Elecciones presidenciales en Estados Unidos: ¿qué pasa si no voto?
Kamala Harris y Donald Trump quieren llegar a la presidencia de los Estados Unidos. Se vota este martes 5 de noviembre
En Estados Unidos, votar no es obligatorio. A diferencia de otros países donde el voto es un deber cívico, en EE.UU., los ciudadanos pueden decidir libremente si participar o no en las elecciones presidenciales, estatales o locales sin enfrentar multas ni sanciones.
Esta pregunta surge en el marco de las elecciones presidenciales de este martes 5 de noviembre de 2024, donde Kamala Harris y Donald Trump se disputan el cargo en las urnas.
La ley estadounidense no exige a sus ciudadanos votar; en cambio, considera el acto de votar un derecho y un privilegio, como lo establece su Constitución.
Desde las primeras elecciones de la nación, en 1789, el derecho al voto ha sido un tema fundamental.
Con el paso de los años, se han introducido varias enmiendas constitucionales para expandir los derechos de voto a distintos grupos sociales y así garantizar un acceso más inclusivo a las urnas.
La Enmienda 15, aprobada en 1870, prohibió la discriminación racial en el voto; la Enmienda 19, en 1920, otorgó el derecho de voto a las mujeres, y la Enmienda 26, en 1971, redujo la edad mínima para votar a 18 años. Sin embargo, ninguna de estas enmiendas ha establecido la obligación de votar.
El enfoque de EE.UU. en el voto voluntario parte de una perspectiva en la que la libertad de elegir o no participar en el proceso electoral también es un ejercicio de derechos. La tradición política del país valora la autonomía de los ciudadanos para decidir por sí mismos si desean hacer oír su voz en las urnas.
Aun así, el abstencionismo sigue siendo un tema de discusión. La participación ciudadana es crucial para asegurar que los representantes electos reflejen las necesidades de la población.
En cada ciclo electoral, las campañas de concientización intentan reducir la tasa de abstención, incentivando a más ciudadanos a ejercer su derecho y participar activamente en la democracia.
Sin embargo, en Estados Unidos, la decisión final de votar o no queda en manos de cada persona, libre de presiones legales.