Muchos inmigrantes en Nueva York son “trabajadores esenciales”, pero se les abandona a su suerte
Organizadores de jornaleros e inmigrantes piden ayudas para unos trabajadores esenciales a los que aún no se les ha tendido la mano
Braulio Rosaliano es jornalero de la construcción por el día y entrega comidas a domicilio por la tarde-noche durante la pandemia. “Necesito sacar dinero para la familia, trabajo sin equipo y es peligroso, pero lo necesitamos”, decía en una conferencia en Zoom en la que se veía que solo llevaba la mascarilla que es obligatoria para todo el mundo.
Es todo el equipo de seguridad que tiene este residente de Sunset Park y miembro de la organización Worker’s Justice Project (WJP). Rosaliano decía que es muy fácil decir quédense en casa, “pero yo necesito sacar adelante a mis cuatro hijos”.
Él trata de hacerlo durante esta pandemia a pesar de que sus cheques suponen muy bajos ingresos que tienen que ir compensando con varios empleos.
Oswaldo Mendoza, inmigrante y miembro de la organización NICE (New Immigrant Community Empowerment), dice que cuando la epidemia empezó, el decidió dejar de trabajar en la empresa de construcción que le empleaba para evitar llevar el virus a su hogar, donde vive con su esposa y dos hijos de siete y un año de edad.
Al poco de dejar de trabajar el dueño de la empresa, su esposa, un trabajador y su esposa enfermaron del coronavirus y se dejó de operar. Su propia esposa, que es estadounidense –como lo son sus hijos–, estuvo enferma.
Ahora Mendoza se encuentra que sus escasos ahorros, los que le permitieron pagar la renta el mes pasado se han ido desvaneciendo, este mes no sabe cómo van a pagar. “Es triste ver que el patrimonio desaparece”, dice. “Me siento enojado y culpable porque por mi estatus la familia no va a recibir ayudas”.
Los trabajadores inmigrantes como Rosaliano y Mendoza presentan la cara de los que no pueden permitirse el lujo de detenerse.
Muchos de ellos hacen o se ven obligados a hacer trabajos que se consideran esenciales y secundarios en la crisis por necesidad. “Se arriesgan a trabajar porque lo necesitan, porque no tienen opciones para parar y mantener la distancia social”, explica Claudia Zamora, directora adjunta interina de NICE.
“El sacrificio lo define en muchos casos la necesidad de salir adelante”, dice Zamora.
Hay muchos héroes en esta crisis, pero también hay muchas personas que hacen su trabajo en condiciones de heroicidad y muchas víctimas.
Mendoza y Zamora coinciden en que hay un profundo sentido de comunidad y de ofrecer ayuda aunque no se tenga mucho. Zamora sabe de muchos inmigrantes que están distribuyendo comidas, y trabajando gratis o por poco dinero para aupar a los que son tan vulnerables como ellos. Pero lo cierto es que sin equipamientos adecuados, sin sueldos suficientes, esta comunidad llega a esta crisis y mantiene su compromiso activo desde una fuerte vulnerabilidad que nace de una grave situación económica anterior. Ahora, el desafío es más profundo.
Mendoza dice que cuando cobraba su salario lo tenía prácticamente gastado en ‘billes’ corrientes, por lo que le ha costado mucho ahorrar. Este trabajador calcula que casi el 70% de las personas que están en la primera o segunda línea de trabajo no tiene otra alternativa más que seguir trabajando, máxime cuando las ayudas del Estado no llegan pese a haber pagado impuestos siempre.
Organizaciones como NICE, La Colmena, Caridades Católicas, FPWA, la Northern Manhattan Coalition of Immigrant Rights y el WJP, entre otras están prestando toda la ayuda que pueden a estas personas distribuyendo comida, canalizando información, trabajos o fondos. La ayuda directa no llega para inmigrantes en situación precaria del estado federal o del estatal.
Mendoza no duda en calificar de heroica la labor de estas organizaciones que esta semana han pedido ayuda inmediata y protecciones para los jornaleros y trabajadores inmigrantes por parte de la Ciudad, el Estado y el Gobierno Federal. Estas organizaciones lamentan que se les haya dejado de lado pese a lo esencial que son para la vida económica de la ciudad.
Los inmigrantes de Nueva York son casi la mitad de la fuerza laboral de Nueva York y están experimentando como nadie el desempleo. Proveer apoyo económico a estas comunidades para asegurar que no quedan devastadas es esencial para ellos y para la ciudad, explican. “No es solo un imperativo moral, también es una buena decisión fiscal”, expresaba el comunicado conjunto de las organizaciones.
Estas organizaciones y otras que prestan apoyo son ahora mismo el único soporte de una comunidad clave para la ciudad. “La Colmena, por ejemplo es el único centro de Staten Island en el que se distribuye comida para jornaleros, se les procura ayuda legal, se les da máscaras y se crea empleo”, explicaba Yesenia Mata, directora de esta organización.
Los activistas piden mas apoyo para sus organizaciones para poder prestar una ayuda que es ahora más necesaria que nunca, pero sobre todo que se siga el ejemplo de California y que la ciudad y el estado proporcionen ayuda económica directa a los jornaleros y otros inmigrantes que se quedaron excluidos de la ayuda de los $1,200 por contribuyente y $500 por menor.
También se demanda protección para estos trabajadores y y otros en primera línea como paga por peligrosidad, protecciones de robo de salario y equipamiento como PPE para evitar contagios.
Nadia Marín-Molina, directora de la Red Nacional de Jornaleros (NDLON en sus siglas en inglés), explicaba en una conferencia de prensa junto con otras organizaciones de apoyo a inmigrantes, que “cuando se acepta la labor de estos trabajadores hay que aceptar su humanidad”.