Reclamos del campo a los presidenciales
El PRI implementó la práctica de la manipulación política de los programas sociales desde el siglo pasado
MÉXICO, D.F.- Un laberinto burocrático que se suma a la corrupción, el tráfico de influencias y hasta la desidia de los funcionarios encargados de los 18 programas del campo suman el fracaso de los esfuerzos gubernamentales para sacar de la pobreza a poco más de una cuarta parte de la población mexicana.
Roberto Valle, un agricultor de la localidad sureña de Tetipac, Guerrero, desdeña el lucro de los apoyos productivos y en entrevista telefónica denuncia que en su estado los encargados de autorizar la ayuda la condicionan a apoyo logístico del partido en turno.
“Piden siempre que movilicemos gente para cualquier campaña”, asegura.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) implementó la práctica de la manipulación política de los programas sociales desde el siglo pasado, aunque después de la alternancia del poder, los partidos rivales han seguido los mismos pasos desde las secretarías de Agricultura locales o desde los ayuntamientos.
La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación engloba un catálogo de programas que incluye desde los más básicos como la adquisición de activos productivos con asistencia técnica y capacitación hasta los más complejos como el financiamiento de combustible, ordenamiento de mercados locales, contingencias climatológicas y promoción de ferias y exportaciones.
Sin embargo, la precaria situación del campo ha ido a la baja. “Los programas pueden tener buenas intenciones, pero ya en la realidad, para que el dinero llegue a nuestras manos se vuelve un cochinero”, precisa Valle, quien desde hace cuatro décadas sobrevive como agricultor por su amor al campo y alternando sus actividades con el comercio informal.
La falta de democratización de los apoyos ha propiciado la migración del campesinado incluso en estados que cuentan con todas las características climatológicas y físicas y sociales para ser una potencia agrícola y forestal como el estado de Chiapas, donde la guerrilla del EZLN en los años 90 del siglo pasado recuperó para los productores alrededor de 500,000 hectáreas.
“En 2004, Chiapas se colocó por arriba de Zacatecas en materia de captación de remesas familiares, lo que significa que, en sólo cuatro años, el estatus migratorio del estado cambió significativamente”, destaca el analista Daniel Villafuerte, de la Universidad de Ciencias y Artes en Chiapas, quien ha vinculado el tema del desarraigo.
Con toda la potencialidad, México es insuficiente en materia alimentaria a excepción del huevo; con el maíz, uno de los productos ancestrales de la dieta mesoamericana, depende hoy en un 75% de las importaciones.
El gobierno señala que el desabasto está relacionado con la “peor sequía” de la historia que se vive del país, versión que ha sido secundada por organizaciones como la Confederación Nacional Campesina (CNC) que apuesta por más subsidios oficiales con cifras negras como la caída de la producción agrícola del 40%.
Aún así, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, el mayor volumen de agua desinfectada se ha incrementado en México, al pasar de 84.5% en 1991 a 97.4% en 2010 y el mayor volumen de ésta se la lleva la agricultura en concesión (el 76.7%). Organizaciones internacionales como la FAO, de la Organización de las Naciones Unidas han ofrecido algunas recomendaciones que se han quedado en el tintero aún con el nuevo nivel de los precios internacionales de los alimentos: a diciembre de 2011, un 18% superior al valor de hace dos años y 63% superior a su promedio de la década 2000-2010.
Entre las recomendaciones destaca el fomento a la agricultura de autoconsumo y la participación de las mujeres en la vida productiva del campo.