Tras el sueño de Londres
Ramírez admite que hay presión por todo lo que se juegan en tan pocos días, pero lo asume confiado
Metas y logros. Motivación y disciplina. Iniciativa y moderación, son la suma de elementos que resumen el compromiso de José Ramírez, un joven boxeador de padres mexicanos que enfrenta, sin miedo, el desafío de ganar un lugar en el equipo olímpico de boxeo que representará a Estados Unidos en Londres 2012.
“Sé que puedo lograrlo, ya antes he tenido compromisos y he logrado lo que quería”, dice José, un joven que a sus 19 años se plantea las cosas con un sentido de la reponsabilidad sorprendente.
Nacido en Avenales, “un pueblito cercano a San Franciso”, según él mismo lo define, José ya se despidió de los suyos camino a Río de Janeiro, donde participará en el selectivo subregional que otorga los pasajes finales a los Olímpicos.
“No sólo pienso en que iré a los Olímpicos, sino que ganaré una medalla. He soñado con ello y quiero que sea un sueño hecho realidad”, afirma.
Desde ayer, y durante toda esta semana, todos los integrantes del equipo de boxeo que buscan clasificarse a Londres cumplen una parada obligatoria en el complejo deportivo de Carson para ultimar detalles de cara a la cita de Brasil.
¿Cómo pueden manejar tanta presión atletas tan jóvenes?
“Estamos acostumbrados… el boxeo amateur es así y nosotros conocemos la competencia y sabemos lo que podemos lograr”, responde.
Ramírez admite que hay presión por todo lo que se juegan en tan pocos días, pero con la naturalidad de quien ha dedicado su vida al pugilismo, lo asume confiado.
Boxea desde los 7 años, cuando su padre lo inscribió en un gimnasio de Avenales, y desde entonces se las ingenia para repartir su tiempo entre los estudios y el deporte.
“Tengo a mi familia muy cerca de mí y eso es lo que más ayuda. Así que yo puedo tener un plan para dar pasos seguros hacia mi futuro”, expresó.
Una buena base familiar para empezar. Luego, mucho compromiso con los objetivos y una disciplina irrompible, pilares del éxito en los deportistas de ciclo olímpico.
Atrás dejó seis peleas que debió ganar en seis días, en Colorado Springs, para poder estar de nuevo en esta cita.
“Me enfoqué y dejé todo atrás. Me dije: ‘Esto es para mí. Lo quiero’. Porque quiero ser olímpico, y gracias a Dios todo marcha como lo pensé”.
¿Qué sabes de los rivales que enfrentarán en Brasil?
“Todos somos de Estados Unidos, Centro y Sudamérica, pelean con un estilo muy parecido al nuestro. Los más peligrosos son los argentinos, colombianos y venezolanos”.
¿Y los cubanos?
“Sí estarán, pero el cubano que pelea en mi categoría ya está clasificado, lo mismo que el brasileño. Ellos ya no cuentan. Son cuatro clasificados y uno tengo que ser yo”.
Ramírez busca su boleto en los ligeros (132 libras) una categoría que ha llenado de lustre el boxeo azteca.
Ya en Carson, y bajo el control de los entrenadores de ciclo olímpico, sólo queda pulir algunos detalles técnicos y ponerle mística.
“Estoy acostumbrado y tengo una rutina bien fuerte, entreno tres veces a la semana lunes, miércoles y viernes: 3 a 7 millas cada día”.
“Me preparo una hora y 45 minutos para estar bien, y hago también mucho boxeo con Armando [su padrino]. Cinco rounds a la bolsa pesada y cinco a la bolsa rápida. Hago hasta 20 asaltos”, señla sin alardear.
Llegan a Brasil el día 2 de mayo, empiezan a competir el día 7, y en cuestión de cinco días habrá terminado todo.
¿Te pone presión hacer parte del equipo de EEUU?
“No. Porque no pienso en que pueda perder. Me he preparado para ganar. Dios siempre me ha llevado de su mano y yo sé que él no va a soltar mi mano ahora”, afirma.
Ya descartó durante dos años ofertas para hacerse profesional, algo que sabe hace parte de su futuro, porque ahora en su mente sólo cabe la ilusión de una presea olímpica.
“Yo dibujo en mi imaginación la alegría de mi familia y mi comunidad, y eso es un orgullo muy grande para mí”, concluye.
Se despide José Ramírez, repleto de convicción y seguro de sus metas.
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