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Desmitificando la relación entre colesterol y enfermedad cardíaca: consejos de un experto

El Dr. Adrián Soto-Mota nos explica cómo la relación tradicional entre el colesterol "malo" y las enfermedades cardiovasculares no sería como todos creemos

Colesterol

El experto en salud resalta la urgencia de ver y tratar al colesterol de distinta manera. Crédito: Shutterstock

Durante décadas, el colesterol elevado ha sido considerado uno de los principales indicadores de riesgo cardiovascular. Sin embargo, un estudio recientemente realizado por el Instituto Lundquist para la Innovación Biomédica en Harbor-UCLA Medical Center y financiado por Baszucki Group, sugiere que esta relación podría ser más compleja de lo que se pensaba, especialmente para quienes siguen una dieta cetogénica o baja en carbohidratos.

En una entrevista exclusiva con El Diario de Nueva York, el Dr. Adrián Soto-Mota, especialista en Medicina Interna y quien estuvo involucrado en este estudio revolucionario, explica por qué el colesterol “malo” elevado no es necesariamente sinónimo de mayor riesgo cardíaco y cómo este hallazgo podría cambiar el enfoque médico actual.

¿Qué es realmente el colesterol y por qué importa?

“El colesterol es una de las muchas sustancias lipídicas, o grasas, que circulan en la sangre. No es ni bueno ni malo, aunque frecuentemente lo clasificamos así. El colesterol tiene muchas funciones en nuestras células y es necesario para la vida”, explica el especialista.

El colesterol se hizo famoso por su asociación con los infartos cardíacos y cerebrales, pero esta es solo una parte de la historia. Tradicionalmente, se ha distinguido entre dos tipos:

* HDL (coloquialmente llamado “colesterol bueno”): partículas con mayor densidad que contienen colesterol.
LDL (coloquialmente llamado “colesterol malo”): partículas con menor densidad que contienen colesterol.

Sin embargo, el Dr. Soto-Mota aclara que esta terminología es imprecisa: “En realidad no son distintos tipos de colesterol, sino distintos tipos de partículas que contienen colesterol y tienen diferentes funciones fisiológicas”.

No necesariamente lo que comemos se traduce en colesterol “malo”. (Foto: Shutterstock)

La alimentación y el colesterol: una relación compleja

Uno de los aspectos más discutidos sobre el colesterol es cómo la alimentación influye en sus niveles. Según el especialista, la respuesta no es simple: “La dieta influye, pero el grado y la dirección de esta influencia es distinto en cada persona”.

“No es lo mismo comer mucha grasa saturada cuando se consumen pocos carbohidratos, como en una dieta basada en pescado o carnes magras, que cuando se come mucha grasa saturada en forma de comida ultraprocesada con azúcares refinados como hot dogs, pizzas y hamburguesas”, explica.

Un dato sorprendente es que “la mayor parte del colesterol que hay en nuestra sangre no lo comimos, lo generamos. Nuestro cuerpo puede fabricar colesterol”, añade el especialista.

Otros factores que influyen en la producción de colesterol “malo” incluyen:

* Resistencia a la insulina (una de las principales causas)

* Actividad física

* Predisposición genética

* Estilo de vida sedentario

Rompiendo paradigmas: el estudio que cambió la perspectiva sobre dieta y colesterol

El estudio realizado por el equipo de especialistas siguió a personas sensibles a la insulina en una dieta cetogénica, que no tenían otros factores de riesgo cardiovascular y cuyo único indicador “anormal” era un colesterol LDL elevado.

“El estudio buscaba identificar si el colesterol malo elevado era causa suficiente para causar progresión de aterosclerosis o aumentar el riesgo cardiovascular”, explica.

Los resultados fueron reveladores: “Lo que encontramos es que no parece haber evidencia de que solo por tener el colesterol elevado tu riesgo cardiovascular sea mayor. Esto es contrario a lo que se creía”.

Sin embargo, matiza que “no todas las personas con estas características tienen bajo riesgo cardiovascular. Lo que ocurre es que este riesgo cardiovascular no está explicado por el colesterol. Tiene que ser otra cosa: a lo mejor es su presión arterial, su glucosa, su predisposición genética, entre otros factores”.

El estudio encontró un impacto positivo en pacientes que siguen una dieta cetogénica respecto a sus niveles de colesterol. (Foto: Shutterstock)

La importancia de las imágenes cardíacas en la evaluación del riesgo

Un hallazgo crucial del estudio es que las imágenes cardíacas resultaron ser mejores predictores de riesgo que los análisis de sangre tradicionales.

“Lo que explica el avance de la enfermedad cardiovascular no fue el colesterol malo, sino cuánta placa de aterosclerosis había al inicio del estudio”, señala el especialista.

Aunque en el estudio se utilizaron técnicas de imagen avanzadas y costosas, el especialista destaca que existen alternativas más accesibles: “Mediciones mucho más baratas como el score de calcio también fueron muy predictivas. Un score de calcio en Estados Unidos debe andar entre $100 y $150 dólares, no es tan caro como lo que se usó en el estudio, pero es bastante informativo”.

Las limitaciones de solo hacer análisis de sangre son muchas: “Los análisis de sangre cambian muy rápido. Mi colesterol hoy va a ser muy distinto de mi colesterol mañana, especialmente si yo le muevo a algo. La imagen cardíaca nos da mucha mejor guía mirando más lejos en el futuro”.

Beneficios de la dieta cetogénica observados en la práctica clínica

La dieta cetogénica, caracterizada por ser baja en carbohidratos y alta en grasas, ha ganado popularidad en los últimos años, especialmente entre personas con diabetes tipo 2 o trastornos neurológicos como la epilepsia.

El médico comparte los beneficios que ha observado en sus pacientes:

* Reducción de la inflamación

* Pérdida de peso

* Reversión de la diabetes

* Control de la presión arterial

* Mejor oxigenación durante el sueño

* Aumento de energía

“Como todas estas cosas en común tienen resistencia a la insulina, lo que solemos decir es que a muchas personas les mejora los signos de resistencia a la insulina. Y la resistencia a la insulina tiene que ver con muchas enfermedades”, explica.

No obstante, aclara que “no es que la dieta cetogénica lo vaya a curar todo. Es que como es especialmente buena para la resistencia a la insulina, y la resistencia a la insulina influye en muchas enfermedades, por eso hay muchas aplicaciones diferentes”.

Recomendaciones para quienes tienen colesterol alto y siguen una dieta cetogénica

Para quienes se encuentran en esta situación, el Dr. Soto-Mota enfatiza la importancia de la supervisión médica: “Consulten a su médico y compartan sus inquietudes y preguntas”.

Recomienda considerar estudios adicionales más allá del colesterol tradicional: “La concentración de colesterol es, de hecho, un mal estudio. Se puede medir Lp(a), ApoB, marcadores de inflamación, y hacer seguimiento con estudios de imagen cada cierto tiempo”.

También aconseja buscar un médico con mente abierta: “Un buen médico tiene que estar dispuesto a aprender con ustedes, saber cambiar de opinión y de estrategia. Si su médico no tiene la mente abierta, quizás valga la pena encontrar uno que sí”.

El futuro del manejo del colesterol

El especialista considera que, a partir de estos hallazgos, las guías médicas sobre manejo del colesterol podrían implementar cambios importantes.

“Todas las guías médicas dicen que hay que fijarse en el estilo de vida y en varios factores de riesgo, no solo en el colesterol. Sin embargo, creo que podríamos modificar las guías enfatizando algunos puntos. Actualmente, se enfatiza mucho más las herramientas farmacológicas que los tratamientos del estilo de vida”, señala.

A los médicos escépticos sobre el uso de dietas cetogénicas como herramienta terapéutica, les envía un mensaje: “Entiendo el escepticismo, lo comparto, pero ya acérquense a aprender más al respecto. Mucho ha cambiado en los últimos 10 años y tenemos mucha mejor información que la que había antes”.

Este estudio revolucionario invita a pacientes y profesionales de la salud a reconsiderar la relación entre colesterol y riesgo cardíaco, y sugiere un enfoque más personalizado y comprensivo para evaluar la salud cardiovascular, especialmente en el contexto de dietas bajas en carbohidratos.

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