Reportes oficiales celebran una recuperación económica de NYC… a la par del deterioro devastador de la clase trabajadora inmigrante
Los ingresos se pulverizan ante los costos de la renta que alzaron vuelo luego de la pandemia. La crisis migratoria imprime una tendencia: Más personas están dispuestas a trabajar "por lo que sea"
Varios reportes gubernamentales y privados que describen la “salud” de la economía de la Gran Manzana, concluyen que el empleo en el sector privado ha vuelto a los niveles anteriores a la crisis de salud pública causada por la COVID-19.
Por ejemplo, la Corporación de Desarrollo Económico de la Ciudad de Nueva York (NYCEDC), celebra en su última “fotografía” de agosto 2023, que “más neoyorquinos se están uniendo o reincorporándose al trabajo”.
La tasa de desempleo bajó al 5.3%, después de meses rondando el 8%.
En una primera mirada, se trata de una buena noticia.
Sin embargo, si se miran otras “fotografías”, más allá de los números que describen a los sectores formales, corporativos y empresariales, el panorama en los vecindarios de mayoría hispana, es que las familias de la clase trabajadora, la están pasando muy mal, para cubrir sus necesidades principales, aun teniendo un empleo.
A la par, varios análisis confirman que por primera vez en décadas, la mayoría de las familias inmigrantes están navegando entre las aguas turbulentas de apenas sobrevivir entre los aumentos indetenibles de la renta inmobiliaria y los costos de los servicios.
Con un número muy claro, la organización United Way sostiene en una investigación, actualizada en el primer trimestre de este año, bajo el título ‘El verdadero costo de la vida en NYC’, que el 50% de las personas en edad para trabajar en la Gran Manzana están sufriendo para poder cubrir los servicios mínimos necesarios para vivir, en contraste con el 36% en el 2021.
Este análisis excluye a las personas mayores de 65 años y con discapacidades.
En los datos precisos, eso significa con base a las encuestas, que más de 2 millones 900 mil neoyorquinos simplemente “no pueden llegar a fin de mes”.
“Este grupo de personas, tienden a saltarse comidas para pagar lo que normalmente son costos fijos, como el transporte“, interpreta Elizabeth Ángeles, portavoz de United Way.
Desesperados por ingresos
Por otra parte, hay varias realidades paralelas que no están reflejadas en ningún reporte económico sobre la vida laboral de la Gran Manzana. Pero que es una verdad avasallante en cada esquina de la ciudad.
Primero, es muy evidente que hay mucha más informalidad. Es decir, centenares de personas se tienen que lanzar a las calles a vender productos, para poder llevar algo de comida a la mesa.
Segundo, con el flujo de más de 104,000 inmigrantes recién llegados, desesperados por trabajar, aparecen nuevos esquemas que alientan los esquemas de explotación laboral o esclavitud moderna.
Sin que nadie lo pueda poner en duda, en este instante más personas en los cinco condados están dispuestas a aceptar pírricas cantidades de dinero por su esfuerzo, en servicios proporcionados tradicionalmente por inmigrantes.
“Alguien que no paga renta, porque vive en un refugio, puede aceptar cualquier condición laboral, porque todo lo que recibe va para su bolsillo. Es una cosa perversa para la clase trabajadora indocumentada, que ha luchado contra el robo de salarios en los restaurantes, en las pequeñas construcciones no sindicalizadas y en el área de la limpieza”, razona el colombiano Javier Valdivia, quien fue por muchos años fue activista de organizaciones comunitarias que defienden los derechos de los inmigrantes.
Recuperación desigual
Asimismo, el contralor de la Ciudad de Nueva York, Brad Lander, en un informe sobre sus observaciones del Presupuesto Fiscal 2024, delinea que si bien hay motivos para el optimismo, persisten serios desafíos.
“La grave falta de asequibilidad de la vivienda amenaza la inclusión en la ciudad y la fortaleza de su economía. Aunque la recuperación del empleo ha sido fuerte, ha sido desigual. Los crecientes costos de brindar alojamiento y servicios a las personas que buscan asilo, sin el apoyo federal o estatal adecuado, están ejerciendo una presión cada vez mayor sobre el presupuesto municipal”, destaca.
Lander detalla que la mayoría de las ganancias de nuevos puestos de trabajo en los últimos meses han estado dirigidos a los servicios privados de educación y salud, los cuales sumaron un total de 98,300 nuevos empleados.
El sector del ocio y hotelería adicionó 33,400 nuevos puestos, pero el sector comercio, transporte y servicios públicos perdió 23,600 plazas. Y del sector manufactura desaparecieron 1,300 posiciones..
Las proyecciones de la oficina del contralor, apuntan a que hay crecientes señales de que la economía nacional “evitará la recesión y seguirá creando empleos en los próximos trimestres”.
Además, tanto a nivel nacional como local, las solicitudes iniciales de seguro de desempleo siguen siendo tranquilizadoramente bajas, la inflación ha disminuido constantemente y las encuestas de consumidores y empresas muestran una mejora en la economía.
En palabras textuales del contralor: “la ciudad de Nueva York comienza el año fiscal 2024 con una economía más fuerte, de lo que muchos predijeron hace apenas seis meses”.
Si bien se espera que este crecimiento se desacelere este año, en comparación con el año fiscal 2023, “los temores de recesión se han calmado considerablemente”.
¿Un sentimiento o una realidad?
Entre miles de neoyorquinos que caminan diariamente por las calles, la docente jubilada dominicana, Carmen Beatriz López, luego de 42 años residenciada en Nueva York, asegura que no sabe nada de estadísticas oficiales, pero es testigo del deterioro de la calidad de vida de la familia trabajadora.
“Actualmente nadie puede vivir con un salario mínimo. Yo hablo siempre con empleados de salones de uñas, por ejemplo, que por años han vivido aquí pagando sus taxes desde que llegaron. Están ahogados, porque ya no pueden cubrir los aumentos de la renta. La economía tan dura está expulsando a la gente de sus vecindarios”, opina Carmen.
La quisqueyana residente del Alto Manhattan, en sus palabras, considera que la Gran Manzana ya dejó de ser un sitio que abre oportunidades de progreso a la fuerza laboral. A su criterio, solamente los ricos y personas con cargos profesionales pueden cubrir los costos de arrendamiento.
“Lo que voy a decir es el sentimiento de miles de personas. No es justo que miles de miles de inmigrantes que han vivido aquí por décadas, e incluso siguen sin papeles, siguen pagando taxes, a cambio de ninguna ayuda en estos tiempos difíciles. Y con esos taxes se cubren los costos de los recién llegados. Pero entonces ahora uno comparte esta idea y te señalan de antiinmigrante. ¡Y no es verdad!”, aseveró.
El reporte de United Way sobre la economía laboral de la ciudad de Nueva York, da consistencia a la opinión de la educadora, pero luego de haber cruzado datos y encuestas de varias instituciones académicas.
Básicamente los hogares de la ciudad de Nueva York, son ahora mucho más pobres de lo que establecen las mediciones oficiales.
“La Medida Oficial de la Pobreza (OPM) utilizada por el gobierno federal para clasificar los niveles de dificultades económicas de las familias, no toma en cuenta varios aspectos importantes que estrangulan los presupuestos familiares en este momento en una ciudad como Nueva York”, expone el informe.
Actualmente, en este 2023, todavía la OPM clasifica que una familia integrada por dos personas adultas con un ingreso anual de $19,720, o un poco más, no entra en la línea de la pobreza.
Se necesita mucho dinero
En la radiografía de cada condado se comprueba como justamente en los vecindarios que concentran la mayor cantidad de hispanos y comunidades de color, es donde la diferencia de los ingresos promedio versus lo que se necesita realmente para vivir, es realmente abismal.
El condado de El Bronx y vastos vecindarios del Alto Manhattan, siguen con la tendencia histórica de ser los lugares en donde el peso de los bajos ingresos de quienes incluso se esfuerzan durante largas jornadas, está golpeando más fuerte.
Además, se demuestra que cada vez se necesita mucho más dinero, para lograr cubrir lo mínimo, sacando por completo de la cuenta del presupuesto familiar actividades propias de la esencia de la ciudad de Nueva York, como comer en un restaurante u otros gastos de recreación.
Se grafica en este informe, como en el año 2000 una familia promedio de El Bronx conformada por dos adultos y dos niños en edad escolar, necesitaba un ingreso de $48,077 anuales para cubrir sus gastos de alimentación, renta y transporte. Ahora en este 2023, ese mismo grupo familiar necesitaría $107,000.
En promedio, de acuerdo con las ponderaciones que detalla esta investigación, difundida por United Way, un neoyorquino adulto con un niño en edad escolar, dependiendo del vecindario en donde resida requeriría entre $82,000 y $110,000 anuales para cubrir “sin grandes excesos” sus servicios mínimos.
Otro dato interesante que se deriva de encuestas realizadas por American Community Survey, es que en el caso del condado de Queens, los incrementos de la renta inmobiliaria se dispararon en los últimos dos años en un 19%, para familias integradas por dos adultos y dos niños.
“No hay justicia”
La trabajadora de uñas ecuatoriana, Silvia Romero, de 42 años, labora en un salón de Manhattan y observa que desde hace meses ha tenido que hacer muchos recortes a su estilo de vida, porque recibió en enero la noticia de que su casero le aumentó la renta en Queens en $350.
La inmigrante con 20 años en Nueva York, estuvo al borde del desalojo, porque se retrasó varios meses durante los cierres pandémicos. Aunque se pudo salvar que la “echaran a la calle” y ha podido mantenerse en casa, sigue con grandes deudas. Haciendo malabares para llegar a fin de mes.
“Es injusto que quienes llegamos hace años, sin tener papeles y trabajamos honestamente para pagar nuestros impuestos, no tengamos ningún tipo de consideración. Apliqué a los programas de ayuda de renta y nunca recibí respuestas. Para nosotros la clase inmigrante trabajadora, la que mantuvo despierta a esta ciudad, durante lo peor de la pandemia, no hay fondos siquiera para evitar los desalojos“, remató Silvia.
¡Aquí no me quedo!
Por su parte, la venezolana Francelys Pérez, de 28 años, quien llegó a la Gran Manzana hace cinco meses con su pequeño de dos años, ya tiene algunos cálculos sobre su futuro, luego de haber tomado la decisión de cruzar la frontera para buscar una mejor vida. En resumen, asegura que: ¡Aquí no me quedo!
“Vivo en un refugio en Queens. Y desde el primer día no hago más que esforzarme en ser independiente. No quiero vivir como una mendiga. Soy una mujer trabajadora y ya entendí que aquí en Nueva York es muy duro prosperar. Nadie te renta, si quiera una habitación, con un niño. Menos si dices que vives en un refugio. Agradezco mucho la ayuda. Pero ya estoy en conexión con unos amigos para irme a otro estado”, compartió.
El dato:
- 65% de los residentes hispanos de la Gran Manzana están luchando para mantener el equilibrio entre sus ingresos y el alto costo de la vida, destaca en el informe sobre el ‘Verdadero Costo de la Vida en NYC – 2023’.