“Migración forzada”: la nueva diáspora boricua
89,000 puertorriqueños se mudaron de la isla a Estados Unidos en el 2015
Las hermanas Arana Pomales llegaron a Nueva York en enero del 2015 con una maleta cada una, sin apartamento, o trabajo. Las nativas de Bayamón, Puerto Rico decidieron mudarse a la ciudad Nueva York porque sabían que era un lugar progresista, diferente a la isla, pero donde había una comunidad boricua vibrante y oportunidades en ambos de sus industrias.
Sasha, la mayor de 29 años, perdió su trabajo como analista de apelaciones y querellas con Medicare por unos recortes y terminó trabajando para una compañía privada en servicio al cliente.
A la vez, su hermana Carlamarie se acababa de graduar de Publicidad y Diseño Gráfico y las únicas oportunidades que conseguía era trabajo independiente, temporero. Mientras tanto, la joven de 24 años trabajaba en una tienda.
“Ya mi hermana notaba que estaba desesperada y triste que no consiguiera un trabajo”, dijo la hermana menor, “Me gusta el trabajo freelance pero quería estar en una marca y pulirme”.
Cuando hicieron el viaje de cuatro horas, Sasha y Carlamarie se unieron a las 89 mil personas que emigraron de Puerto Rico a Estados Unidos en el 2015, según las cifras de la Encuesta sobre la Comunidad de Puerto Rico y los Estados Unidos. Esto representa 5 mil personas más que el año previo y el mayor número de migrantes desde que comenzó la encuesta en el 2005.
Cuando llegaron a la Gran Manzana, trabajaban por las noches en el Forever 21 de Times Square para sostenerse mientras buscaban trabajo. Hoy en día las hermanas han logrado conseguir puestos permanentes: Sasha como una coordinadora con el Visiting Nurse Service of New York, la agencia más grande sin fines de lucro de servicios de cuidado en el hogar, y Carlamarie como diseñadora gráfica de la joyería Michal Golan.
Ambas creen que continuarán formándose como profesionales en la ciudad. Aunque mantienen lazos cercanos con la isla “yo visualizo mi retiro allá”, dijo Sasha añadiendo, “pero con un depósito directo de mi pensión acá”. Ella explicó la preocupación viene porque sus padres que dedicaron 40 años en el servicio público ahora enfrentan posibles recortes por las medidas de austeridad que continúan imponiendo en Puerto Rico.
Las hermanas Arana Pomales no son las primeras en su familia de formar parte de la diáspora. Sus abuelos se mudaron a Nueva York en el Gran Éxodo de los del 1945–60 donde -500 mil puertorriqueños emigraron en términos netos en un periodo de 15 años. Sin embargo, el reporte antes mencionado indicó que la migración de hoy en día superará esos números— –445 mil personas ya han salido de la isla en un periodo de 10 años.
El perfil del migrante ha cambiado. En los 50’s el campesino con poca preparación se mudó a Nueva York y consiguió un trabajo en las fábricas. Pero en el 2015, más de la mitad (53%) de los inmigrantes tuvieron alguna educación post-secundaria o más en el 2015, las más alta estimada por la Encuesta durante el periodo 2005-2015.
La abogada Marta Vélez Álvarez llama su llegada a Nueva York una “emigración forzada”. Antes de mudarse, trabajaba en el sector sin fines de lucro ayudando a inmigrantes dominicanos y víctimas de violencia doméstica.
Pero la organización con quien estaba tuvo dificultades recibiendo los fondos para su puesto. “Estar parado ocho semanas cuando uno quiere trabajar y ayudar a personas indigente de una forma genuina se hacía cada vez más difícil en la isla”, dijo la mujer de 37 años.
En agosto del 2015, se mudó a Nueva York y comenzó a trabajar en Long Island como abogada de inmigración. Ahora trabaja por contrato con bufetes privados y organizaciones sin fines de lucro. Además vende ropa a través de la marca Lularoe, que es como un Avon de moda.
Aunque piensa quedarse en el exterior, le “parte el corazón” pensar en la situación de Puerto Rico. “Lo más que me duele es que esas medidas de austeridad, esas propuestas de tanto el gobernador como la Junta de Control Fiscal son decisiones que van afectar a la isla por muchísimos años y eso es terriblemente triste”, añadió.
Aunque no se ve permanentemente en la isla, si le gustaría trabajar en proyectos de interés social y aportar de alguna manera.
En la era de las redes sociales la diáspora está más conectada con la isla y sus problemas que nunca. “Los puertorriqueños que salen de PR no pueden desconectarse”, expresó Gerónimo Mercado de 47 años, quien lee El Nuevo Día todos los días para mantenerse al tanto.
Antes de venir a Nueva York en septiembre del 2015, estaba trabajando en la isla pero “el trabajo disminuyó un montón” por lo cual se mudó cuando fue aceptado en el programa de Arte Sonido de la Universidad Columbia, en donde sólo aceptan a 3 estudiantes en cada clase.
El padre de dos hijos en la isla, está debatiendo si se queda en Nueva York o vuelve a Puerto Rico. Pero no importa la decisión, estará conectado con la perla del caribe. “Realmente aquí no te sientes separado de tu país, porque Nueva York se convierte en una extensión del país de uno”, añadió.