No somos Chávez
El venezolano es epítome de la generación fracasada de los cincuenta
Bitácora
El fallecimiento de Hugo Rafael Chávez Frías me acercó a un tema que trato de eludir a toda costa y es el de la inevitable realidad de mi propia muerte.
Yo nací en el mismo año en que el comandante vino al mundo, que es mismo de uno de los tantos presidentes fracasados de Colombia, Andrés Pastrana. Sí, pertenezco a esa generación fracasada de individuos que pretendieron cambiar el mundo para mejorarlo y destrozaron cada ilusión con el paso de sus acciones.
En América Latina, la década de los cincuenta, como tiempo de gestación y alumbramiento, entrega un listado de mandatarios fracasados: Leonel Fernández, de República Dominicana; Cristina Fernández y Néstor Kirchner, de Argentina; Evo Morales, de Bolivia; Álvaro Uribe y Ernesto Samper, de Colombia.
Si se hace una disección cuidadosa de sus gobiernos se hallarán falencias irrebatibles. Unos estarán marcados por la corrupción, otros por el despotismo, otros por su intolerancia con la prensa que no les es afecta, otros por la incapacidad de mejorar la economía de sus países y la mayoría por no lograr la promesa de resolver las necesidades básicas de sus pueblos.
Pero el epítome de la generación fracasada de los cincuenta es Chávez, que comenzó su gobierno con el precio del barril de petróleo en 8 dólares y alcanzó los 100 dólares durante su mandato. No obstante, desnudando el romanticismo mítico con el que se está endiosando al comandante, la realidad es que tras sus 14 años de mandato la inseguridad es rampante en Venezuela, y los más de cien mil muertos ocasionados por la delincuencia común, durante su gobierno, testifican el fracaso.
Evidentemente, la pobreza no se menguó en el país más rico de Latinoamérica, porque de haberla reducido significativamente Caracas sería la ciudad más segura del continente. Y hay que ver los reclamos de la gente de las barriadas, que muestra a las cámaras de televisión las aguas residuales pasando por el medio de calles en las que el pavimento tiene caries. La meta de dar vivienda se incumplió, incluso con los damnificados, que habitan gimnasios.
Mientras millones lloran en Caracas al comandante, la economía se vino abajo. El país que compró bonos de la deuda externa argentina, tiene la deuda externa más grande de su historia, el bolívar fue devaluado casi a la mitad, y el crecimiento económico es nulo.
El país que regaló petróleo a Cuba y el resto de los países del Carib gracias a que aquí en Estados Unidos se compra la gasolina en las estaciones de servicio de Citgo, ahora tiene unos indicadores económicos que dan grima.
Chávez se presentó antes de asumir el poder como el político que se iría al terminar su periodo, que no haría expropiaciones, que calificó a Cuba de dictadura, y que respetaría a los medios. Pero, terminó perpetuándose en el poder y haciendo todo lo contrario de lo prometido. Por eso sé que no todos somos, ni seremos Chávez.
Rescatable, que su legado haya reivindicado al gremio de los camioneros, dado que esa es la profesión de Nicolás Maduro, el ungido para sucederlo.