Qué hay detrás del despliegue militar de Putin en Siria

El experto en temas de defensa de la BBC Mark Urban analiza el impacto de la presencia militar rusa en Siria y si hay algún tipo de coordinación con Occidente para preservar al régimen de Bashar Al Asad

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Crédito: Getty

Con la política que Occidente está emprendiendo en Siria, ¿podría el despliegue militar de Rusia ocurrir en un momento más perfecto?

La movilización de decenas de aviones de combate y cientos de tropas para auxiliar al presidente Bashar al Asad se emprendió hace algunas semanas, pero es importante destacar lo que ha estado sucediendo en los últimos 10 días, como los informes de la presencia de rusos en una base aérea, cerca de la fortaleza de Al Asad de Latakia.

Varios altos funcionarios de Estados Unidos han decidido dimitir, entre ellos el enviado del presidente Obama, general retirado John Allen.

De fondo está una estancada política estadounidense, sumada al sinnúmero de discusiones en torno al grado en el que la campaña de bombardeos ha mitigado al autodenominado grupo Estado Islámico (EI).

El general Allen era conocido por creer que EE.UU. debía endurecer su posición en el derrocamiento del presidente Al Asad, y en la necesidad de una zona de seguridad en el norte de Siria.

En cuanto a Reino Unido, la semana pasada el Consejo de Seguridad Nacional estaba considerando propuestas para que sus fuerzas ayuden a proteger a civiles en el norte de Siria.

Lo que nadie sabe es si Rusia seguirá enviando fuerzas terrestres a Siria y si el despliegue de objetivos será más de naturaleza ofensiva que de protección de instalaciones aéreas y navales.

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Otros países, entre ellos Francia, Holanda y Australia, están pensando en iniciar ataques contra objetivos en Siria pertenecientes a EI o los han comenzado recientemente.

Putin se reunió recientemente con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu

¿Asumirán ahora muchos sirios que esas misiones son parte del mismo esfuerzo que parece desplegar Rusia para salvar al gobierno del presidente Al Asad?

Todos los cálculos de la región se derrumbaron por la velocidad y la escalada del despliegue ruso.

La operación siguió un patrón militar lógico: asegurar el aeródromo de Latakia; mejorar sus instalaciones; crear una defensa contra un posible ataque aéreo; y, por último, enviar allí aviones de combate.

Desde el martes por la mañana los rusos han trasladado al aeródromo 28 aviones de combate (12 SU24 bombarderos, 12 Su25 aviones para ofensiva terrestre y 4 Su-30 cazas multifunción), dos tipos de drones y 20 helicópteros.

Algunos informes sugieren que el despliegue es de tanta envergadura que se va a necesitar más de una pista de aterrizaje para sus operaciones y, ciertamente, las últimas fotos de satélite de la región costera de Siria sugieren que otras instalaciones militares pueden estar en fase de preparación para nuevos despliegues.

Las imágenes de satélite de los sitios al norte del aeródromo de Latakia podrían indicar que las fuerzas rusas están desplegadas allí.

Más de 240 mil sirios han muerto desde que comenzó el conflicto en 2011.

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Funcionarios del Pentágono informaron el lunes que los aviones no tripulados ya estaban operando, presumiblemente en busca de objetivos, y que se podría esperar una ofensiva aérea “en cuestión de días”.

Los rusos han desplegado una fuerza de ataque equivalente al poder de las pocas decenas de aviones que tiene Siria, pero con armas guiadas más modernas y sistemas de vigilancia.

Esta ofensiva, al igual que los ataques de Rusia en Ucrania el año pasado, presenta un escenario transatlántico delicado.

Grupos de oposición sirios temen que el cambio de Washington y su coordinación militar con Rusia sean signos que está ahora del lado del presidente Al Asad.

Existen claras diferencias de perspectiva entre la Casa Blanca y algunos aliados europeos que están recibiendo cientos de miles de refugiados de Siria.

The Daily Beast, informó: “En privado, muchos parecían dar la bienvenida a una intervención rusa si se alivia la carga de EE.UU. para combatir EI”.

En Reino Unido, sin embargo, con un gobierno en escrutinio para una votación parlamentaria sobre la acción militar, y al borde de prometer apoyo a una zona de exclusión aérea para detener el bombardeo de Siria en el norte del país, la acción de Rusia es profundamente preocupante.

Los bombardeos de Al Asad han sido la causa de la mayoría de las víctimas en la guerra, y de hecho, de millones que huyen de sus hogares.

Pero con la perspectiva del músculo de Rusia unido a ese esfuerzo, Reino Unido puede apreciar que se están creando más refugiados, y hacer respetar una zona de exclusión aérea para evitar la presencia militar de Putin, puede incidir en una escalada.

La llegada a Moscú el lunes del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, con el jefe del Estado Mayor y jefe de la inteligencia militar para las discusiones sin precedentes con el ejército ruso, es una medida de hasta qué punto el despliegue ordenado por el Kremlin merece el término “cambio de juego”. El presidente Putin se reunió con el primer ministro israelí cerca de Moscú.

Si hay admiración generalizada entre los estrategas y militares en los países occidentales por el sentido táctico de Putin, su voluntad de aceptar el riesgo, y su deseo de mostrar el vacío de la retórica política occidental, también hay quienes piensan que con sus acciones en los últimos 18 meses ha ocasionado la muerte de miles de personas en Ucrania, así como enormes costos económicos a Rusia.

¿Cuál es su juego final? ¿Será Siria su Afganistán?

Putin ha dado explicaciones públicas de lo que está tratando de lograr.

Sentado junto a Netanyahu, dijo, “nuestro principal objetivo es proteger al Estado sirio”.

Burlándose de los temores israelíes de que Siria pretende patrocinar ataques de militantes, Putin dijo a su visitante que el ejército sirio no estaba en condiciones de abrir un segundo frente.

El objetivo del Kremlin, declaró claramente, ha sido evitar una implosión del Estado sirio, o lo que queda de él.

No se sabe si el despliegue de Rusia será ofensivo o para proteger instalaciones aéreas y navales.

La semana pasada, Putin dijo que tenía la intención de prevenir una implosión completa de la autoridad gubernamental como la que sucedió en Libia, después de la intervención de la OTAN en ese país del norte de África en 2011.

Es un mensaje inteligente, que se nutre de la culpa de Occidente sobre lo que ha sucedido desde el derrocamiento del coronel Muamar Gadafi.

Existe la idea de preservar a las fuerzas armadas sirias y a los organismos de seguridad, mientras se trabaja hacia un gobierno de transición o el proceso de paz encuentra cierto apoyo en los países occidentales.

De hecho, la política estadounidense ha cambiado significativamente en los últimos días para permitir que el presidente Al Asad pueda permanecer en el poder por el momento.

Grupos de oposición sirios ya están ignorando las sutilezas de este mensaje,temiendo que el cambio de Washington y su coordinación militar con Rusia sean signos de que está, efectivamente, del lado de Al Asad.

Lo que nadie sabe es si Rusia seguirá enviando fuerzas terrestres a Siria y si el despliegue será más ofensivo que para proteger instalaciones aéreas y navales.

Ya ha habido informes de soldados rusos luchando en primera línea de fuego pero, hasta el momento, el número es insuficiente como para hacer alguna diferencia.

Tal vez el discurso de Putin en la ONU en Nueva York la próxima semana nos dará una idea más amplia de su plan y, de hecho, hasta qué punto EE.UU. y otros países podrían haberlo consentido.

Por ahora, podemos ver los eventos en desarrollo, atentos a los que estén por venir: ¿cuándo comenzarán los ataques? ¿Qué pueden decirnos sus objetivos? ¿Cómo reaccionaría Rusia si capturan a su personal? Y ¿se desplegarán fuerzas terrestres de mayor tamaño?

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