‘Adiós, Paco’

“¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona!” —Francisco Bergoglio

Hijo de inmigrantes italianos, criado en Buenos Aires, jesuita y lector de los clásicos, Francisco llegó al pontificado con la memoria de las villas miseria y las dictaduras militares.

Hijo de inmigrantes italianos, criado en Buenos Aires, jesuita y lector de los clásicos, Francisco llegó al pontificado con la memoria de las villas miseria y las dictaduras militares. Crédito: AI - Ramiro Sandoval | Cortesía

Ap’rendí en España que a los Franciscos les llamaban Paco. Me pareció entonces un apodo cercano, entrañable, cargado de una familiaridad que desarma. Ahora pienso que nunca hubo un Papa tan Paco como Francisco.

La paz como cruzada: Colombia en su corazón

Pienso que pocas figuras fuera de Colombia entendieron la profundidad del dolor que ha atravesado ese país como lo hizo Francisco. En octubre de 2022, el Papa recibió en el Vaticano a una comisión del Foro Internacional de Víctimas (FIV) (2), junto a representantes de la Mesa de Participación de Víctimas. No fue una audiencia simbólica. Fue un gesto político y pastoral de alto calado. Recibió el informe final de la Comisión de la Verdad, “Hay futuro si hay verdad”(3), y lo bendijo.

A mí manera de ver, eso fue una declaración de principios: sin verdad no hay reconciliación. Francisco no bendecía a un gobierno, ni a un proceso, sino a las víctimas, a su voz. Su compromiso con la paz no fue tibio. Fue valiente. En un mundo donde los líderes eligen la neutralidad para no incomodar, Francisco se permitió tomar partido: por los que han sido silenciados, desplazados, violentados.

El nombre y el símbolo

Aprendí en España que a los Franciscos les llamaban Paco. Me pareció entonces un apodo cercano, entrañable, cargado de una familiaridad que desarma. Ahora pienso que nunca hubo un Papa tan Paco como Francisco. Y su elección del nombre lo anticipó todo: San Francisco de Asís, el de la pobreza radical, el de la compasión universal, el que hablaba con los pájaros y lloraba por los leprosos.

Desde el inicio de su pontificado, Francisco quiso dejar claro que no pretendía gobernar una monarquía, sino servir a una comunidad. Rechazó el palacio apostólico, llevó su propio maletín, habló sin miedo, rompió protocolos. Su estilo era sencillo, pero su mensaje era profundo: la Iglesia tiene que volver al Evangelio o resignarse a su irrelevancia.

El amigo de los pobres y la Tierra

Francisco no tuvo miedo de incomodar a las potencias. Dijo lo que otros callaban. No separó la defensa del planeta de la opción por los pobres. Y, por eso, también habló de los migrantes, de los pueblos indígenas y de la dignidad de los olvidados. Fue un pastor de lo creado. Y lo hizo en un tiempo en el que la Iglesia institucional sigue atrapada entre pactos de silencio y privilegios obsoletos.

Francisco no fue ambientalista por moda. Su encíclica “Laudato Si” es, a mi juicio, uno de los documentos más importantes del siglo XXI. No habla solo del cambio climático. Hace una crítica directa al progreso depredador. Como lo hace en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, al decir, con todas las letras que “esta economía mata”(4).

En octubre de 2022, el Papa recibió en el Vaticano a una comisión del Foro Internacional de Víctimas (FIV), junto a representantes de la Mesa de Participación de Víctimas.
En octubre de 2022, el Papa recibió en el Vaticano a una comisión del Foro Internacional de Víctimas (FIV), junto a representantes de la Mesa de Participación de Víctimas.
Crédito: Archivo Foro Internacional | Cortesía

Un Papa venido del sur

No creo que haya sido casualidad que el primer Papa latinoamericano fuera también el más audaz en mucho tiempo. Hijo de inmigrantes italianos, criado en Buenos Aires, jesuita y lector de los clásicos, Francisco llegó al pontificado con la memoria de las villas miseria y las dictaduras militares.

No hablaba en latín para impresionar. Hablaba en argentino para conmover. Traía consigo una teología de callejón, de mercado, de comedor comunitario. Y eso lo volvió peligroso para los que prefieren una Iglesia más preocupada por conservar su estructura que por sanar su corazón. La suya fue una mirada desde abajo. Y desde abajo se ve distinto.

Francisco, teólogo del pueblo

A mi modo de ver, Francisco nunca fue un teólogo de escritorio. Fue un teólogo del pueblo. Admirador de Gustavo Gutiérrez, compartía con él una pregunta radical: “¿Cómo se le dice a un pobre: ‘Dios te ama’?”. No con sermones, sino con acciones. Y él actuaba. Visitaba cárceles, besaba llagas, se reunía con refugiados, abrazaba a los que otros miraban de lejos.

Aunque nunca se proclamó como defensor de la Teología de la Liberación, supo recoger lo mejor de esa tradición: el Evangelio vivido en clave de justicia. Lo hizo sin consignas, sin radicalismos, pero con una claridad ética que desarmaba al más escéptico.

Un reformista entre Papas

Creo que su legado más difícil de continuar será su impulso reformista. Francisco sabía que la Iglesia necesitaba abrir puertas, no reforzar murallas. Por eso denunció el clericalismo, combatió el abuso de poder, exigió tolerancia cero con la pederastia clerical, aunque la estructura de la Iglesia pareciera muchas veces no acompañarlo. Esa es, quizá, su mayor deuda pendiente: el saneamiento profundo de una institución que ha hecho demasiado poco por sus propias víctimas.

En 2023, autorizó la bendición de parejas del mismo sexo, a través del documento Fiducia Supplicans (5). No fue un cambio dogmático, pero fue un gesto pastoral de enorme impacto. Fue decir: aquí caben todos. Y en tiempos donde el odio se disfraza de moral, eso ya es mucho.

Francisco y Palestina: dolor sin fronteras

Pocos líderes mundiales como el presidente de Colombia Gustavo Petro Urrego, se han atrevido a llamar genocidio al genocidio. Francisco fue uno de ellos. En su autobiografía Esperanza (6), condenó el asesinato de civiles palestinos, afirmando que matar inocentes, venga de quien venga, es terrorismo. No tomó partido por gobiernos, sino por los pueblos. Y eso, en tiempos de propaganda y manipulación, es casi un milagro.

Creo que su postura ante Palestina, como ante tantas otras crisis, fue la de un pastor que no calcula consecuencias políticas, sino que escucha el gemido de los que sufren. Y los defiende.

Aquí me despido, Francisco, con el café y los dulces tradicionales hechos por las manos de las mujeres víctimas de la guerra, que te visitaron. Ah, y el barquito de sal típico de Torrevieja, España, donde celebramos el VII Foro Internacional de Víctimas.

Desde quienes trabajamos con y por el pueblo, desde quienes creemos que la espiritualidad sin justicia social es solo representación vacía, decimos gracias. Gracias por el ejemplo. Gracias por incomodar. Gracias por enseñarnos a no tener miedo.

Adiós, Paco, y gracias por tu ternura feroz.

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Referencias

1. Encíclica Laudato Si’ (2015):
https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

2. Encuentro con el Foro Internacional de Víctimas, Colombia (2022):
https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2022-10/papa-francisco-mesa-nacional-participacion-victimas-colombia.html

3. Informe final de la Comisión de la Verdad, Colombia (2022):
https://www.comisiondelaverdad.co/etiquetas/archivo-pdf

4. “Esta economía mata” – Evangelii Gaudium, n.º 53 (2013):
https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html

5. Fiducia Supplicans (2023): https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2023-12/vaticano-fiducia-supplicans-bendiciones-parejas-mismo-sexo.html

6. Declaración sobre Palestina en autobiografía Esperanza (2024):
https://www.huffingtonpost.es/sociedad/el-papa-autobiografia-matar-civiles-inermes-gaza-tambien-terrorismobr.html

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