México: Ciudad Juárez un año después

A los gansos, que no bajan la guardia

Me fui de Juárez por una oferta de trabajo, dejé atrás buenos amigos, una sociedad afable que te abre los brazos para que no te sientas extraño. Durante mis más de veinte años en la zona, vi muchos cambios.

Cuando llegué la ciudad estaba en ebullición, las empresas llegaban atraídas por las ventajas de una ciudad que supo internacionalizarse, cuando el país prefería encerrarse bajo las alas del proteccionismo, los juarenses entendían muy bien, cuáles eran las ventajas de enlazarse con el extranjero.

Sin embargo, empezó a construirse la leyenda negra de la ciudad. Mis amigos sostenían que había alguien interesado en debilitar a la ciudad para apropiarse de los negocios. Era inexplicable que el asesinato de mujeres atrajera la atención mundial, como si esos mismos ciudadanos que te abren las puertas de su casa, estuvieran interesados en destruir a sus mujeres, a su entorno, a su paz, al medio que les daba que comer, y sobre el que se han construido algunas de las fortunas más importantes del país.

El narco había sentado sus reales desde décadas atrás, su economía creaba una Jauja de la que se beneficiaban muchos, desde profesionistas, empresarios y los asalariados; pero también había una industria del vicio que se había estimulado por la oferta de las bases militares estadounidenses allende el río, y que ni las maquiladoras lograron derrotar. La ciudad vivía 24 horas al día.

Ahora regresé para hacer alguna gestión, entre caminando por uno de los puentes, el río estaba totalmente seco, no había nadie en la aduana e inmigración, pero había un puesto militar con sacos de arena. El precio del taxi me pareció excesivo, esa es una característica de la ciudad, y decidí tomar un camión (rutera se le dice ahí), la música muy fuerte, limpio pero viejo.

Cuando mi colega pasa por mí, me comenta que le robaron el auto, la asaltaron dos jóvenes con armas largas y me dice: podían ser mis alumnos en la prepa. Agrega que ya hoy todo mundo conoce a alguien víctima del crimen. El taxista se queja de la época en la que el conflicto era un pleito y eventualmente aparecía un muerto, hoy hay miedo.

Los bancos con poca gente, una gestión que en otras circunstancias hubiera tardado media hora, ahora fue de menos de diez minutos.

En el paso a desnivel está pegada una hoja con la cara de una mujer extraviada, se pedía ayuda para localizarla.

En el camino vi muchas propiedades en venta, en renta, o simplemente abandonadas, un amigo constructor se queja de tener decenas de departamentos sin poder rentar ya cuatro años, después de un asalto que incluyó bombas molotov y una redada de judiciales que buscaban a un secuestrado en una propiedad vacía.

La comida en el restaurant a punto de inaugurarse, de un amigo parte de un grupo entrañable. Veo en una plaza el anuncio de reapertura del mejor “antro” de Juárez, no se cual es. Mis amigos dicen que parece empezar a haber algo de movimiento económico, aunque este tiene que llegar de la inversión pública, de cuya ausencia se culpa al alcalde por mantener una postura de encono con el gobernador, aunque desde Chihuahua capital culpan al gobierno federal por no beneficiar a la ciudad, este reclamo viene desde que los panistas perdieron la primacía en la ciudad y el Estado, mientras controlaban el gobierno federal.

En la mesa de amigos llega un alto funcionario de la fiscalía quien dice que aunque las cifras son vergonzosas, los números van mejorando, y anota la actitud irresponsable de los medios amarillistas (casi todos) que explotan el morbo, regodeándose con las historias de sangre, al grado de inventar o distorsionar información. No se trata que enmudezcan, pero tampoco de desinformar, eso digo yo.

Y en lo que parece un escenario catastrófico, veo que la energía no mengua, la gente sigue buscando oportunidades. Se construye una gran ciudad universitaria y escucho que se lee poesía y literatura en las ruteras, se crean revistas literarias y la gente promueve la llegada de nuevas empresas, para re ocupar los miles de locales vacíos. Las pláticas sobre política, encendidas, como siempre, y los juaritos, siguen luchando para arrebatarle el poder a los chihuahuitas. El tesón no mengua. En la lista del PRI al senado va una candidata por Juárez y uno por Chihuahua, marcador empatado.

Dicen que cuando uno bebe agua del Río Bravo no puede dejar a Juárez, pero es indudable que la ciudad se sabe meter en el corazón y todavía tiene mejores momentos en su futuro.

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