Argentina en riesgo…

Ahora Washington está decidiendo, en coincidencia con la nueva administración de la Federal Reserve, que debería limitarse la política expansiva y, en especial, que las tasas de interés deberían de elevarse

Las autoridades argentinas advirtieron a los comerciantes de electrodomésticos que se penalizará la muestra de productos sin los precios.

Las autoridades argentinas advirtieron a los comerciantes de electrodomésticos que se penalizará la muestra de productos sin los precios. Crédito: EFE

ECONOMÍA

En general América Latina, y en particular la economía argentina, deben afrontar una serie de cambios en las condicionantes que, hasta hace poco, acompañaban el comportamiento productivo.

Durante una muy buena parte de la primera década del Siglo XXI influyeron la política monetaria expansiva de Estados Unidos —país que representa 28% del producto interno bruto del planeta— el crecimiento de grandes países emergentes como China e India, lo que aumentó el precio de las materias primas, y la tendencia a sobrevaluar las monedas de los países en desarrollo.

Ahora Washington está decidiendo, en coincidencia con la nueva administración de la Reserva Federal, que debería limitarse la política expansiva y, en especial, que las tasas de interés deberían de elevarse.

Por otra parte, China da evidencia de que su crecimiento económico podría irse estancando en alrededor de 7%anual.

Con ello, la tendencia general es que las exportaciones latinoamericanas bajarían en sus precios externos y que no habrá una inyección ni tan fácil ni con montos tan elevados, en las cantidades de dólares que llegan a las economías de la región.

En ese escenario general, Argentina da muestras, más que evidentes, de que no puede seguir manteniendo su tipo de cambio.

Ese país sudamericano ha estado enfrentando desde hace años un alto ritmo inflacionario.

El Gobierno de la presidenta Cristina Kirchner se ha resistido a aceptar las realidades, y mediante pleitos con el Fondo Monetario Internacional, ha “sincerado” hasta cierto punto los indicadores en especial en relación con un aumento generalizado de precios.

Para el 2013 se estimaba que la inflación llegara a 25%, un 15% más allá de la cifra que se señala oficialmente.

Las amenazas que acechan y van devorando las condiciones económicas argentinas aparecieron con mayor nitidez el viernes 24 de enero de este año. Para esa fecha, la depreciación del peso argentino llegó a un acumulado de 12%.

El peso paralelo o de mercado negro —llamado dólar blue— se ha ido separando del dólar de cambio oficial. A fines de enero, el paralelo llegaba a 13 pesos, mientras que la tasa oficial de cambio se ubicaba en ocho. Se trata de una depreciación que no se hacía presente desde hace 12 años.

Está claro que este contrapunteo en la toma de decisiones sobre factores y componentes macroeconómicos tiene una relación con el devenir político.

En efecto, los cambios en la política económica se están haciendo sentir en especial desde que el 27 de octubre de 2012, la Presidenta enfrentó su peor derrota política.

Se descartaría desde ya que pueda asumir un nuevo período presidencial; la mandataria ya no puede completar tres presidencias continuas. A partir de allí ha ido haciendo concesiones ante la oposición política.

En esa entrega de material ajedrecístico “van cayendo alfiles, caballos y torres”: se han cambiado voceros, al secretario de comercio, al jefe de gabinete, se han recompensado empresas, se han llevado a cabo indemnizaciones, se han echado para atrás promesas de campaña. Una de estas últimas que se consideraba buque insignia, por demás emblemática, fue la de que “no voy a permitir devaluaciones durante mi mandato”.

Aún resuenan en los oídos de muchos argentinos, estos señalamientos de campaña de la actual mandataria. En todo esto es de subrayar que una devaluación rápida y con drástico cambio en la relación de compra de una moneda de referencia, disminuye el poder adquisitivo de las personas asalariadas.

Entre las enseñanzas del caso argentino, tenemos que los populismos exacerbados y los manejos poco prudentes de factores macroeconómicos nunca han sido factores ni recomendables, ni sostenibles en el mediano o largo plazo.

Sirven para solventar coyunturas de corto alcance. Los síntomas de un manejo errático acumulado pasan ahora factura a la economía argentina.

Ante ello, el Gobierno indica que avanza en una dirección, luego contiene la velocidad del avance, a continuación se desmienten entre sí, mutuamente, declaraciones de funcionarios de alto nivel, mientras la dinámica de los factores no cede y las inseguridades se van apoderando tanto de las personas del común, como de quienes toman las decisiones en las grandes corporaciones productivas de la tercera economía de Latinoamérica.

Esas idas y venidas en la toma de decisiones en el ámbito nacional son muy poco persuasivas y atizan una incertidumbre que se va generalizando.

Cada vez se puede ir haciendo más difícil contener el fuego en las praderas.

Con absoluta sinceridad uno quisiera equivocarse, pero “el dinosaurio continúa allí” parafraseando el microcuento de Augusto Monterroso (Guatemala 1921-México 2003); actualmente se encuentra muy en boga decir que: “Brasil se va pareciendo a Argentina, Argentina a Venezuela y Venezuela a Zimbabue”.

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