Falta quien vigile por la seguridad de los trabajadores
No se reemplazan a inspectores de OSHA y se hacen menos visitas a lugares que exigen mayor detenimiento
La aplicación de las normas de seguridad en el trabajo recopiladas por OSHA (la Administración de Seguridad y Salud en el Trabajo) cayó en 2017 y aún más en 2018, un año en el que más de 5,000 trabajadores murieron en sus centros de labor y casi tres millones de personas se vieron afectadas por heridas o enfermedades que les apartaron del trabajo durante un tiempo.
El seguimiento de número de casos complicados que acarrean altas multas también se ha reducido.
El problema, de acuerdo con una investigación del National Employment Law Project (NELP), no es el recorte de presupuestos sino que no se cubren las plazas que se quedan vacantes en plazos razonables. “De forma alarmante, el número de inspecciones por parte de OSHA debido a a muertes o catástrofes el año pasado se incrementó de manera significativa, una señal más de que los accidentes con resultado de muerte están incrementándose con esta administración”.
Desde NELP se recuerda que desde que OSHA se creó en 1971 el número de personas que trabajan se duplicado pero gracias en buena medida a su labor reguladora, informadora y de inspección los accidentes fatales y con heridos han disminuido un 65%. “La realidad es que puede haber prevención cuando los empleadores siguen reglas de sentido común”, dicen desde esta organización.
El problema ahora es que los recursos para inspecciones de OSHA son ya tan limitados que según las estimaciones que cita el NELP se necesitarían más de 150 años para visitar todos los lugares de trabajo al menos una vez. “Y la Administración Trump está recortando el cumplimiento de la actividad”, explican en este informe.
Las cifras de investigaciones de OSHA son similares a las de otros años pero los matices de estas revelan que se está dando prioridad a la cantidad frente a la calidad. El número de inspecciones a casos que pueden ser significativos por las multas, se han rebajado a la mitad, también son un 50% menos las que se hacen a lugares de trabajo donde ha de protegerse a los empleados del calor y hay un 25% menos en lugares donde puede haber explosiones por polvo combustible.
El análisis de las cifras muestra que se da prioridad a las inspecciones que pueden ser muy rápidas. Por ejemplo, se puede ir a una construcción en la que haya cinco subcontratistas y en apenas horas se tienen cinco inspecciones.
El pasado mes de enero esta entidad administrativa tenía menos inspectores que nunca en su historia. Apenas 857 cuando en 2016 tenía 952 y antes pasaban del millar. En 2017 no se cubrió ninguna de las vacantes que quedaban en este departamento a pesar de que el presupuesto no era menor.
El resultado es que ocurren situaciones como la del 15 de septiembre de 2018 en una planta de Peco Foods en Arkansas, donde un trabajador sufrió una amputación por un accidente laboral. La inspección no fue a evaluar la seguridad de la planta y tres meses después otro trabajador sufrió otra amputación en el mismo centro de trabajo. Por segunda vez no fue inspeccionado.
Menos comunicación
La posibilidad de recibir una inspección o saber qué es lo que está pasando cuando se toman medidas con respecto a una empresa es la mejor manera de disuadir a quienes no sigan las instrucciones de seguridad y salud en el trabajo. El problema es que hay menos inspectores y que el año pasado se publicaron apenas 158 comunicados sobre acciones tomadas. En 2016 fueron 470.
NELP dice que es por la presión de la US Chamber of Commerce y el acomodo de la Administración a las demandas de los negocios. No solo hay menos transparencia. “Como resultado, los negocios tienen poca idea de qué encuentra OSHA o si está inspeccionando” lo cual resta persuasión de la labor que se hace.