5 señales de que el fútbol ya es estadounidense
Por primera vez, el fútbol – ese que se juega con los pies, entre dos equipos de once jugadores, ese que todos jugábamos de niños, y que ahora, durante el Mundial, nos enloquece – ha entrado al hogar estadounidense, a la cultura nacional, a la manera de ser del ciudadano. Ya es parte de nosotros.
Aquí hay cinco señales – quizás hay más – de que esta vez el fútbol, está aquí para quedarse.
Hay señales de que ese que llamamos los latinos “el Equipo de Todos” se ha convertido en el equipo de los estadounidenses.
Y que el cuartel general del fútbol en Estados Unidos es en el bar, esa institución nacional tan importante.
El número de televidentes que vieron los partidos de Estados Unidos – el primero contra Portugal y el segundo contra Alemania, este mismo jueves – batió récords.
Incluso ha sido mayor que el número de los que miraron las finales de la NBA, uno de los deportes con mayor arraigo en el país, afirma el Los Angeles Times.
Según la empresa que mide la opinión pública Nielsen, dice el Boston Globe, el de Portugal fue el partido más visto jamás en Estados Unidos en cualquier red televisiva, con un ráting de 9.6 en hogares y un término medio de 18.22 millones de televidentes.
Fue el programa más visto en la historia de ESPN, excluyendo partidos de la NFL y de fútbol americano de universidades.
Y el aumento de interés en la Copa Mundial “ha sido bueno para para anunciantes, patrocinadores y los fanáticos del fútbol”.
La nota principal del Los Angeles Times de este jueves establece sin tapujos: “Háganse a un lado, baseball y basquetbol. El fútbol está listo a convertirse en el próximo deporte televisivo mayor de Estados Unidos”.
“Todo apunta a que Estados Unidos”, escriben allí Scott Collins y Madeline O’Leary, “finalmente se contagió de la fiebre del fútbol que infectó al resto del mundo hace mucho tiempo”.
Por supuesto, continúa, eso proviene del aumento de la población latina de 10% del total hace 20 años a 17% en 2012.
Los autores también mencionan que mientras que durante los años 70 la Asociación Juvenil de Fútbol del país tenía unos 100,000 miembros, hoy tiene más de 3 millones: niños y niñas – una característica única a este país es la gran proporción de muchachas que lo practican que juegan en todo el país.
Durante el partido CNN mantuvo la nota sobre el partido entre EE.UU. y Alemania como principal. En horas de escribirse estas líneas – las 4 de la tarde en Los Angeles – sigue arriba el tema. Y cuando se dio el gol de la derrota del equipo nacional – que sin embargo, como se sabe, clasificó a la próxima ronda – esto ameritó una banda que solamente ameritan los BREAKING NEWS, las últimas noticias.
Durante una conferencia de prensa en Bruselas hace unas semanas, Obama utilizó el nombre correcto, football, en vez de soccer.
Aquí está el video de ese momento.
Obviamente, le valió la condena unánime de la oposición – para quien football es sinónimo? de socialismo.
Para unos es un delito que amerita enjuiciar al mandatario.
Para otros sitios conservadores es solamente? “proxenetismo, y Obama está en busca de la aprobación de la elite global”.
De hecho, el odio por el fútbol – en realidad, por la oposición, por las minorías, por el contrario, por el otro – es tal que se convirtió ya en una nueva Cruzada en la que “America” presenta resistencia al “imperialismo del soccer”.
Los republicanos lo incorporan a su arsenal de ataque contra Obama. Este mismo jueves, Keith Ablow, panelista político del programa Outnumbered de Fox News, subirió que la Copa Mundial de fútbol es algo que hace Obama para distraer a la gente de sus problemas. Especialmente, dicen, del escándalo de Benghazi.
No deja de llamar la atención que para cumplir con su obsesiva hostilidad a todo lo que sea Obama, sus detractores dicen lo mismo que los manifestantes que en Brasil protestan contra los gastos estratosféricos incurridos en la organización de los juegos mientras el pueblo está en la miseria.
“Soy sospechoso de que cuando tenemos temas nacionales e internacionales de tal importancia… sospechoso de otra rutina de pan y circo. Metamos la marijuana, ignoremos las leyes y hagamos que la gente enloquezca aún más con otro espectáculo”.
Paralelamente, pasa a ser parte de la discusión histórica entre la todavía mayoría blanca y las crecientes minorías. Ann Coulter, una profesional del escándalo y la xenofobia, selecciona cuidadosamente sus frases para mayor efecto:
“Ningún estadounidense cuyo abuelo nació aquí está mirando fútbol… cualquier creciente interés en el fútbol solamente puede ser una señal de la decadencia moral de la nación”.
El fútbol, dice Coulter, no tiene ni héroes ni perdedores. Vale decir, es un deporte grupal, lo que atenta contra el individualismo que según cree, es la distinción del ciudadano ario, perdón, estadounidense. Aquel que, según el mito tiene el único deber de “never, ever, give up”, una mantra que lleva a millones de nuestros jóvenes a la desesperación porque dar un paso atrás es inaceptable.
Los alegatos de que es un juego aburrido en el que no pasa nada son especialmente infundados e ignorantes si se lo compara al deporte nacional del baseball. Pero más allá de esta idea subjetiva, la crítica de Coulter es puramente política. Todo está relacionado: el interés por el fútbol es un resultado del “cambio demográfico generado por la ley migratoria de Teddy Kennedy en 1965”. O sea, de la participación de inmigrantes – latinos, asiáticos, europeos, africanos – en la cultura de Estados Unidos, algo que ella aborrece y rechaza.
Pero lo de Coulter es un ataque desenfrenado contra todo lo que es diferente y nuevo.
Y una demostración, una vez más, de que el fútbol está aquí para quedarse.