El poder económico oculto de las latinas: cómo 33 millones de mujeres están transformando la economía de EE.UU.
Las latinas generan $1,300 millones al año, pero ganan solo 54 centavos por cada dólar. Un informe revela su impacto económico real
Las latinas de hoy en EE.UU. están trabajando arduamente para que las generaciones femeninas crezcan sumamente empoderadas, en todos los sentidos. Crédito: Shutterstock
Por primera vez en la historia, un informe nacional documenta la verdadera dimensión económica de las latinas en Estados Unidos: más de 33 millones de mujeres que contribuyen $1,300 millones de dólares a la economía, pero que enfrentan brechas salariales devastadoras que les cuestan más de $1 millón en ingresos durante su vida laboral.
La organización HOPE (Hispanas Organizadas por la Igualdad Política) acaba de publicar el primer Informe Nacional sobre la Situación Económica de las Latinas, un análisis exhaustivo que combina datos rigurosos con testimonios directos de mujeres en California, Texas, Florida, Nueva York e Illinois, los cinco estados con mayor población latina del país.
Los números revelan una paradoja alarmante: mientras las latinas impulsan sectores clave de la economía estadounidense y alcanzan niveles históricos de participación laboral, continúan ganando apenas 54 centavos por cada dólar que recibe un hombre blanco no hispano. Esta inequidad se traduce en una pérdida acumulada de $1,360 millones a lo largo de una carrera de 40 años.
La fuerza demográfica que está redefiniendo a EE.UU.
Las cifras demográficas son contundentes. En 2024, más de 33.6 millones de latinas representan el 9.88% de la población total de EE.UU. y casi la mitad de todos los hispanos en el país. Para poner esto en perspectiva: una de cada 10 personas en EE.UU. es latina, y casi una de cada 5 mujeres pertenece a este grupo demográfico.
Pero lo más revelador es la tendencia. Entre 2010 y 2024, la población de latinas creció más del 34%, mientras que se proyecta que para 2060, una de cada 4 mujeres en EE.UU. será latina. Este crecimiento acelerado contrasta dramáticamente con la población blanca no hispana, que se espera disminuya del 63.5% en 2010 al 44.9% para 2060.
La juventud es otro factor determinante. Con una edad mediana de 31.6 años, las latinas son significativamente más jóvenes que otros grupos demográficos. Las mujeres blancas tienen una edad mediana de 45.6 años, creando una brecha de 14 años que tiene implicaciones profundas para el futuro del mercado laboral estadounidense.
Helen Iris Torres, directora ejecutiva de HOPE, lo expresa claramente: “Las latinas están desarrollando habilidades, cursando estudios superiores y contribuyendo a la economía; sin embargo, muchas siguen enfrentándose a barreras como la desigualdad salarial, el acceso limitado al capital y la escasa representación en puestos de liderazgo”.
El motor económico que nadie mide correctamente
El PIB latino alcanzó $4,100 millones en 2023, posicionándose como la 5° economía más grande del mundo si fuera un país independiente. Dentro de esta impresionante cifra, las latinas contribuyeron $1,300 millones en 2021, casi duplicando su aportación desde 2010.
Más allá de generar ingresos, las latinas controlan el 80% del presupuesto familiar en hogares hispanos, lo que significa que administran una porción sustancial del poder adquisitivo de toda la comunidad. Esta responsabilidad financiera es enorme, pero pocas veces se reconoce en análisis económicos tradicionales.
La participación laboral de las latinas alcanzó un récord histórico del 58.9% en 2024, superando a las mujeres blancas por casi 2 puntos porcentuales. Las proyecciones indican que esta tendencia continuará: para 2034, la tasa de participación laboral de las latinas aumentará al 59.6%, mientras que la fuerza laboral en general experimentará una disminución.
María, una neoyorquina de 30 años entrevistada para el informe, resume esta realidad: “Mis padres no eran tan conocedores sobre inversiones. Tuve que aprender todo por mi cuenta”. Su historia refleja la de millones de latinas de primera generación que navegan sistemas educativos, laborales y financieros sin el conocimiento institucional que muchos de sus pares heredan de sus familias.
La brecha salarial: una deuda de $1 millón
Los datos sobre desigualdad salarial son particularmente reveladores. En 2024, las latinas que trabajaban tiempo completo durante todo el año ganaron apenas 58 centavos por cada dólar que recibió un hombre blanco no hispano. Esta cifra empeora al considerar todos los tipos de ingresos, donde las latinas ganan solo 54 centavos por dólar.
Para ponerlo en términos concretos: el ingreso promedio de las latinas en 2024 fue de $44,186, representando apenas el 71.8% del ingreso nacional medio y solo el 60% de lo que ganan las mujeres asiáticas.
A lo largo de una carrera de 40 años, esta brecha se convierte en una pérdida devastadora. En 2023, el costo de por vida para la latina promedio que trabaja tiempo completo fue de $1,218,000 en comparación con lo que gana un hombre blanco promedio. Una latina tendría que trabajar hasta los 90 años para ganar lo equivalente a lo que un hombre blanco gana a los 60.
Las variaciones estatales son dramáticas. En California, las latinas experimentan pérdidas de por vida de $2,187,080, casi el doble del promedio nacional. Florida presenta la menor pérdida entre los estados estudiados, pero aún alcanza $1,058,640, más de un $1 millon que nunca llegarán a las cuentas bancarias, fondos de retiro o herencias familiares.
Esta inequidad no es accidental. Refleja la segregación ocupacional que persiste en el mercado laboral. Solo el 31% de las latinas empleadas trabajan en ocupaciones profesionales y de gestión mejor remuneradas, comparado con el 49% de las mujeres blancas. En cambio, el 55% de las latinas están concentradas en servicios y ventas de menor pago, frente al 44% de las mujeres blancas.
Educación: avances significativos con brechas persistentes
El panorama educativo muestra progreso notable pero desigual. Entre 2010 y 2023, el número de latinas que obtuvieron títulos universitarios o superiores aumentó un 127%. En 2023, el 15% de las latinas mayores de 25 años tenían al menos una licenciatura, comparado con el 9.8% en 2010.
Sin embargo, las brechas persisten. Solo el 22.9% de las latinas de 25 años o más tienen al menos un título universitario, muy por debajo del 40.9% de las mujeres blancas y el 56.6% de las mujeres asiáticas.
Las latinas representan el 22.8% de todas las mujeres matriculadas como estudiantes universitarias de pregrado en 2023, un aumento significativo. Pero su representación en programas de inscripción doble en preparatoria es apenas del 20%, menor a su proporción en la población estudiantil general, lo que limita su acceso a créditos universitarios anticipados que reducirían costos y tiempo.
Catalina, una californiana de unos 20 años, compartió su experiencia: “Comencé un negocio secundario mientras estaba en la universidad durante la pandemia, un tiempo en que a menudo me quedaba sin suficiente comida para ahorrar dinero”. Su historia ilustra las múltiples barreras que enfrentan las estudiantes latinas: costos prohibitivos, falta de redes de apoyo y la necesidad de trabajar mientras estudian.
Los resultados académicos también reflejan estas desigualdades. Las puntuaciones de matemáticas y lectura de estudiantes hispanos en las pruebas nacionales NAEP continúan por debajo de sus contrapartes blancos. En 2024, los estudiantes hispanos de 4° grado obtuvieron 227 puntos en matemáticas, comparado con 247 de los estudiantes blancos. La brecha se amplía en 8° grado.
El ausentismo crónico agrava estos problemas. El 33.2% de los estudiantes hispanos faltaron al 10% o más de los días escolares en el año académico 2022-23, muy por encima del 21.9% de los estudiantes blancos. Este ausentismo está directamente relacionado con el rendimiento: las puntuaciones de lectura de cuarto grado cayeron un 13% entre estudiantes hispanos cuando las ausencias aumentaron de cero a más de 10 días por mes.

El emprendimiento como vía de movilidad económica
Frente a las barreras laborales tradicionales, muchas latinas han optado por el emprendimiento. En 2022, casi 2.4 millones de empresas propiedad de latinas generaron más de $184,800 millones en ingresos y emplearon a 893,319 personas.
La vasta mayoría (94.6%) son empresas sin empleados que generaron $64,500 millones, representando el 35% de los ingresos totales de empresas propiedad de latinas. Aproximadamente la mitad de estas empresas sin empleados pertenecen a latinas de la generación Millennial.
Las 121,841 empresas con empleados propiedad de latinas generaron $120,300 millones adicionales. Entre 2019 y 2022, el número de estas empresas creció un 36% a nivel nacional, representando el 9.3% de todas las empresas con empleados propiedad de mujeres.
Los sectores donde más destacan las empresarias latinas incluyen salud y asistencia social (15.7%), servicios profesionales, científicos y técnicos (14%), y alojamiento y servicios de alimentos (13%). Más del 42% de todas las empresas con empleados propiedad de latinas operan en estas 3 industrias.
Florida lidera con 25,782 empresas con empleados propiedad de latinas en 2022, aunque California genera los mayores ingresos totales con $28,100 millones. Texas ocupa el tercer lugar con 18,400 empresas que generan $21,600 millones.
Susana, una empresaria de Illinois en sus 50 años, reflexiona sobre los desafíos: “Saber cuánto cobrar por tus servicios es un proceso de aprendizaje”. Su comentario apunta a una barrera crítica: muchas latinas empresarias carecen del conocimiento empresarial heredado o las redes profesionales que facilitan la valoración adecuada de productos y servicios.
El acceso al capital continúa siendo un obstáculo mayor. Las empresas propiedad de latinas generan en promedio solo el 54% de los ingresos de empresas propiedad de mujeres blancas, reflejando disparidades en financiamiento inicial, acceso a líneas de crédito y oportunidades de inversión.
Vivienda: el sueño americano cada vez más lejano
La tasa de propiedad de vivienda entre hispanos alcanzó el 49% en 2024, 2 puntos porcentuales menos que el año anterior, aunque todavía superior al 47.5% prepandemia de 2019. Sin embargo, la brecha con los blancos no hispanos se amplió a 25.3 puntos porcentuales, aumentando desde el mínimo histórico de 21.9 en 2022.
Los hispanos son significativamente más propensos a ser inquilinos: el 49.1% de los hogares hispanos alquilan, comparado con solo el 26.7% de los hogares blancos no hispanos. En Nueva York, la diferencia alcanza 37.9 puntos porcentuales, la más alta entre los 5 estados estudiados.
Los precios medianos de vivienda han hecho la propiedad cada vez más inaccesible. A nivel nacional, el precio mediano alcanzó $418,950 en 2024. En California, se disparó a $860,500, más del doble del promedio nacional. Entre 2019 y 2024, las rentas medianas aumentaron casi 36% a nivel nacional, con Florida experimentando el aumento más pronunciado del 46.4%.
Una participante del grupo focal en Texas expresó su preocupación: “Comprar una casa parece una buena inversión a largo plazo, pero la incertidumbre de costos como mantenimiento e impuestos a la propiedad podría descarrilar mi sueño incluso después de finalmente comprar”.
Para las mujeres jóvenes con deudas estudiantiles y de tarjetas de crédito, la propiedad de vivienda parece completamente fuera de alcance. Ximena, una Gen Z de Illinois, expresó: “Es difícil imaginar un futuro donde pueda permitirme comprar una casa”.

Salud y jubilación: vulnerabilidades acumuladas
Las tasas de personas sin seguro médico son dramáticamente más altas para los hispanos. En 2024, el 17% de los hispanos carecían de seguro, más de 3 veces la tasa de asiáticos y blancos. En Texas, una de cada 4 personas hispanas no tiene seguro médico (26.4%).
Esta falta de cobertura se traduce en deuda médica. Los hogares hispanos tienen más probabilidades (21.7%) de tener deuda médica que los hogares asiáticos (9.7%) y blancos (17.2%), aunque los hogares negros enfrentan la tasa más alta (27.9%).
La esperanza de vida de las latinas era de 84 años en 2023, casi recuperando su nivel prepandemia de 84.4 años. Aunque viven más que otros grupos excepto las mujeres asiáticas americanas, esta longevidad también significa mayores costos médicos acumulados durante el retiro.
Los beneficios de Seguro Social reflejan las disparidades salariales de toda una vida. En 2024, el beneficio anual mediano para latinas fue de $13,992, $6,211 menos que para mujeres blancas y solo el 54% del beneficio de hombres blancos. Una latina soltera que dependa únicamente del Seguro Social viviría por debajo de la línea federal de pobreza.
A nivel nacional, aproximadamente un tercio de todos los adultos proporciona apoyo financiero a sus padres, y más de la mitad espera necesitar asistencia de sus hijos. Las normas culturales tradicionales y las estructuras familiares unidas pueden llevar a las latinas a hacer sacrificios financieros significativos para apoyar a sus seres queridos, comprometiendo potencialmente sus propios ahorros para el retiro.
Liderazgo: avances lentos en el poder político y corporativo
La representación de latinas en posiciones de liderazgo permanece críticamente baja. En marzo de 2025, las latinas ocupaban solo el 4.1% de los escaños en la Cámara de Representantes, menos de la mitad de su proporción poblacional del 9.6%. En el Senado, la representación cae al 2%.
Solo hay una gobernadora latina en todo el país (2% del total) y una vicegobernadora. Para alcanzar paridad, se necesitarían 42 representantes latinas adicionales en el Congreso, 10 senadoras más, y 5 gobernadoras adicionales.
A nivel estatal, la representación varía ampliamente. California lidera con un notable 35% de senadoras estatales que son latinas, aunque sus representantes estatales están en solo 17.5%, por debajo de la paridad. Florida, Illinois, Nueva York y Texas muestran representación irregular, pero todos están por debajo de la paridad.
En el sector corporativo, la situación es aún más desalentadora. Las latinas ocupan solo el 1.7% de los escaños en juntas directivas de empresas Fortune 500 en 2024, un leve aumento desde el 1% en 2022. Incluso cuando los nombramientos femeninos para juntas directivas Fortune 500 han crecido un 65% en la última década, las latinas tienen la representación más baja entre cualquier grupo demográfico en juntas corporativas.
Varias mujeres describieron ser caracterizadas injustamente como “demasiado asertivas” o “intimidantes” cuando tomaban iniciativa, ilustrando cómo el liderazgo de las latinas puede ser malinterpretado y subvalorado.
Voces desde la primera línea: lo que dicen las latinas
Los grupos focales revelaron realidades complejas que los datos por sí solos no pueden capturar. La mayoría de las participantes eran de primera generación, a menudo las primeras en sus familias en graduarse de la universidad, perseguir carreras profesionales y establecer seguridad financiera.
Navegaron sistemas complejos de educación superior, fuerza laboral e instituciones financieras sin el conocimiento heredado, las redes o la familiaridad institucional que muchos de sus pares poseen. Su éxito requirió determinación y adaptabilidad, pero también destaca la necesidad de sistemas de apoyo más fuertes.
Muchas describieron profundas ansiedades en torno al dinero: temores de gastar de más, de perder sus ganancias duramente obtenidas, de tomar decisiones financieras sin comprender completamente los riesgos. Naomy, de 23 años en Florida, comentó sobre el miedo de simplemente “no saber lo que no sé”.
A pesar de la acumulación robusta de activos entre muchas participantes, la alfabetización financiera sigue siendo una preocupación en todos los grupos de edad. Varias mujeres expresaron el deseo de asesores financieros confiables que pudieran guiarlas a través de territorio desconocido.
Pilar, una neoyorquina en sus 30 años, describió la “divertida y humilde experiencia” de recurrir a un colega más rico y financieramente experimentado para consejos de inversión a medida que sus ingresos crecían, porque no sabía a dónde más acudir.
Las mujeres jóvenes de la Generación Z reportaron desafíos desproporcionados. El 16.4% de las latinas de 18 a 24 años no estaban en educación, empleo o capacitación en 2022, por encima del promedio nacional del 13.1% y significativamente superior al 10.4% de las mujeres blancas.
Yalinel, una estudiante de posgrado de mediados de los 20 en Nueva York, atribuyó estas dificultades en el mercado laboral a la pandemia de Covid-19, que interrumpió sus años universitarios y dejó a muchos con experiencia limitada, haciéndolos menos competitivos en un entorno de contratación ya cauteloso.
Alexandra, una estudiante de tiempo completo en California trabajando múltiples empleos a tiempo parcial, comentó que sus compañeros “que no provienen del mismo origen [de clase trabajadora] parecen tener más opciones”.
El contexto actual: optimismo cauteloso en tiempos inciertos
Aunque las latinas encuestadas por HOPE durante más de una década generalmente han sido optimistas incluso durante recesiones, las participantes de los grupos focales de 2025 fueron más circunspectas sobre sus perspectivas financieras. Muchas expresaron optimismo cauteloso, mientras algunas reportaron perspectivas sombrías.
El optimismo sobre su bienestar financiero futuro estaba más estrechamente vinculado a la seguridad financiera actual de las participantes que a su edad o nivel educativo; mientras más financieramente seguras estaban, más optimistas se sentían.
Las mujeres en Texas notaron la incertidumbre del mercado laboral a corto plazo para estudiantes que se gradúan y aquellos cuyos trabajos están en flujo, “ya que las oportunidades de trabajo están desapareciendo”. La preocupación sobre la salud de la economía fue ampliamente deliberada por participantes en cada estado.
El tema predominante fue de incertidumbre y cómo las políticas nacionales que cambian rápidamente podrían afectar sus propias finanzas. Las presiones inflacionarias, los cambios en políticas de salud, las redadas de inmigración que siembran miedo en escuelas y lugares de trabajo, y la desinversión en educación superior pública estrecha los caminos para estudiantes de primera generación.
Un imperativo nacional: invertir en el futuro
Helen Iris Torres resume el mensaje central del informe: “Esta investigación destaca tanto el progreso que están logrando las latinas como las barreras que enfrentan, barreras que limitan su capacidad para contribuir plenamente a la fuerza laboral, generar riqueza y liderar en sus comunidades. Al eliminar estos obstáculos, creamos oportunidades y un crecimiento económico que fortalece a todos”.
Las recomendaciones del informe se enfocan en fortalecer el engranaje educación-fuerza laboral, reforzar la infraestructura de cuidado infantil, expandir el acceso a propiedad de vivienda y estabilidad financiera, promover el crecimiento de pequeñas empresas, asegurar acceso a atención médica asequible, y garantizar que todas las comunidades sean contadas e informadas.
Las latinas no solo están impulsando la economía estadounidense del presente, están definiendo su futuro. Con casi una de cada 10 estadounidenses siendo latina, y proyecciones que indican que serán una de cada 4 mujeres para 2060, su éxito económico no es simplemente un asunto de justicia social, es un imperativo de prosperidad nacional.
Cuando se eliminan las barreras que enfrentan las latinas, no solo ellas se benefician. Familias enteras, comunidades completas y la economía en su conjunto se fortalecen. Los $1,300 millones que ya aportan podrían multiplicarse si se cerraran las brechas salariales, se ampliara el acceso al capital empresarial y se eliminara la segregación ocupacional.
Como dice el informe: “Invertir en personas trabajadoras, incluido el creciente número de latinas que impulsan nuestra economía, es una estrategia estabilizadora y con visión de futuro. Apoyar su capacidad de aprender, trabajar, iniciar negocios y cuidar de sus familias fortalece no solo los resultados individuales, sino la prosperidad comunitaria a largo plazo”.
La pregunta no es si Estados Unidos puede permitirse invertir en las latinas. La pregunta es si puede permitirse no hacerlo.
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