La fuerza de bailar: el contento
La naturaleza musical del ser nos regaló la mejor medicina.
Cualquier plaza o zócalo es ocasión para dar frente a los vientos adversos, o bien reconocer la alegría de respirar por medio del baile. En casi toda la república mexicana se desgastan las suelas de los zapatos en honor al rito del contento, la sensualidad, el cortejo y la inmortalidad de lo que fue y ha sido.
Las personas de edad avanzada dan ejemplo en torno a la música que viene de algún quiosco central, donde la orquesta del Estado interpreta melodías como: sones cubanos, danzón, mambo, bolero , son huasteco, mariachi, valses, chotís y así todo lo que mueve al cuerpo con gracia.
El saber popular, el folclore, viene del sentimiento general de un pueblo que no se pierde con los años, esa expresión comunal determinada que hace por sobrevivir en cada rincón donde le sea posible. El estímulo que el ritmo representa para el latino es el mismo que pulsa dentro, los bríos que habrán de respaldar cada actividad de la cotidianidad.
La salvaguarda de la sonoridad folclórica también reside en la porosidad de las calles o primeros cuadros públicos de México, allí donde se baila, donde se halla el contento de quien aprecia enmendar o arreglar cualquier problema de su vida con la mejor medicina: el baile.