La paloma de acero
La reciente muerte de Ariel Sharon nos ha hecho hurgar en la memoria histórica del moderno estado de Israel. Era uno de los pocos sobrevivientes de la guerra de independencia de su país. Poco a poco los que lucharon por la creación del Estado van desapareciendo.
Ariel Scheinerman era hijo de rusos sionistas emigrados a Palestina. Su padre, activo socialista, cambió su apellido a Sharon. Ariel, aun sintiéndose plenamente judío, nunca perdió sus fuertes raíces rusas. Su biografía es harto conocida. Militante desde su adolescencia en el movimiento sionista llegaría a ser uno de los militares legendarios de Israel. Su visión pragmática de la vida y de la historia le llevaría a cambiar el uniforme militar, los paracaídas y los tanques del desierto por los despachos políticos, las intrigas partidistas, el doble lenguaje, la disciplina de partido. Las batallas fueron menos sangrientas pero no menos violentas ni exentas de peligros.
Odiado y vilipendiado por unos. Exaltado y mitificado por otros, su vida y su actuar nunca dejaron indiferentes a nadie. Pero él es el símbolo de una generación de emigrantes que supo luchar por sobrevivir y mantener sus creencias, sus estilos de vida. Ayudó a que la patria judía fuera una realidad y se fortaleciera a pesar de todas las adversidades.
Para comprender un poco la trayectoria existencial de Ariel Sharon hay que tener en cuenta un factor muy importante: la presencia de rusos en Palestina. Sin ella es difícil entender la creación y existencia del moderno estado de Israel y la audacia, el arrojo y la tenacidad para mantenerse y seguir luchando contra toda adversidad. Nombres como Golda Meir, Menahen Begin- nacido en Brest-Livov cuando esta ciudad era ucraniana- o el mismo Yitzhak Rabin nacido en Jerusalén, hijo de emigrantes ucranianos, nos recuerdan esa presencia rusa.
La emigración rusa a Palestina comenzó en la década de 1880. El asesinato del zar Alejandro II en San Petersburgo, atribuido engañosa y maliciosamente a los judíos, provocó la persecución y creación de los pogromos, el nuevo nombre de odio racial por motivo religioso. Tales rechazos y persecuciones no hicieron otra cosa que alentar la creación de un estado judío donde poder vivir en paz y poder practicar sus creencias. Estos sueños motivaron a la familia Scheinerman a emigrar a la Palestina con el ideal de crear un mundo nuevo. En plena efervescencia de la revolución bolchevique, con ideales sionistas, mezclado todo con un sentimiento mesiánico, nace Ariel. Toda su vida se va a mover entre la seguridad, los deseos de paz y su identidad judía.
La desaparición de Sharon ocurre a los 66 años de la creación del Estado de Israel. Las circunstancias no son las mismas. Los problemas con los que se enfrentaron los declarantes de la independencia son casi los mismos. La gran pregunta es ¿dónde están los líderes palestinos e israelíes audaces y valientes capaces de enfrentarse a las nuevas circunstancias y a la construcción de la paz? Ahora los problemas no se resuelven en los campos de batalla sino en las mesas de negociación.
Sharon, en palabras de un diario sueco, pasó de ser halcón guerrero a paloma de acero. La tenacidad rusa por sobrevivir le llevó a luchar por la construcción de una patria para su pueblo. Creo necesitamos algo de esa audacia y ese espíritu ruso de Sharon.