Continúa el lamento en Boston

Problemas de Medias Rojas no comenzaron con la debacle de septiembre

BOSTON/AP – En los malos tiempos de antes, los Medias Rojas de Boston registraban una catástrofe más o menos cada década: Bucky Dent. Bill Buckner. Pesky agarrando la bola. Grady abandonando la lomita. La maldición del Bambino.

Por 86 años, los Medias Rojas no pudieron ganar pero no tenían problema en encontrar nuevas formas de perder, una racha que muchos pensaron quedó en el pasado cuando la franquicia ganó la Serie Mundial en el 2004.

Pero, con el colapso sin precedentes en septiembre, los Medias Rojas han escrito un nuevo capítulo en la tragicomedia para una nueva generación de aficionados, muy jóvenes para recordar los fracasos del pasado.

“Este es para la posteridad, ¿cierto?”, dijo el entonces gerente general, Theo Epstein, momentos después de que se completó el colapso. David Ortiz estuvo de acuerdo: “Permanecerá en la mente de mucha gente por un tiempo”, dijo.

Casi un mes después de que se esfumaron los remanentes de una ventaja de nueve juegos en septiembre, los Medias Rojas continúan desintegrándose y la ciudad aún sufre, como antes de ganar los dos títulos de Serie Mundial que debían poner fin a la noción de que la franquicia estaba maldita.

Ya no está el manager Terry Francona, Epstein se fue a los Cachorros de Chicago y los jugadores están llamando a cada estación de radio para defenderse de los reportes de que engordaron con las cervezas y pollo frito que consumían en el clubhouse en vez de estar apoyando a sus compañeros.

“Siendo honesto, estábamos haciendo las mismas cosas toda la temporada cuando teníamos el mejor récord en las Grandes Ligas”, dijo el abridor Jon Lester al Boston Globe. “¿Fue una mala costumbre? Si. Debía estar en la banca más de lo que solía. Pero la verdad es que en septiembre, como equipo, jugamos muy mal béisbol. Apestamos”, agregó.

Al primero de septiembre, los Medias Rojas lideraban el Este de la Liga Americana y tuvieron una ventaja de nueve juegos sobre los Rays por el boleto de comodín, pero en ese mes cosecharon marca de 7-20 para terminar un juego detrás de Tampa Bay y perderse los playoffs. Fue la peor debacle de septiembre en la historia del béisbol, y eso trajo de vuelta los recuerdos del clásico fracaso de Boston.

Todos los mismos viejos ingredientes están allí: dejan ir la ventaja, el talento sobrepagado, la gerencia intocable y, por supuesto, el dedo apuntando en toda dirección.

Esta vez, la mayor parte de la culpabilidad está enfocada en Josh Beckett, John Lackey y Lester. Y no es porque ueran parte de la rotación abridora que en septiembre logró marca de 4-13 y de 7.08 de ERA (promedio de carreras limpias permitidas).

Sino porque según un reporte del Globe los tres abridores pasaban su noche libre comiendo pollo frito y bebiendo cerveza en los vestidores. En reportes televisivos separados, los jugadores y los ejecutivos negaron que los pitchers también bebían cerveza en el dugout.

“¡Es suficiente!”, dijo Beckett en un comunicado emitido por el equipo tras los reportes de que la bebedera de cerveza también tuvo lugar en el dugout durante los juegos. “Admito que cometí errores durante esta temporada, pero no llegó tan lejos”, añadió.

Los jugadores de los Medias Rojas han defendido su conducta, indicando que no hubo diferencia en los pasados 4½ meses que precedieron, cuando el equipo logró marca de 81-43 para tomar el liderato del Este.

Pero comparar al equipo de este año con los “idiotas” del 2004 es como comparar los Deltas de Animal House a sus engreídos rivales en Omega Theta Pi: la una era una banda de inadaptados incontenible, los otros se fueron a su pequeño camerino privado mientras fallaban a las promesas de luchar para mantener al equipo a flote en la carrera por el título.

De hecho, Kevin Millar fue criticado cuando reveló después de la Serie Mundial del 2004 que el equipo se daba unos traguitos de Jack Daniels para estar enfocados durante la serie de playoff contra los Yankees. Aún así, eso fue un ritual; pero Beckett, Lackey y Lester se distanciaron de sus compañeros durante sus citas con cerveza y pollo frito.

Francona, durante su entrevista final con los reporteros, dijo que él sabía que algo andaba mal incluso cuando el colapso no había florecido y, él tenía razón. Recién era mayo cuando Lackey, tras una terrible apertura, dejó escapar: “siendo honesto, todo en mi vida es una mierda ahora mismo”.

Y fue septiembre cuando Beckett ripostó a un reportero radial tras un triunfo sobre los resurgentes Rays: “Sí, necesitamos ganar, pero no es la cosa más importante que ocurre en mi vida. Tal vez para algunas personas, pero no para mí”.

Los Medias Rojas comenzaron la temporada 0-6 y 2-10, pero luego de un triunfo por 14-0 sobre Toronto el 6 de septiembre, tenían una ventaja de ocho juegos sobre Tampa Bay en la lucha por el comodín. Sin embargo, Francona tenía la impresión de que no estaban enfocados en ganar y llamó a una reunión del equipo.

Eso no tuvo efecto. Perdieron sus próximos cinco partidos -ganando sólo cinco veces el resto del mes- dejando así escapar la ventaja por el comodín y quedando fuera de los playoffs por segundo año consecutivo.

En muchas ciudades, eso sería el fin del mundo. No en Boston.

El club no ejerció la opción del contrato de Francona.

Al coach de pitcheo, Curt Young, se le permitió aceptar el mismo trabajo con los Athletics de Oakland; y otros coaches están a la espera de que Ben Cherington comience su trabajo como gerente general y busque al manager que sustituirá a Francona.

Cherington (que sería presentado el martes) también decidirá qué hacer con los agentes libres como el capitán Jason Varitek y el cerrador Jonathan Papelbon, mientras trata de deshacerse de Lackey, quien tuvo marca de 12-12 y 6.41 de ERA en el segundo año de su contrato de cinco temporadas y 82.5 millones de dólares.

El bateador designado David Ortiz, un héroe en el campeonato del 2004, uno de los jugadores más populares del equipo y a los 36 años aún un bateador productivo, causó conmoción cuando dijo que consideraría jugar por los Yankees la próxima campaña.

“No sé si quiero ser parte de este drama el próximo año”, dijo a ESPN.

Pero luego de aceptar el premio ‘Roberto Clemente’ antes del segundo juego de la Serie Mundial, esta semana, se retractó de que jugaría por los rivales Yankees.

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