Seis remedios profesionales y caseros para blanquear los dientes1
Las dentaduras son cada vez más blancas... ¿nos exigen imposibles o son saludables? Acá, algunos tips para sonreír sin culpa
La realidad es que a nunca te molestó taaaanto, pero de repente notas que en la oficina, en tu grupo de amigas o en tu familia, los dientes de quienes te rodean son impecables y parecen cada vez más blancos.
Y si prendes la tele, el mensaje es aún más potente: te vas a encontrar con sonrisas blancas y relucientes de celebrities, publicidades y mucha oferta de productos blanqueadores o de tratamientos para hacerte. Claro, y al compararlos con los tuyos, te queda la pregunta de si no deberías hacer algo al respecto. Lo que nos pasa es lógico: la boca -y más precisamente la sonrisa, que es cuando los dientes más se ven- no solo dice mucho de una persona, sino que, además, es un símbolo de bienestar y de felicidad.
Pero acá hagamos una distinción: una cosa es tener los dientes feos y descuidados y otra es tenerlos un poco (o bastante) amarillos, por no haber realizado un tratamiento especial o no haber tenido en cuenta algunos cuidados.
El parámetro de belleza dental cambió (con relación a lo que era hace unos 20 o 30 años) y corremos el riesgo de entrar en una vorágine de exigencias que nos llevan, por un lado, a buscar ser lo más naturales y espontáneas posibles, pero por otro lado, a perseguir cosas imposibles, como tener los dientes inmaculados pasados los 30.
Tratamientos posibles
Modificar cómo se ve tu sonrisa es una tarea relativamente sencilla porque puedes hacer algunas cosas desde casa, pero también cuentas con herramientas profesionales.
El primer paso siempre es consultar a un odontólogo, que verá si hay algo que corregir (por ejemplo, caries o un tema de encías) y después va a charlar contigo sobre las expectativas y los patrones a seguir. La “inspección” del profesional se hace desde afuera hacia adentro: miran primero la cara, la expresión, las facciones, y finalmente, los dientes. En este sentido, una cosa es que tengas los dientes amarillos porque tus papás los tenían así (de hecho, cada una de nosotras tiene un color de dientes por “genética”) o porque tienes algunos hábitos alimentarios no tan buenos -el café y el tabaco a la cabeza- y otra muy distinta es que te los quieras blanquear porque sientes que se ven opacos o que te restan en el look general.
Siguiendo con esta línea de dos opciones, si tu idea es lograr un color determinado (que no tienes originalmente), lo que se hace es trabajar con coronas y carillas de porcelana; mientras que si lo que quieres es mejorar el color de TU esmalte dental, el tratamiento se realiza con un producto desoxidante.
En esta segunda opción, el blanqueamiento se puede realizar en forma ambulatoria o en el consultorio, aunque también pueden combinarse ambos.
En el caso ambulatorio, se prepara una cubeta para cada maxilar, que te tienes que colocar mínimo por 3 horas. Estas cubetas tienen peróxido de carbamida o de hidrógeno; y cuantos más días se repita el procedimiento, mejores serán los resultados. Igual, siempre tiene que haber supervisión por parte de un profesional.
En cuanto al consultorio, el procedimiento es el mismo, pero con productos de mayor concentración. Además, puede aplicarse luz halógena y también puede hacerse con luz de LED (fría), que disminuye la sensibilidad. La última de las opciones es aplicar láser, y se consiguen resultados más duraderos.
En cuanto al postratamiento, se recomienda comer alimentos y bebidas de coloración blanca o clara, además de sin conservantes o sustancias que puedan “teñir” los dientes (por ejemplo, el vino tinto queda fuera de la cuestión por unos días).
¿Qué evitar?
La alimentación y nuestros hábitos, en general, tienen mucho que ver con la coloración del esmalte dental. Por eso, hacemos una listita negra de lo que conviene evitar para que los dientes no se pongan cada vez más amarillos:
Café: sus propiedades hacen que, a largo plazo, el color de la bebida se adhiera fácilmente a los dientes.
Té: si bien las manchas de té son menos notorias que las del café, también aparecen en el exterior de la placa dental con el paso del tiempo.
Vino: el ácido tánico que contiene provoca corrosiones en el esmalte que afectan el color.
Bebidas: tipo gaseosas o jugos no naturales que, por la alta cantidad de azúcares agregados, son la principal causa de la aparición de manchas en la dentadura.
Frutos rojos: el pigmento se adhiere muy fácilmente a los dientes y provoca manchas.
Verduras: de tono oscuro o anaranjado, como las berenjenas o la remolacha.
Salsas y condimentos: su alto contenido de agentes decolorantes favorece la aparición de manchas y el desgaste del esmalte dental. Las más “peligrosas” son la salsa de soja, la de tomate, el vinagre o el curry.
Caramelos: tienen mucha azúcar y colorantes que pueden generar manchas y caries.
Tabaco: también oscurece el esmalte.
Cuatro “pociones mágicas” para hacer en casa
Existen algunas recetas que puedes probar para lograr una sonrisa blanca at home.
1. Frotar los dientes con el interior de una cáscara de naranja o banana. En ambos casos, después hay que cepillarse los dientes normalmente. Comer una manzana por día también es una muy buena opción.
2. Preparar una pasta con frutillas y bicarbonato de sodio. Una vez por semana, aplica la pasta en tus dientes, deja actuar 20 minutos y enjuaga. Espera 30 minutos más y cepíllate como siempre.
3. Hacer una pasta con levadura de cerveza. Lleva 1 cucharada de levadura de cerveza, 2 cucharaditas de sal y un poco de agua. Con eso, cepíllate los dientes como con cualquier otro dentífrico.
4. Incorporar el vinagre de manzana. Le da un plus de efectividad a cualquier pasta de dientes. Mezcla 3 partes de agua y 1 de vinagre y dilúyelo con el dentífrico que uses. Cepíllate como siempre.
Alimentos aliados
Así como te contamos que algunas verduras manchan el esmalte dental, hay otras que son buenas y ayudan a blanquearlo. Entre estas están: las peras, manzanas, zanahorias, pepinos, coliflor, lechuga, brócoli y espinaca. ¿La razón? En algunos casos, el contenido de fibra, y en otros, los nutrientes que crean una película protectora en el esmalte de los dientes.
También son buenos los quesos porque sus proteínas y grasas neutralizan los ácidos de otros alimentos, al mismo tiempo que estimulan la producción de saliva (que tiene fósforo y calcio) y, por ende, ayudan a que se remineralice el esmalte. Comer estos alimentos ayuda a conservar el color del esmalte.