Pura Cruz ayuda a los Reyes a conseguir regalos
Si quieres unirte a su misión, puedes hacerlo a través de internet
“¿Cuantos años tiene el mayorcito?”, pregunta la recepcionista. “Ca-tor-ce”, repite lentamente mientras apunta en su libreta. “¿Y la otra, la pequeña? On-ce. ¿Y necesita regalitos para los dos? No se preocupe”, le aconseja a la madre al otro lado de la línea, “yo hablo con Pura y ella se lo resuelve”.
Pura Cruz, una new yorker dominicana de sonrisa fresca y pilas inagotables anda siempre de aquí para allá, recorriendo las instalaciones de Little Sisters of the Assumption, una organización que, desde 1958, echó raíces en El Barrio.
Pura no tiene un rol definido; ayuda en todo y a todos: en el Food Pantry; organizando las visitas de enfermeras a hogares con niños que sufren asma y garantizando que los pequeños que necesitan tutoría escolar reciban la ayuda que precisan. Pero en estos días festivos, como cada año, se la ve menos. “¿Dónde está Pura?” pregunta un vecino. “¿Dónde va a estar? En el cuartito de los regalos”, responde algún empleado.
Es que desde el día de Acción de Gracias hasta la segunda semana de enero, ese diminuto recinto atiborrado de flamantes juguetes, abrigos y pijamas es su guarida. “Aquí vivo todo el tiempo hasta el 6 de enero mientras hacemos el Toy Drive”, explica mientras busca entre los paquetes un juguete que pueda ser apropiado para un chiquilín de tres años y algo que resulte cool para una adolescente de 15. “Pongo mucha atención porque no se trata de que reciban cualquier cosa”, agrega, “si están en la edad en la que ya leen una novela no se les puede dar un libro de puras fotos y un pequeñito de dos no sabe como operar un carrito a control remoto”.
A pesar de que varios cafecitos coquetos y tiendas se afincan en la zona, East Harlem continúa siendo uno de los parches más pobres de Manhattan con familias trabajadoras, a veces numerosas, que hacen malabares para sobrevivir con 250 o 300 dólares semanales. La época festiva es sinónimo de tensión y estrés y los mas bajitos de la casa lo perciben. “Los niños son chicos pero no son tontos”, apunta Pura, “entienden cuando ven a sus padres preocupados y angustiados y saben que hay necesidad. Aquí tratamos de devolverles la alegría siempre pero sobre todo en esta época”.
Hasta este año, la colecta de juguetes había dependido exclusivamente de gente solidaria que acercaba personalmente los juguetes pero Little Sisters agregó el componente virtual para llegar a más donantes y facilitar el proceso. “Hicimos una lista en Amazon y clickeando se pueden comprar los juguetes y enviarlos directo aquí, es bien sencillo y quienes necesitan poner regalos en los zapatos de sus hijos para Reyes y no tienen, pueden venir aquí a buscarlos”.
Cándida, una muchacha de Guerrero, es una de ellas. A los 28 años y con tres hijas pequeñas, la vida es cuesta arriba. Para Gissel, la de 5, Pura separó un rompecabezas de madera con el abecedario y para las mayorcitas libros de la serie Ivi y Bean.
Al rato llegan Damaso, un poblano que trabaja de cocinero en un restaurante y su esposa María, acompañados de sus tres pequeños, César, Elizabeth y Marixza. Pura también preparó bolsas para ellos. La conversación fluye y se nota que se conocen desde hace tiempo. Cándida cuenta que ella terminó aquí la escuela primaria y que por fin, gracias al certificado que le dieron, pudo conseguir su pasaporte mexicano. Su esposo hace el delivery en un dry cleaning y sus horarios no le permiten venir mucho pero cuando puede se acerca. “Como yo”, acota Damaso, “cada que puedo, como hoy, vengo y ayudo o tomo una clase de inglés”.
“Es muy importante construir relaciones” afirma Pura, quien trabaja aquí hace ya una década y es testigo de las luchas de estas familias. “Los veo sufrir bastante para poder salir adelante, por eso esta ventana, este pequeño momento de felicidad absoluta cuando reciben los regalos es para mí el mejor de los presentes”.