Gramercy Typewriter Co.: El último refugio de las máquinas de escribir en Nueva York
La última tienda de máquinas de escribir en Nueva York, Gramercy Typewriter Co., resiste la era digital con un legado de 3 generaciones

Este negocio de máquinas de escribir se resiste a desaparecer. Crédito: Shutterstock
En una ciudad dominada por la tecnología y las pantallas digitales, Gramercy Typewriter Co. es un vestigio de otra época.
Ubicada en Nueva York, esta tienda familiar es la última de su tipo en la ciudad y un testimonio de la resistencia del arte de la mecanografía. Desde 1932, ha desafiado la obsolescencia, manteniéndose fiel a una tradición que muchos daban por perdida.
Fundada por Abraham Schweitzer hace más de 90 años, Gramercy Typewriter Co. pasó a manos de su hijo Paul, quien a sus 87 años sigue reparando máquinas de escribir con la misma dedicación de siempre. Hoy, la tercera generación liderada por Jay Schweitzer mantiene el negocio a flote en un mundo donde las computadoras han relegado a estos aparatos al olvido.
“Prefiero escribir una carta en una máquina de escribir que enviar un correo electrónico”, afirma Jay, de 57 años, en entrevista para New York Post. “El sonido es hermoso, no hay nada igual”.
La última de su clase
Con el cierre de la única tienda de máquinas de escribir en Boston este mes, Gramercy Typewriter Co. se ha convertido en el último refugio de estos aparatos en Nueva York. Mientras muchos negocios similares intentaron adaptarse vendiendo computadoras e impresoras, los Schweitzer decidieron mantenerse fieles a lo que mejor saben hacer.
“Mi padre no quería empezar de nuevo con algo completamente distinto”, dice Jay. “Era como aprender un nuevo idioma, y no quería volver a la escuela”.
Esta decisión, que en su momento parecía arriesgada, ha demostrado ser la clave de su longevidad. Mientras otros competidores desaparecían, Gramercy Typewriter Co. prosperaba, conservando su reputación y atrayendo a nuevos clientes.
Un mercado que se resiste a desaparecer
Sorprendentemente, las máquinas de escribir siguen teniendo demanda. La tienda vende entre 40 y 50 unidades al mes, muchas de ellas recuperadas de negocios cerrados o restauradas con piezas originales. Además, sus máquinas han sido utilizadas en producciones de Hollywood y Broadway, como “The Marvelous Mrs. Maisel”, “The Post” de Steven Spielberg y la obra “Good Night and Good Luck”, protagonizada por George Clooney.
“Incluso cuando no se usan, son hermosas”, dice Jay. “Son probablemente lo más elegante que alguien puede tener en su casa u oficina”.
Una nueva generación de clientes
Aunque podría pensarse que las máquinas de escribir solo interesan a nostálgicos, la realidad es distinta. La Generación Z, fascinada por la tecnología retro, está redescubriendo estos aparatos. Los padres llevan a sus hijos de entre 7 y 10 años a la tienda tras verlos interesados en estos dispositivos en películas o series de televisión.
Para muchos padres, comprar una máquina de escribir significa ofrecer a sus hijos una alternativa libre de pantallas. En un mundo hiperconectado, estos aparatos representan una pausa del constante flujo digital, permitiendo una escritura más reflexiva y sin distracciones.
En una era donde las computadoras y teléfonos tienen una vida útil limitada, las máquinas de escribir destacan por su durabilidad. “No veo a mucha gente diciendo ‘voy a reparar mi laptop’, porque simplemente no vale la pena”, comenta Jay. “Los sistemas operativos se vuelven obsoletos y hay que comprar uno nuevo. Eso no sucede aquí”.
Las máquinas de escribir, diseñadas para durar décadas o incluso siglos, siguen funcionando con una simple limpieza y mantenimiento. Este enfoque contrasta con la obsolescencia programada de la tecnología moderna y ha atraído a un nicho de consumidores que valoran la calidad y la longevidad sobre la conveniencia efímera.
Un negocio que se niega a desaparecer
Jay Schweitzer creció en la tienda, aprendiendo el oficio desde niño mientras ayudaba con tareas simples como cambiar cintas de tinta. Hoy, sigue los pasos de su padre y abuelo, asegurando que Gramercy Typewriter Co. continúe siendo un refugio para los amantes de la mecanografía.
“Mi padre nunca pensó en jubilarse”, dice. “Ha bajado un poco el ritmo, pero disfruta lo que hace y cada día espera con ansias trabajar en su banco de trabajo”.
En un mundo dominado por la inmediatez digital, Gramercy Typewriter Co. demuestra que la paciencia, la dedicación y la pasión por un oficio pueden mantener vivo un negocio por casi un siglo. Y quizás, con la nueva generación descubriendo el encanto de las máquinas de escribir, esta historia aún tenga muchas páginas por escribir.
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