Los repatriados de Cuba: por qué miles de emigrantes están volviendo a la isla
La reforma migratoria que impulsó Raúl Castro en 2013 hizo que miles de cubanos decidieran regresar a la isla
El taxi amarillo estaciona sobre un charco de agua oscura, aplasta una lata de refresco desparramada en el suelo y obliga a detener un partidillo de fútbol de niños descamisados en la calle Obrapía de La Habana Vieja.
Del taxi baja Indira, mulata de 42 años. Cruza la calle y toca un timbre en el número 638.
El taxista apea una enorme maleta de ruedas, recibe su pago y se marcha. Al instante, los niños vuelven a correr detrás del balón.
La puerta se abre y una anciana pega un grito seco de alegría. Diecinueve años después, Dolores, una señora de 79 años, vuelve a tener delante a su única hija Indira.
Indira quiere volver a ser cubana, condición que había perdido, según las leyes migratorias de su país, por haber estado fuera de la isla en los últimos 19 años.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), 11.176 personas decidieron repatriarse en 2017, por debajo de los 14.000 que lo hicieron en 2016, récord desde que en 2013 el gobierno de Raúl Castro implementara una nueva reforma migratoria en el país.
“Esto indica el creciente interés de los ciudadanos cubanos para volver a residir de manera permanente en su país, lo que no les impide volver a viajar al exterior y hacer una vida normal como cualquier ciudadano de otra nacionalidad”, dijo Ernesto Soberón Guzmán, director de Asuntos Consulares del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex), en un programa informativo de la televisión nacional.
Con la reforma migratoria los cubanos residentes en el exterior pueden solicitar su retorno y residencia permanente en la isla, excepto los ciudadanos que hayan estado involucrados en “acciones hostiles contra los fundamentos políticos, económicos y sociales del Estado” y los “que salieron ilegalmente del país a través de la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo”.
Además de flexibilizar algunas condiciones de retorno de los emigrantes, la reforma puesta en marcha en enero de 2013 incluyó la eliminación del permiso de salida para los cubanos.
Según datos de la ONEI, eso significó que cerca 820,000 cubanos hubieran viajado a tierras foráneas desde ese entonces. De ellos el 78% lo hizo por primera vez.
“La vida estaba muy dura aquí”
Indira se marchó de Cuba en 1999 cuando tenía 23 años y no encontraba la manera de salir adelante.
“Era joven y la vida estaba muy dura aquí. No había diversión, no había comida, no había nada“, cuenta sentada en una silla en la sala de su casa, enseñando un diente de oro y con un ligero acento italiano poco natural.
“Me enamoré y me fui a Italia con un novio. Luego allá las cosas no nos fueron bien juntos, no nos entendimos y nos separamos”, dice.
En 1999 conoció a Antonio Monti, un turista italiano de 64 años. Indira y unas amigas suyas se dedicaban a acercarse a hombres como él y pasar los días de diversión que pudieran.
“No éramos jineteras ni prostitutas. Nada más salíamos a divertirnos y si alguien se brindaba, pues ya. No importaba que fuera cubano o extranjero, aunque si venía de fuera mejor”, explica Indira.
Las jóvenes se fueron a la playa y pasaron cerca de una semana con Antonio y sus amigos. Después de vacacionar unos días, los italianos volvieron a Europa y las muchachas regresaron al tedio de sus vidas.
“Antonio se fue, pero empezó a llamarme todas las semanas. Se había enamorado de mí. Regresó una vez más, pero solo, y luego ya la última vez vino y me dijo que si yo quería irme con él, a vivir a Italia”, dice Indira con una sonrisa pícara.
A finales de 1999, Indira llegó a Italia y no fue hasta 2018 que regresó a Cuba. En todos esos años padeció la nostalgia y la pesadumbre de estar lejos de casa.
“No te puedo explicar lo que es eso, solo el que ha emigrado sabe lo que es. He sufrido, pero no me arrepiento, en Cuba es imposible vivir. Las cosas básicas para que un ser humano sea feliz no las hay, yo regresé momentáneamente por mami, para repatriarme y ayudarla con un negocio que le voy a montar. Pero aquí yo no vuelvo a vivir ni muerta”, dice Indira.
Nuevos negocios
La mayoría de los cubanos que decide repatriarse tiene como objetivo aprovechar las nuevas oportunidades que se han abierto en la isla desde que el gobierno comenzó a admitir a mayor escala la presencia de la propiedad privada.
En general, los cubanos que regresan enfocan sus negocios en obtener ganancias del mercado inmobiliario y del turismo.
Este último, uno de los pocos aspectos positivos de la depauperada economía cubana, que ha sufrido una caída debido al paso del huracán Irma el pasado octubre, por las restricciones de la administración Trump para viajar a Cuba y por la crisis en Venezuela, cuyo gobierno ha frenado los suministros de petróleo.
Aunque el número de visitantes extranjeros aumentó durante 2017 en un 20%, en el pasado diciembre cayó un 10% y en enero ha bajado entre un 7% y 8%, según explicó a Reuters el presidente de Viajes Cuba, conglomerado cubano de agencias de viajes.
“Si bien hay un sobrecumplimiento en los visitantes extranjeros al país, no se cumple la estancia en los hoteles. También se aprecia una ligera disminución de la estancia media en Cuba”, dijo en diciembre ante la Asamblea Nacional, Manuel Marrero, ministro de Turismo.
Y es por ello que, de 2015 a 2017, cuando viajaron al país 560,000 turistas, arrendadores cubanos ingresaron a través de Airbnb US$40 millones.
Ahora Indira tendrá que presentar a las autoridades cubanas una solicitud que explique las causas por las que desea reasentarse en el país.
Además de mostrar su pasaporte vigente y designar una persona de referencia en Cuba, que en su caso es su madre, que se comprometa a garantizar su alojamiento y manutención hasta tanto pueda disponer de vivienda e ingresos propios.
Por último, pagará el impuesto o arancel consular, según corresponda, de acuerdo con la legislación vigente.
Dos décadas sin La Habana
Todo eso hizo Rolando Prats en 2016. Fundador de los proyectos culturales Paideia y Tercera Opción a principios de la década de los 90 en la isla y que actualmente divide su tiempo entre La Habana y Nueva York.
“Se va de Cuba quien lo hace deseando no volver jamás. Y son casi siempre esos que desean irse a toda costa quienes terminan en el gueto en que cohabitan, resentimiento y provincianismo”, opina Prats.
En 1994, Prats salió por segunda vez de Cuba y tenía la vista puesta en una beca de estudios que había obtenido en Francia. Estaría 22 años sin volver a visitar La Habana.
“Quise volver, de visita, muchísimo antes, pero se me negó la visa de entrada en el país, todavía necesaria. Fue entonces que, de alguna manera, empecé a irme, derrotado, de Cuba, a reordenar mis prioridades, a reinventarme, a reconocer y aceptar otro destino y hasta otra lengua”, asevera Prats.
En 1995, Prats fijó residencia permanente en los Estados Unidos, donde trabaja en la Secretaría de las Naciones Unidas como traductor.
Como él, de 2000 a 2016, un total de 604,108 cubanos obtuvieron la residencia permanente en EEUU y 348,416 recibieron la nacionalidad, según datos del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés).
“Cuando la funcionaria de inmigración que abrió mi expediente de repatriación en mayo de 2016 me preguntó por qué me quería repatriar, respondí, sin que en ese momento se me ocurriera que podría estar siendo grandilocuente, que lo hacía por el deseo y la necesidad de reincorporarme plenamente a la vida del país“, dice Prats.
A su regreso, valora lo que ha encontrado: “El saldo personal ha sido devastador, al menos entre quienes conocía de antes y se quedaron en Cuba, por fatalidad o por elección, la regla parece ser, por un lado, la fatiga, el descentramiento, la desmovilización, el cinismo, y, lo que es peor, la mediocrización de los horizontes y las referencias”.
Y añade: “Cuba si no quiere perderse en este azaroso juego de restauraciones y reciclajes, tendrá que hacer de nuevo no solo una revolución más grande que ella misma, sino incluso más grande que la que ya hizo”.
Una joven que regresa
Marta Deus tiene 29 años y es una de las caras más reconocidas entre los jóvenes cubanos que se abren un espacio en la isla como emprendedores. Cuando tenía 12 años, sus padres decidieron ir a vivir a España.
“A esa edad no te explican los porqués, solo te comunican una decisión. Después me han dicho que los motivos fueron de salud porque yo era muy asmática y Cuba es muy húmeda. Pero yo supongo que no pudo ser eso solamente. Estábamos en el periodo especial y eso tuvo que influir”, explica Marta.
El “Periodo Especial en Tiempo de Paz”, denominado así por Fidel Castro, fue la etapa más crítica que ha vivido Cuba en los últimos 60 años, pues con el desmoronamiento de la URSS, la isla dejo de recibir las prebendas mercantiles que llegaban del bloque socialista.
La caída del PIB fue de un 36% y la crisis se extendió de principio de la década de los noventa hasta entrado el siglo XXI.
Desde que logró repatriarse en 2014, Deus abrió una oficina que brinda servicios de contabilidad y asesoramiento de empresas, Mandao, una agencia de mensajería, y Negolution, una revista en línea dedicada a promover los nuevos emprendimientos del sector privado que han nacido en los últimos años en el país.
“En España estudié la enseñanza básica y luego hice la universidad y un máster en dirección y administración de empresas. Y cuando en el 2012 vinieron las reformas al sector privado, analicé bien las leyes y llamé a dos amigos de acá de Cuba y les dije que quería abrir algo”, dice Marta.
Deus recuerda cómo fue el proceso para volver a asentarse en el país: “Hubo una psicóloga que me hacía preguntas porque decía que yo era la única joven que quería repatriarme y que quería vivir en Cuba“.
Desde agosto de 2017, el gobierno cubano tomó la decisión de congelar la apertura de más licencias para el trabajo en el sector privado, alegando que era necesario realizar una revisión de la propiedad privada para perfeccionar el sistema.
“Fue un jarro de agua fría, la repatriación pasa por la apertura del sector privado, sobre todo para la gente joven”, afirma.
“Cuando me repatrié me convertí en embajadora, porque les dije a mucha gente que estaba fuera que vinieran, que en Cuba se pueden hacer cosas y gente que se querían ir les decía que no se fueran, me parece superimportante para el crecimiento y el desarrollo de la sociedad que los jóvenes aporten ideas. ¿Y ahora qué digo?”.
El estancamiento momentáneo de la propiedad privada en la isla tiene en expectativa a muchos cubanos que se habían aventurado a abrir negocios.
La decisión tomó por sorpresa a quienes recién comenzaban a lanzarse al cuentapropismo, que es como eufemísticamente el gobierno cubano nombra a los emprendedores autónomos y a muchos otros que casi culminaban sus acciones.
“Yo que dejé todo lo que tenía y me mudé a un país, puedo perderlo todo. Está por ver cómo vienen los próximos meses, pero no pinta bien”, atestigua Deus.
Por
*Este artículo fue publicado originalmente en el medio independiente cubano El Estornudo. BBC Mundo lo reproduce aquí con su autorización.
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