San Petersburgo pierde una fortuna sin la final de la Champions League
La última final de Champions que se disputó fuera de pandemia fue la de 2019, en Madrid, donde se generaron unos $138 millones de dólares
La guerra en Ucrania deja a San Petersburgo sin la final de la Champions League, que ha sido trasladada a Saint-Denis por la UEFA. El cambio supone un impacto entre $68 y $78 millones de dólares en la ciudad de nacimiento de Vladimir Putin, una importante inyección económica que ya no percibirá por albergar el partido más importante del año a nivel de clubes.
La decisión del Comité Ejecutivo de la UEFA, conocida este mismo viernes, de mover la gran final del San Petersburgo Arena al estadio de Saint-Denis en París se debe a “la grave escalada de la situación de seguridad en Europa”, según el comunicado del máximo organismo del fútbol europeo, que también decidió que las selecciones de Rusia y Ucrania jugarán sus partidos como local en sedes neutrales.
Un golpe para San Petersburgo que se aprestaba a organizar la primera final de la Champions postpandemia. La última que se disputó en situación de normalidad, la de 2019 en Madrid, dejó un impacto económico en la ciudad de $70 millones de dólares, según confirmó a Efe Miguel Garrido, presidente de la patronal madrileña de empresarios CEIM.
En total, hospedar la final de la Champions que enfrentó a los ingleses Liverpool y Tottenham Hotspur en el Wanda Metropolitano generó unos $138 millones de dólares en la capital española.
“Celebrar eventos de este calibre es muy beneficioso para las ciudades, y repercute en muchos sectores como ocio, restauración, transportes y entretenimiento”, indicó Garrido. Apuntó que los ingresos han mejorado con los años, ya que en 2010, cuando Inter de Milán y Bayern Munich jugaron en el Santiago Bernabéu, se recaudaron unos $56 millones de dólares.
“No solo es la repercusión económica, sino también la publicidad de la propia ciudad. La marca Madrid llegó a 350 millones de personas gracias a la final de la Champions”, indicó Garrido.
Rusia sin la final de Champions
San Petersburgo, que ya albergó partidos de la Copa Confederaciones, Mundial de Rusia 2018 y Eurocopa 2020, se quedará con la miel en los labios de recibir el impulso económico que ya tuvo Madrid, que no pudo recibir Lisboa en 2020, con los partidos jugados a puerta cerrada, y que Oporto avistó, con una final a media entrada con la pandemia que aún seguía golpeando.
Iba a ser el gran evento a nivel de clubes del San Petersburgo Arena, un estadio carísimo, cuya construcción llevó más de una década. Desde que se puso la primera piedra en 2007 hasta que se inauguró transcurrieron más de diez años.
Se invirtieron unos $800 millones de dólares para terminarlo, y su construcción se llevó a cabo con las dudas y e incertidumbre de dónde procedían tanto los fondos como la mano de obra encargada de levantar el templo del Zenit.
Un proyecto faraónico que desembocó en uno de los estadios más modernos de Rusia, con capacidad para 70.000 espectadores, techo retráctil y situado en una isla bañada por el río Neva. Su nombre comercial, Gazprom Arena, nace del patrocinio que une a Gazprom, la empresa gasística, con el Zenit de San Petersburgo, el equipo que disputa sus partidos en este estadio.
La compañía más importante de Rusia no solo inyecta dinero al Zenit, sino que también patrocina la Champions League, con un acuerdo que, según el Financial Times, otorga unos $51 millones de dólares a la competición cada temporada.
Con la ruptura del Schalke 04, que retirará la publicidad de Gazprom de sus camisetas, renunciando a $10 millones de euros anuales, la empresa rusa ve cómo el dominó de empresas que se aleja de ellas empieza a caer, y ya le ha restado la final de la Champions.
La UEFA retransmitió en los cuatro partidos de octavos de final los anuncios que incluyen a Gazprom, levantando el sonido de viento de algunos estadios. Tampoco faltó en Stamford Bridge o en el Wanda Metropolitano la publicidad de “Road to St. Petersburg“, pese a que la institución futbolística ya sabía que iba a ser casi imposible seguir con los planes de celebrar el partido por la Orejona en la antigua Leningrado.
Si Estambul ya tuvo que pasar el testigo en 2020 y 2021 por la pandemia, a Lisboa y Oporto respectivamente, ahora fue San Petersburgo la que perdió la gran final, que ha recaído en París. Aunque, en este caso, el motivo es muy distinto: la guerra.