La comuna de los indignados ocupa Wall Street
El movimiento insurgente de indignados estadounidense que se inició en Nueva York “Ocupa Wall Street” se ha extendido a otras ciudades, tales como Washington, Los Angeles, Seattle, Boston, Baltimore y cerca de otras 300 ciudades, para protestar contra la concentración de la riqueza “El 99% de los estadounidense somos pobres y sólo el 1% es dueño de todo”.
Contra la indiferencia y desidia de los dos partidos políticos: demócratas y Republicanos que controlan la Casa Blanca y el Congreso Nacional y todo el poder político; contra los recortes de los presupuestos a nivel nacional y locales en las áreas de educación, salud, programas sociales, contra la guerra en Irak y el Medio Oriente; contra la corrupción, etc.
Estos estadounidenses: jóvenes, mujeres, niños, trabajadores, estudiantes y ancianos, marchan a luchar contra una sociedad injusta y mezquina que les niega lo necesario para vivir una vida digna y de bienestar junto a sus familias. Piden trabajo, educación, salud, viviendas decentes, etc. que los políticos tradicionales y los ricos le escatiman. Sueñan con un mundo mejor. Un mundo más equitativo, con posibilidades de trabajo y descanso, de disfrute de la familia y de la naturaleza. Una revolución sin caudillos, reyezuelos, jefes. Donde las decisiones se toman colectivamente. Donde existe un liderazgo colectivo.
En conversaciones que tuve con algunos ocupantes de Wall Street símbolo de codicia me dijeron que luchan por denunciar y cambiar: “La inequidad de un sistema cada vez más excluyente”.
“A millones de estadounidenses sólo nos quedará recoger las migajas que caen de los manteles de los ricos y políticos”.
Quieren permanecer por meses ocupando el parque privado Zucotti donde están desde el 17 de septiembre inspirados por las protestas de la primavera árabe y de los “indignados” de España.
El miércoles pasado 5 de octubre nos unimos a las protestas y se calcularon 20.000 personas que fueron las que asistieron con la secuela de 70 presos y la consabida represión policíaca. Esta revolución de los soñadores neoyorquinos no sabemos dónde llegará. Lo que sí sé es que tenemos que unirnos a las protestar y participar en su lucha.