El futuro no es de plástico, sino su fin

Estados Unidos es uno de los mayores productores de plástico, junto con China y el resto de Asia

Ambientalistas protestan en Busan, Corea del Sur, el 25 de noviembre.

Ambientalistas protestan en Busan, Corea del Sur, el 25 de noviembre. Crédito: EFE

A principios de este mes, fui al Valle del Río Grande, en Texas, a unas 250 millas al sur del Santuario Marino Nacional de Flower Garden Banks, y presencié un amanecer de pesadilla: Ante mí, en vez de ver el sol acariciando el mar, se extendía un paisaje lleno de desechos plásticos. Y este panorama es lo que está rodeando a nuestras comunidades cada vez más. 

Caminando por la playa y entre las medusas luna arrastradas por la marea y las conchas marinas festoneadas, mis pies se toparon con un popurrí de plásticos diminutos ?los infames microplásticos? que contrastaban con la arena por sus colores que iban del azul al verde y del morado al amarillo. El oeste del Golfo de México es un hábitat vital, la zona de anidamiento de la tortuga lora de Kemp que es la tortuga marina más amenazada del mundo. ¿Por qué entonces sus costas y aguas están contaminadas? Esta contaminación plástica está poniendo en peligro a comunidades enteras, y se extiende por debajo y por encima del hábitat crítico del Golfo de México. Está afectando a comunidades, hábitats y ecosistemas de todo el mundo. Y este mes, los líderes mundiales tienen la oportunidad de cambiar nuestra dependencia del plástico. 

La mayoría de los objetos que recogí de las playas de la Isla del Padre durante esas primeras horas de la mañana eran plásticos de un solo uso, desde envases y envoltorios de alimentos hasta tenedores, popotes, filtros de plástico de tabaco y botellas y tapones de plástico de refrescos, además de cintas, sedales y cuerdas. 

Mi pensamiento se fue a las muchas costas aquí en Estados Unidos y en el extranjero que mi familia y mis colegas han visitado por trabajo y placer. Desde las hermosas playas de España, Belice, México, Puerto Rico y por todo Estados Unidos, he sido testigo de un problema de contaminación por plásticos que no se limita al océano, las costas, los ríos, los arroyos y los Grandes Lagos: vive en el aire que respiramos y en los alimentos que consumimos. Y, afecta de forma desproporcionada a las comunidades de bajos ingresos y de color más que a otras. 

Los plásticos llegan a nuestros basureros de forma inadecuada, se queman, se transportan y a menudo terminan en el océano: he escuchado de primera mano historias de recicladores en Nairobi, Kenia, el pasado noviembre, sobre su trabajo en condiciones peligrosas y su petición de una transición justa en el primer tratado mundial sobre plásticos que están negociando más de 170 países.

Me puse a recoger basura de artículos varios de plástico y me acordé de cuando mi hijo de casi 10 años me preguntó cuánto plástico se arroja a nuestras vías fluviales, y qué pueden hacer los jóvenes para exigir cuentas a contaminadores y las grandes empresas que se benefician de la producción de plástico.

Le dije, “Cada día, el equivalente a más de 2,000 camiones de basura llenos de plástico se vierte en nuestros océanos, ríos y lagos”, citando al Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres. Esa cifra ni siquiera incluye el plástico que se arroja a los basureros, que se quema y hace un recorrido hacia nuestras vías fluviales. Todo el mundo debería formar parte de la solución. 

La genuina curiosidad de mi hijo se disparó. Su respuesta fue directa, sencilla y sensata: “¿Por qué no dejamos de hacer plástico?”.

Efectivamente, ¿por qué no lo hacemos? Las encuestas bipartidistas han mostrado un fuerte respaldo a acabar con la contaminación por plástico. 

Los resultados de la Encuesta Nacional 2024 de Azul: Los Latinos y el Océano, una consulta nacional sobre los puntos de vista de los latinos acerca de la protección de los océanos publicada este verano, revelaron que el 75 por ciento de los votantes latinos de todo el país “apoyan la creación de un tratado internacional legalmente vinculante que tenga como objetivo acabar con la contaminación por plástico, incluso si eso significa que Estados Unidos tenga que seguir normas difíciles y costosas.”

Como votante, soy una de las personas que sabe que acabar con la contaminación por plásticos es necesario para la salud y la seguridad de nuestras comunidades, y dentro de ocho años mi hijo también lo será. 

Estados Unidos es uno de los mayores productores de plástico, junto con China y el resto de Asia, y la mayor parte de nuestra producción nacional de plástico tiene lugar a lo largo de la costa del Golfo. Esta región alberga la “segunda mayor producción petroquímica del país, con 150 instalaciones que hacen plásticos, productos químicos industriales y pesticidas, incluyendo refinerías de petróleo, propiedad de algunas de las mayores corporaciones del mundo, como Shell, Koch, Denka/Dupont, ExxonMobil, Dow Chemical y Formosa Plastic”, según el módulo uno del programa Environmental Justice curriculum de EarthEcho International. 

Esta semana, en el extremo sureste de la península coreana, en Busan (Corea del Sur), tiene lugar la quinta y última ronda de la reunión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-5) para un Tratado Mundial sobre los Plásticos. 

Somos conscientes de que Estados Unidos y líderes mundiales tienen una oportunidad sin precedentes de tomar medidas para erradicar la contaminación por plásticos. Necesitamos y merecemos que nuestros líderes mundiales aborden con urgencia el problema de los millones de toneladas de residuos plásticos que se desechan cada año. 

Nosotros, como ciudadanos globales de este frágil planeta, debemos continuar alzando nuestras voces para hacer un llamado a cerrar el ciclo de vida de los plásticos y de los combustibles fósiles que los hacen posibles.

Betsy López-Wagner es la directora y fundadora de López-Wagner Strategies, An Equitable Communications Agency®. Líder del Consejo Asesor Empresarial del Sistema de Santuarios de la NOAA – la red incluye un sistema de 17 santuarios marinos nacionales y los monumentos nacionales marinos Papahānaumokuākea y Rose Atoll – y es miembro de la junta directiva de la Sociedad Xerces para la Conservación de Invertebrados. 

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