Argentina: En los Infiernos del Dante

César Leo Marcus escribe sobre inmigración y otros temas de interés para la comunidad latina

El poder argentino fue descendiendo por los nueve círculos infernales hasta caer en el último.

El poder argentino fue descendiendo por los nueve círculos infernales hasta caer en el último. Crédito: Morguefile

Los argentinos del siglo XXI han ingresado al averno de la “La Divina Comedia”, donde Dante y Virgilio cruzaron el Aqueronte (con A de Argentina) en una embarcación conducida por Caronte (con C de Cristina). La descripción de los nueve infiernos del Dante se adapta perfectamente a la historia reciente Argentina…

El primer círculo es el Limbo, donde están los que no creen en nada, en este primer infierno vivieron los argentinos al comenzar el nuevo siglo, un lugar de incertidumbre y desazón, que alberga a los virtuosos pero incrédulos y desesperanzados, como cuando en el 2001 tuvieron cinco presidentes en diez días, (de la Rúa, Puerta, Rodríguez Saa, Camaño, Duhalde). Época de frustraciones y angustias, época de cambios sin rumbos, época de visiones efímeras. Es cuando los argentinos creyeron que más abajo no podían caer.

El segundo círculo es la Lujuria, donde los fuertes vientos embisten sin descanso a quienes no controlan sus pasiones, esos vientos que en el 2002 (presidencia de Eduardo Duhalde), llevaron a la pesificación forzada de los depósitos bancarios en moneda extranjera, destruyendo los ahorros de la clase media argentina. Las calles se poblaron de argentinos que golpeaban elementos de cocina, (ollas, cacerolas), en las puertas de los bancos. Agravando las frustraciones y angustias, cuando la lujuria por el poder y el dinero chocaba contra la realidad. Es cuando los argentinos creyeron que más abajo no podían caer.

El tercer círculo es la Gula, donde la fuerte lluvia de granizo, castiga la voracidad. Esa voracidad que lleva a Néstor Kirchner a ser gobernados de Santa Cruz (provincia/estado del sur argentino), durante 12 años, para luego acceder a la presidencia del país en el 2003, esa Gula que lo llevo a la muerte en el 2010. Un político enigmático y manipulador, con verborragia populista de izquierdas pero voracidad de derechas. Los argentinos comprendieron tarde que no era el líder soñado, aunque aún hoy los puentes, plazas y calles lleven su nombre. Es cuando los argentinos creyeron que más abajo no podían caer.

El cuarto círculo es la Avaricia, donde una piedra cargada en la espalda castiga a quienes acumulan posesiones sin comprender que la vida es efímera. En este círculo infernal no ingresa Argentina en el siglo XXI, sino mucho antes, pero es a partir del 2003 cuando se acrecienta geométricamente. No solo involucra a la familia presidencial, su entorno y sus amigos, sino que incluye a gobernadores y alcaldes provinciales, en parajes donde los políticos viven en mansiones fastuosas mientras muchos niños mueren por desnutrición, incluso por beber agua contaminada. La avaricia política no es patrimonio exclusivo de los argentinos, el mundo la sufre, pero fuera de argentina se persigue y castiga. En argentina los pocos caso conocidos (muchos ocultados), son retenidos por los jueces amigos o socios del poder político. Es cuando los argentinos creyeron que más abajo no podían caer.

El quinto círculo es la Cólera o Ira, donde los iracundos están sumergidos en el lodo pantanoso de la laguna de Estigia. En este punto podemos apreciar como en los últimos años la ira se apodero de los gobernantes y ciudadanos argentinos, creando discursos divisionistas. Donde “nosotros” y “ellos” marcan los límites de la ira política y social. “Quien no está conmigo esta contra mí”, es la consigna de una clase política que se enquista en el poder y divide a la sociedad, la ira del poder y los enfrentamientos de argentinos contra argentinos van creciendo con fuerza, sumergiendo al país en el lodo pantanoso. Es cuando los argentinos creyeron que más abajo no podían caer.

El sexto círculo es la Herejía, donde caen los que piensa diferente, el hereje es quien presenta una opinión divergente que no es tolerada por las autoridades o por la corriente de opinión que sigue al poder. En este círculo infernal se producen situaciones de conflicto y ruptura, porque la herejía es vista como una desviación sobre el contenido de la fe en el líder, provocando un cisma o división en el seno de la comunidad, llevando una condena de carácter disciplinario por la insumisión a la autoridad considerada legítima. Es en este círculo donde los argentinos que no piensan igual al partido gobernante reciben la ira de los políticos del entorno presidencial. Es cuando los argentinos creyeron que más abajo no podían caer.

El séptimo círculo es la Violencia, quienes llegan a este infierno están sumergidos en el Flegetonte o Piraí, un río de sangre caliente, que es custodiado por centauros liderados por Quirón. Centauros que no custodiaron al fiscal Nisman, asesinado por investigar al poder. Infierno de violencia que deriva de crímenes terroristas cometidos en 1994. Círculo infernal que despierta ante la denuncia contra el poder central y sus allegados, por negociar proteger a los acusados de estos asesinatos, y que sumerge aún más a la Argentina en los infiernos violentos. El poder de los últimos años ha incrementado la violencia física, sumada a la violencia verbal y social que ostentaba a principios del siglo XXI. Es cuando los argentinos creyeron que más abajo no podían caer.

El octavo círculo es el Fraude, situado en las fosas de Malebolge, para llegar debe cabalgar sobre la espalda de Gerión, un ser bestial con cara de hombre honesto, cuerpo de reptil y cola envenenada de escorpión. Según el Dante aquí residen los aduladores, corruptos, ladrones y falsos líderes. Es el más poblado de los círculos infernales. Aquí podemos encontrar a la comparsa que acompaña con su aplauso a todos y cada uno de los poderosos. Son los mismos que van cambiando de bandera a medida que el poder cambia de manos. Son los “istas” de siempre, o sea quienes fueron Peronistas, Menemistas, Duhaldistas, Kirchneristas y ahora Cristinistas. Estos animales domesticados, sin voluntad ni pensamiento propio, que se contentan con la caricia del amo de turno, corriendo tras el carro del triunfador, esperando que les tire un hueso sobrante. Es cuando los argentinos creyeron que más abajo no podían caer.

El noveno círculo es la Traición, en este último infierno vive el gran traidor bíblico, Satanás, espantosa bestia de tres caras. En contraste con la imagen popular del Infierno como ardiente, los traidores están congelados en un lago de hielo conocido como Cocito, en donde están encajados a profundidades cada vez mayores, de acuerdo a su acto de traición. El orgullo, la irresponsabilidad, el egoísmo, la vanidad, la soberbia y otros defectos espirituales se esconden detrás de los actos de traición. El traidor es quien colabora o se asocia con fuerzas externas a su entorno, el traidor se diferencia de los fraudulentos, porque sus acciones engañan a quienes tienen lazos de comunidad, una relación de familiaridad, a quienes confían en el traidor. Allí reside Antenor de Troya, quien traicionó a su ciudad en favor de los griegos, porque a este lugar llegan los traidores a sus vecinos o ciudadanos, es decir los traidores a su pueblo. Como vemos Dante iguala la traición a Dios, que cometió Satanás, con la traición a la Patria.

Luego de este “paseo dantesco”, comprendemos porque el poder argentino fue descendiendo por los nueve círculos infernales hasta caer en el último, comprendemos porque la denuncia de Traición a la Patria que blandía el fiscal Nisman contra el poder central, lo llevo a la muerte.

Recordemos que en “La Divina Comedia”, Dante y Virgilio emergen desde el noveno círculo al Purgatorio, donde se expían los pecados, limpiando las almas para ingresar al Paraíso.

Espero que muy pronto los argentinos de bien logren vencer el circulo dantesco de los nueve infiernos, y logren ingresar al círculo virtuoso del bienestar, viviendo en democracia y libertad.

Hasta la próxima

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