Fue secuestrada y golpeada, pero gracias a una orquídea salvó su vida y se liberó de su captor
Su conocimiento de las orquídeas le salvó la vida
Catherine Birli, de 27 años, es ciclista profesional y madre reciente. Un día normal, como cualquier otro, salió a entrenar con su bicicleta esperando con ganas el momento de regresar a casa y estar con su bebé.
Pero ese momento no llegó, puesto que fue golpeada por un auto que la derribó y quedó tumbada en la carretera. Un hombre de 33 años salió del vehículo y la golpeó con un leño, la ató y le vendó los ojos y la introdujo en el auto.
Después el hombre la llevó a su casa, la arrastró escaleras arriba hacia el dormitorio del secuestrador. La encerró en un armario donde Catherine finalmente se desmayó del dolor, tenía una fractura en el brazo y un traumatismo craneoencefálico.
La ciclista realmente temió no volver a ver más a su bebé, cree que eso le dio fuerzas para luchar. Recordó algunas prácticas psicológicas de las materias que había tomado en la universidad, cuando estudiaba “Deportes y Nutrición”.
Dentro de sus desesperación por salir viva, ideó una estrategia que, por suerte, le dio resultado. Sabía que su única vía de salvación era si se ganaba la confianza de su captor.
El hombre la torturó de varias maneras, la obligó a darse un baño frío en una bañera. También sostuvo su cabeza bajo el agua. Lo hizo una y otra vez y le advertía que le haría sufrir mucho más si no hacía lo que él quería.
“No creo que él entendiera completamente lo que quería. Dijo que estaba realmente enojado y quería liberar su ira de alguna manera”, explicó en una entrevista a un medio local.
Entre todas las prácticas torturadoras, cuando no estaba golpeándola o amenazándola, Birli se percató de las orquídeas que había en la casa. Se dio cuenta de que estaban bien cuidadas. Tuvo una intuición y pensó que esa debía ser su forma de conectar con el secuestrador.
“Me lancé, le dije que sus orquídeas eran hermosas”, recuerda Birli.
La deportista le reveló al hombre que ella también tenía orquídeas y por eso era conocedora de cuánto cuidado había detrás para mantenerlas vivas y lucieran tan bonitas.
“De repente, comenzó a hablar sobre cómo las cuidaba, usando el agua de su acuario. Se convirtió en una persona completamente diferente”, destaca Birli.
Lo había conseguido, el hombre le contó su historia, le habló de sus gatos, de sus abuelos a los que nunca llegó a conocer pero que le habían dejado esa casa en herencia, sobre las novias que le habían roto el corazón y le traicionaron. También le dijo que su madre tomaba mucho.
La víctima lo escuchó atentamente, haciéndole ver que le entendía. Entonces le pidió que no la matara, que ella también tenía un bebé que la necesitaba. Le sugirió llegar a un acuerdo,. Podrían fingir que todo fue un accidente, que un ciervo se cruzó frente a ella y la tumbó al piso. Dirían que él la había encontrado malherida.
El hombre accedió y pactaron los detalles.
Los dos subieron al auto. Catherine tenía mucho miedo porque no estaba segura de que él fuera a cumplir su parte. Pero lo hizo.
La llevó a casa donde su esposo, Martin Schöffmann, de 31 años la andaba buscando. Cuando ya estaba segura en la casa, cerró las pueratas y las ventanas y llamó a la policía.
También aprovechó para agradecer a su familia y amigos que la hubieran buscado.
Los agentes localizaron al secuestrador gracias y, según informes, el hombre confesó el secuestro sin ofrecer un motivo claro. Los agentes investigan si el sospechoso pudiera estar involucrado en otros secuestros no dilucidados hasta la fecha.