5 hábitos que te podrían ayudar a perder peso
Estos eran los hábitos de otras generaciones... y valen la pena
Seguir una dieta saludable era muy simple en tiempos antiguos. Los griegos le daban mucha importancia al físico y pasaban sus días haciendo ejercicio. Incluso médicos como Hipócrates y el romano Galen daban instrucciones al pueblo de cómo podían lograr mejorar la salud.
Comer dos comidas grandes diariamente
En tiempos antiguos, esto era una rutina, pero en nuestra cultura, comer tres comidas grandes es la norma. Trata de comprometerte con dos comidas grandes y una tercera que sea saludable y ligera. Tu comida ligera puede ser el desayuno, almuerzo o cena, pero es necesario dejarla bajo las 250 calorías.
Designa una comida “PV”
Traducción: proteína y vegetales. Para la comida más grande de tu día, combina proteína magra como plato principal y un acompañamiento de vegetales, evitando almidones y granos. La proteína puede ser pollo, pescado, carne o un producto derivado de la soya. Es importante dejar de lado los carbohidratos para prevenir comer de más, de acuerdo a los antiguos médicos.
Sigue comiendo sano durante el día
Si el almuerzo es tu comida más práctica, puedes comer cualquier tipo de comida que te guste, como una porción de proteínas y otra de granos y almidones, siempre con moderación. Si quieres acompañar con vegetales, mejor, y si te quedaste con hambre, tu segundo plato tiene que ser ensalada.
Muévete
El ejercicio no tiene que ser tedioso para ser efectivo, la consistencia es más importante que la dificultad. Incluso la gimnasia ligera mejora el humor y controla el apetito. Empieza con 10 minutos de ejercicio cardiovascular tres veces por semana, que puede incluir actividades vigorosas como correr, saltar la soga o algo más tranquilo, como una caminata rápida o nadar por placer. A medida que te pongas en forma, vas a poder sumar otros ejercicios de resistencia o intervalos para más beneficios.
Resiste los antojos
Parece imposible pero hay maneras de engañar al cerebro para que no quiera comida chatarra. El truco es sustituir esas comidas con algo más.
Una regla fundamental: tomar mucha agua entre comidas ya que es muy común confundir sed con hambre. Si todavía te sientes con hambre después de hidratarte, prueba con un lácteo bajo en grasos, como un yogur o queso liviano, o mejor, una fruta fresca.