7-Eleven pone en jaque a bodegas
La mayor franquicia de supermercados busca doblar sus establecimientos en NY.
Nueva York – Sí hay algo que diferencie a Nueva York del resto de grandes ciudades de Estados Unidos es el número de bodegas que se pueden encontrar en casi todos los rincones. Es una realidad que, en un futuro próximo, no corre el peligro de desaparecer, pero sí de transformarse.
De acuerdo a la Asociación de Bodegas de Estados Unidos, hay más de 16,000 pequeños negocios de barrio distribuidos por toda la ciudad, en los que se puede encontrar desde comestibles, pasando por bebidas alcohólicas hasta productos de primera necesidad como el papel higiénico. Muchos de ellos son traspasados de generación a generación y –según la asociación- más del 80% son operados por latinos.
Últimamente, este tipo de negocios ha pasado por un periodo difícil por la crisis económica y por la subida de las rentas en la ciudad. Ahora, una nueva amenaza parece cernirse sobre ellos con el anuncio que ha hecho el gigante 7-Eleven, la mayor franquicia de supermercados locales del mundo, de realizar una gran expansión en Nueva York hasta prácticamente doblar el número de establecimientos que tiene en la ciudad.
En este momento cuenta con algo menos de 450, pero la compañía tiene previsto abrir más de 40 a lo largo de este año y unos 350 más en un periodo de cinco a siete años.
“7-Eleven desde luego que es competencia nuestra, pero hemos llegado a un acuerdo con ellos para que los bodegueros no sean desplazados”, dijo Ramón Murphy, presidente de la Asociación de Bodegueros de Nueva York. “Hemos acordado que aquellas bodegueros que quieran convertir su bodega en un 7-Eleven, lo puedan hacer manteniéndose ellos como dueños”.
Murphy también asegura que se está desarrollando un plan para que los bodegueros puedan competir con la franquicia.
“Vamos a remodelar nuestra bodegas para que tengan una mejor tecnología y haremos estudios en las áreas donde operamos para ver como podemos dar un mejor servicio, que ya de por si es excelente”, señaló el presidente de la asociación. “Las bodegas son un símbolo de Nueva York y la cara de nuestra comunidad, y nunca van a desaparecer”, afirmó
De momento, en el Alto Manhattan, donde se reúne la mayor concentración de bodegas latinas de la ciudad, el único 7-Eleven que les hace la competencia es el situado en la calle Dyckman, de Inwood.
“Aquí sólo compro lo que no encuentro en otros sitios, porque mis hijos me lo piden”, dice Tomás Valiente, mientras sale con dos granizados de ese establecimiento. “Para lo demás, las habichuelas o los banana shakes, siempre voy a la bodega”, añade.
Algunos bodegueros no se muestran muy felices de convertir su negocio en un 7-Eleven, aunque lo aceptarían si no hay otra opción.
“Heredé mi bodega de mi padre y no quiero que cambie”, dice Fidel, administrador de un Deli Grocery de Broadway en el Alto Manhattan. “Ahora, también tengo cinco hijos y habría que ver lo que me ofrecen”.
Otros están tan preocupados con la situación económica actual que no tienen tiempo de pensar en el desembarco masivo de la franquicia en Nueva York.
“Aquí las ventas bajan y bajan y todo sigue muy difícil”, dice Sergio Pérez, dueño de La Placita Díaz, en Washington Heights, con resignación.