernador de Alaska para así pedir el fin del Iditarod, una carrera de trineos en la que han muerto más de 150 perros, principalmente de neumonía por aspiración, provocada por la inhalación de su propio vómito.
* Sus intestinos al cocinero Salt Bae, para que los use como tripas de salchichas en sus restaurantes.
* Una de sus orejas al rey de España, como protesta a las corridas de toros.
* Uno de sus pies a The North Face, “para darles una patada en el trasero” por vender plumón y lana, a pesar de afirmar estar comprometida con la fabricación de ropa respetuosa con el medio ambiente.
* Su hígado, empacado al vacío y enviado al presidente de Francia, como un recordatorio de que con el sabroso foie gras vegano ya disponible, no hay excusa para no prohibir la alimentación forzada de patos y gansos.
* Freír su carne, con cebollas, para una barbacoa humana.
* Cortar su otro pie para fabricar con él un soporte de paraguas, como los que hacen con los pies de los elefantes en la India.

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