El grito de la memoria

Un empleado recorre la sede del Museo de la Resistencia en Santo Domingo, República Dominicana.

Un empleado recorre la sede del Museo de la Resistencia en Santo Domingo, República Dominicana. Crédito: efe

Santo Domingo/efe – Un viejo edificio en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, relata, por medio de objetos, fotografías, filmaciones y documentos, una parte de la historia más dramática de este país caribeño, pero también muestra el mensaje de lucha y esperanza de un pueblo que hoy construye su propio futuro en libertad.

Con la frase: “Recordar el pasado para aplicarlo al presente en la construcción de un mejor futuro”, la museóloga Luisa de Peña, directora de la institución, resume el objetivo fundamental del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, visitado por cerca de 20,000 personas desde su apertura, hace poco más de seis meses.

La aterradora réplica de una silla eléctrica descansa en un sótano del museo. Es una reproducción de la utilizada en el centro de tortura “La 40”, uno de los lugares donde sufrieron tormento miles de víctimas del general Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), recordado como uno de los más crueles dictadores de América Latina.

Pero las colecciones que exhibe van mucho más allá de la época de Trujillo. Sus salas albergan abundante información sobre las luchas de la resistencia dominicana por la libertad y la democracia entre 1916 y 1978.

En total se acumulan cerca de 150,000 elementos, entre fotografías, filmaciones, objetos y documentos escritos, muchos de ellos entregados por personas que lucharon contra la dictadura de Trujillo, a la que el museo dedica el mayor espacio.

Se puede ver, por ejemplo, una de las placas que durante la “Era de Trujillo” -como los dominicanos llaman a aquel período de su historia- adornaban obligatoriamente las paredes de las casas, con la leyenda: “En este hogar Trujillo es símbolo nacional”.

Las botas, cuchillos y linternas de combatientes que pelearon contra la primera ocupación estadounidense del país (entre 1916 y 1924); una reproducción del puente Duarte, intensamente bombardeado en los días previos a la segunda ocupación de las tropas de EE. UU., en 1965, y otros muchos elementos descansan también en las salas de este moderno recinto museístico.

“Más que un museo de objetos, este es un museo de ideas”, explica a Efe Reportajes Luisa de Peña, activa defensora del papel educativo de esta institución, que pretende contribuir a “hacer patria” y a mejorar la necesaria institucionalidad de la República Dominicana.

La directora no cree que un museo como este sirva para despertar odios dormidos ni que vaya a tener consecuencias negativas en el presente.

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