El Salvador se alista para voto en el exterior
Hay mucha expectativa por sufragios de connacionales fuera del país
SAN SALVADOR.— El voto en el exterior es una realidad por primera vez para los salvadoreños que emigraron. Pero la cifra de personas que se empadronaron para votar en la próxima elección presidencial se quedó corta respecto a las expectativas: apenas supera los 10 mil.
“Si lo vemos en términos aritméticos, nos parece un número bastante pequeño; sin embargo, es un esfuerzo grande considerando el corto tiempo en que se ha hecho”, explica Franklin Selva, funcionario del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
FUSADES, una organización de análisis de derecha, ponía entre 16 mil y un cuarto de millón, el número de salvadoreños que podrían votar en la consulta presidencial del 2 de febrero de 2014. Según el TSE, el número de emigrados salvadoreños que posee el documento único de identidad (DUI), la credencial que identifica a los votantes, ronda los 142 mil.
Pero las realidades políticas salvadoreñas se han encargado de mermar la relevancia de ese potencial bloque de votantes, precisamente cuando va a estrenarse en un cotejo tan polarizado. Alrededor de 50 mil no podrán votar porque sus DUI han expirado —o van a expirar— antes del día de la elección. Otros 80 mil quedaron excluidos, puesto que, al momento de obtener su carnet, dieron una dirección en El Salvador en vez de su lugar de residencia en el exterior.
Según Félix Ulloa, directivo del Instituto Salvadoreño del Migrante (INSAMI), los dos grandes partidos salvadoreños, ARENA y FMLN, hicieron irrelevante el voto en el exterior “por decisión política”. En una entrevista con La Opinión, afirmó que los diputados de esas formaciones políticas pudieron haber aprobado un decreto transitorio validando los DUI de los migrantes que han quedado fuera del juego electoral.
Pero las causas de que tan pocos emigrados salvadoreños se hayan empadronado para la presidencial, tienen más de un origen.
Francisco Laínez, candidato a la vicepresidencia por el movimiento UNIDAD, que lleva como figura principal al ex presidente Antonio Saca, lamentó que la ley especial, conocida como LEVEX, que dio el voto a los emigrados, “se hizo tarde y con mucha burocracia”. Se aprobó apenas en enero, se le dio escasa difusión, y sus beneficiarios tuvieron apenas unos meses para empadronarse (en cambio, los votantes en El Salvador se inscriben automáticamente al sacar el DUI). Lo que es peor, LEVEX nació sin fondos, que se requerían especialmente para reanudar la emisión de decenas de miles de DUI vencidos en el exterior.
El ministro de Hacienda, Carlos Cáceres, dijo a mediados de año que la razón por la cual no se pudo completar la renovación de los documentos de identidad en el extranjero, fue que el Gobierno no erogó a tiempo los fondos para completar el registro. ARENA, cuyo candidato Norman Quijano ha visitado a sus compatriotas en Los Ángeles y otras ciudadades estadounidenses en muchas ocasiones, se negó por muchos meses a dar sus votos en el parlamento para aprobar los 21 millones necesarios para financiar el voto en el exterior (representantes de ese partido no respondieron, antes de la hora de cierre, a reiteradas solicitudes de La Opinión para comentar sobre el tema).
Jackeline Rivera, diputada del FMLN y vocal de la Comisión de Reformas Electorales y Constitucionales de la Asamblea Legislativa, reconoce que los 10 mil salvadoreños empadronados para la próxima elección presidencial no constituyen una “proporción significativa” de sus compatriotas habilitados para votar.
“Sabemos que se quedó mucha gente sin la posibilidad de empadronarse, pero es justificable, porque es una ley nueva; no hubo mucho tiempo de difusión”. Lo que se ha hecho hasta ahora, dice, es echar a andar un “plan piloto”.
“Ojalá que los más de 10 mil compatriotas que se empadronaron puedan ejercer el sufragio”, expresó.
Pero la experiencia enseña que no todos los votantes inscritos van a las urnas. En El Salvador, el porcentaje de sufragio ronda el 65% de los electores inscritos, según el Tribunal Supremo Electoral. Si se aplica ese valor a los que votan fuera, un total de 6,500 migrantes votarán en febrero.
Elsa Ramos, directora de investigaciones de migración de la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC), considera que, independientemente de si los emigrados votan o no en las próximas elecciones, lo cierto es que ya han ingresado a la vida electoral de la nación.
La incidencia de ese contingente electoral, según ella, eventualmente puede contribuir a romper el estado de polarización que algunos analistas atribuyen al sistema político imperante en El Salvador.
“A medida que la diáspora se vaya educando políticamente, en un momento determinado puede incidir en el balance de poder, en la polarización que hay en el país, y de repente hasta romperla”, dijo la investigadora al ser preguntada sobre el futuro del proceso.