Una pasión familiar por los crucigramas

Josephine Quiñones celebrará sus 85 años jugando con las palabras

Como lo hiciera su madre, Josephine Quiñones, de 84 años, mantiene su mente activa haciendo cruce de palabras.

Como lo hiciera su madre, Josephine Quiñones, de 84 años, mantiene su mente activa haciendo cruce de palabras. Crédito: Fotos Humberto arellano / edlp

Brooklyn – Desde hace una década, Josephine Quiñones, de 84 años, celebra su cumpleaños con sus hijos Enid Enrique, de 64, y Christine, de 43, en el Torneo Nacional de Crucigramas.

Este año, del 16 al 18 de marzo en el hotel Marriott Brooklyn Bridge, ya aseguró su lugar entre unos 700 participantes de todo el país en la 35ª edición de esta competencia anual.

Nacida en Brooklyn en una familia boricua-venezolana, Josephine es capaz de resolver más de 20 juegos de palabras en inglés por semana, como lo hacía su madre en español hace años. “Lo más difícil es terminar rápidamente”, rememora esta exsecretaria del buró escolar de Brooklyn.

En el torneo creado en 1978 cada competidor debe resolver siete crucigramas en tiempos de 15 a 45 minutos, según la complejidad. Los ganadores terminan cada prueba en 7 minutos o menos.

Tras jubilarse, Enid Enrique, quien tiene una empresa de computación en Boston, decidió inscribirse en el torneo. Cuando Josephine lo supo -dice su hijo- usó su mejor sonrisa para conquistarlo y unírsele. Christine, quien es traductora y voluntaria en la biblioteca pública de Brooklyn, de inmediato se unió al clan. Así fue como una pasión que cada uno cultivaba desde joven se convirtió en una tradición familiar.

“Esta es gente que hace la prueba estandarizada SAT por diversión”, dice el hijo para indicar que son miembros de una casta marcada por la agilidad mental y una increíble capacidad de almacenar conocimientos. “A los 15 años, yo solía memorizar las respuestas cuando viajaba en el tren A a la secundaria, porque los vagones iban tan llenos que no podía escribirlas”.

Terminar no es la única meta en esta competencia. Hay que hacerlo lo más rápido posible y sin errores. “Es mejor sacrificar el tiempo para revisar con calma, porque cada letra errada cuesta 225 puntos”, advierte Christine, para quien las preguntas sobre deportes, militares y autos son un dolor de cabeza.

Josephine, en cambio, sufre con las terminaciones y, a su edad, se ríe porque muchas de las preguntas de historia las sabe porque son hechos que ella vivió.

Su hijo se complica cuando se trata de mitos, referencias bíblicas y música pop. De Lady Gaga ni le pregunten, exclama Enid Enrique; pero sí de ópera, otra afición que satisface yendo al menos a 20 conciertos al año.

Los crucigramas estadounidenses son más rigurosos que sus pares en español, refiere Christine; pero, a diferencia de los ingleses y franceses, lo fabuloso es que siempre hay una manera de salir de aprietos. “Si hay una vertical difícil, la horizontal siempre será más fácil” y así es posible seguir adelante.

Cada uno tiene sus trucos para poner su mente a trabajar. Josephine busca las palabras que tengan letras difíciles como Q, X y K. Enid Enrique sigue las claves que piden completar espacios en blanco. Al tiempo que Christine persigue las abreviaciones o si le dan un ejemplo de la palabra buscada.

Este año, según comentó al teléfono el creador del torneo, Will Shortz, el participante de menor edad es un joven de 15 años de California y Josephine podría ser la mayor. “Es increíble ver gente tan joven; cómo alguien de 15 años puede saber tanto”, señala Josephine, mostrando una docena de libros que leerá esta semana y una sonrisa que se ilumina por saber que su “celebración de cumpleaños” ya se acerca.

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