Editorial: Todos merecen ir a la universidad de sus sueños
Acceder a la universidad por el mérito de ser un estudiante que se ha “quemado” las pestañas es la mejor manera de recompensar la excelencia académica
La educación superior en general no debería ser un lujo de unos cuantos. Todos los estudiantes merecen estar en capacidad de aspirar a ingresar a la universidad de sus sueños, llámese Stanford, Harvard, Columbia, Yale, etc.
Desafortunadamente en Estados Unidos las cosas no funcionan así. Es por eso que la decisión esta semana de California de prohibir la práctica de admisiones de legados y donantes en instituciones académicas como la Universidad de Stanford y la Universidad del Sur de California, a partir del otoño de 2025, no solo es bien recibida, sino que debería ser el ejemplo a seguir por otros estados.
“En California, todos deberían poder salir adelante gracias al mérito, la habilidad y el trabajo duro”, dijo el gobernador Gavin Newsom luego de firmar la ley.
Bajo la nueva medida se pone fin a la dependencia de conexiones con exalumnos o donantes para la admisión a las universidades privadas, abriendo las puertas a la educación superior de una manera más justa.
Ya los estudiantes universitarios tienen suficiente con tener que lidiar con la pesada carga financiera en sus bolsillos. Según Education Data Initiative, 42,8 millones de personas tienen deudas por préstamos federales, con un saldo promedio individual que bordea los $40,000.
Si bien es cierto, la actual administración federal ha trabajado para condonar la deuda de muchos, aún faltan grandes barreras por derribar para acceder a una sólida preparación académica. Por lo general estas afectan aún más a la población estudiantil de las minorías.
Bajo ese sistema de legado, los hijos de los inmigrantes –por ejemplo– no tienen oportunidad de acceder a ciertas universidades como aquellos cuyos padres se graduaron en esos centros de enseñanza superior.
El cambio en el estado Dorado se produce meses después de que el Tribunal Supremo anulara la acción afirmativa, que consideraba la raza en las solicitudes de ingreso. Actualmente, las universidades están lidiando de manera independiente su proceso de admisiones. Ya se verá a futuro el impacto.
Pero desde esta tribuna insistimos en que otros estados están en la obligación de emular lo logrado por California para que se vea reflejada la equidad educativa.
Acceder a la universidad por el mérito de ser un estudiante que se ha “quemado” las pestañas es la mejor manera de recompensar la excelencia académica, y no por el cheque que gire papá, mamá u otro donante.
¡Basta de privilegios!l