Referendo en Cuba: la nueva Constitución se aprueba pese a cifra récord de votos en contra
El 86,8 % fue para aceptar el nuevo texto, el 9 % para rechazarlo y el 4,1 % restante correspondió a votos en blanco o nulos, según informó la Comisión Electoral Nacional
Como se esperaba, Cuba dijo “Sí” a su nueva Constitución. Pero la opción por el “No” hizo historia.
El nuevo proyecto de Carta Magna promovido por el gobierno de Miguel Díaz-Canel fue aprobado con el respaldo del 73,3% del padrón electoral, lo que supone el menor nivel de apoyo al gobierno en unas elecciones en la Cuba comunista.
Según informó la Comisión Electoral Nacional, el 86,85% de las boletas de las personas que participaron en el referendo fueron a favor de la propuesta del gobierno, mientras el 9% (706.400) votó para rechazarla y el 4,1% restante correspondió a votos en blanco o nulos,
Del total del padrón (9.292.277), el 84,4%, ejerció el derecho al voto, mientras el resto no acudió a las mesas electorales.
Votaron por el “Sí” un total de 6.816.169 cubanos, lo que representa el 73.31 % de los electores.
Esto indica indica que, en total, cerca del 26,7% del padrón (unos 2,5 millones de electores) no apoyaron de una forma u otra el proyecto (ya sea no yendo a votar, votando en contra, anulando su boleta o dejándola en blanco).
En 2002, otro referendo constitucional convocado por el gobierno para decretar el carácter “irrevocable” del socialismo fue respaldado con el 99,25% de las personas con derecho a voto.
Cuando se sometió a votación la actual Constitución en 1976, la ratificaron un 98% de votos con una participación de 99,02%. Solo 54.000 personas se opusieron.
Los cubanos con residencia en el exterior (unos 2 millones, según algunos estimados) no tuvieron derecho al voto (únicamente se permitió a las personas que trabajan en alguna “misión” del gobierno).
Las autoridades, por demás, realizaron una fuerte campaña por el “Sí”, que incluyó tildar de “traidores” a las personas que proponían un voto contrario a la nueva Carta Magna.
La opción por el “No” no tuvo posibilidad de campaña y algunas personas que lo promovían fueron encarceladas o reprimidas.
En Cuba, no hay observadores independientes de las elecciones, aunque los ciudadanos pueden ser testigos del conteo de votos.
Además, las elecciones de cualquier tipo suelen tener niveles muy bajos de abstencionismo y generalmente las voces en contra de las propuestas del gobierno no superan el 1%, de ahí que sectores de la oposición califiquen de histórica la opción del “No” en estas votaciones.
“Siento inmenso orgullo de ser parte de nuestro heroico, valiente y firme pueblo. Un pueblo así merece siempre la victoria. Qué tremendo homenaje a los padres de la nación, a (el procer independentista José) Martí, Fidel y Raúl (Castro). Vencimos y vamos por más. Viva Cuba Libre!” escribió en Twitter Díaz-Canel.
Los resultados en datos:
Padrón electoral: 9.298.277 (no incluye a residentes en el extranjero)*
Asistencia: 7.848.343
Por el “Sí”: 6.816.69
Por el “No”: 706.400
Boletas anuladas: 127.100
En blanco: 198.674
Electores que no votaron: 1.443.934
Total de personas que no apoyaron de una forma y otra el proyecto del gobierno: 2.476.108
*En las elecciones previas celebradas en Cuba en febrero de 2018, el padrón electoral distribuido por las autoridades fue de 8.639.989 personas. El pasado domingo, tan solo 11 meses después, el nuevo padrón ascendía a 9.298.277, lo cual significó un incremento de 658.288 ciudadanos.
Nueva Constitución
Más de 9 millones de cubanos fueron llamados a votar por el nuevo texto que fue discutido por más de un año y que generó amplias expectativas y un acalorado debate en algunos sectores de la sociedad civil.
Con su aprobación, la isla reconoce legalmente por primera vez en casi cinco décadas la propiedad privada, el mercado y la inversión extranjera, reintroduce la figura del primer ministro y, tras 59 años en los que el poder se centró entre Fidel y Raúl Castro, limita a dos periodos los mandatos de sus presidentes.
Así, de acuerdo con expertos consultados previamente por BBC Mundo, su mayor mérito es poner en forma de ley una serie de reformas que inició hace más de una década el expresidente Raúl Castro tras la enfermedad de su hermano Fidel (y que no eran legales si se seguía lo establecido en la Carta Magna vigente).
Entre otros de sus aportes, se encuentra un mayor reconocimiento de derechos fundamentales, incluidos algunos muy novedosos en el contexto cubano, como el derecho a la información y el acceso a datos personales, el debido proceso, la tutela judicial efectiva y varias tipologías de familias.
Sin embargo, otros temas que generaron también expectativas como el matrimonio igualitario o la elección presidencial directa quedaron fuera de la agenda.
La nueva Carta Magna tampoco modifica el sistema político de la isla y declara al Partido Comunista “único, martiano, fidelista, marxista y leninista”, como “la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”.
No reconoce tampoco la libertad de asociación ni de ideología y no se reconocen los derechos comunicativos, la protección animal ni la existencia de la sociedad civil.
De ahí que el proyecto que se votó fuera considerado por algunos críticos como una variación limitada del texto de 1976.
Análisis: por Will Grant, corresponsal de la BBC en La Habana
Desde el momento en que el gobierno cubano propuso una nueva Constitución para la era post-Castro, siempre pareció probable que sería aprobada de manera contundente.
Una combinación del control total del Estado sobre los medios de comunicación y los espacios públicos para hacer campañas, así como décadas de intimidación a quienes se atreven a desobedecer la voluntad del gobierno, implicó que la campaña por el “No” siempre tuvo dificultades para convencer a las personas de rebelarse.
Al final, alrededor del 9% optó por votar abiertamente “No”, mientras que otro 4% dejó su boleta de votación en blanco o las anuló.
Eso deja un enorme 86,8% de los votos a favor de la nueva Constitución, que significará un puñado de cambios políticos que incluyen la creación del cargo de primer ministro y la introducción de un límite de dos mandatos de cinco años para el ejercicio del cargo de presidente.
Aún así, la mayoría de los activistas del “No” se sentirán desanimados.
Muchos habían argumentado que todo el proceso era un plan del Estado para aumentar su control, disfrazándolo con solo unas pocas medidas de liberalización.
Ciertamente, el Partido Comunista de Cuba seguirá siendo el único organismo real de toma de decisiones en la isla, con control sobre los temas de impuestos, importaciones, inversiones y acumulación de riqueza.
A eso, se añade el hecho de que la nueva Constitución no hace mención al voto directo para elegir al presidente y que muchos cubanos comunes sienten que su liderazgo está más desconectado de ellos que nunca.
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