Jornaleros tienen poco que celebrar

Sus problemas siguen siendo los de siempre: robo de salarios, problemas con la policía y una fuerza de trabajo que supera con mucho a la demanda

Nueva York – Hoy, Día Internacional del Trabajo, los jornaleros hispanos de Queens tienen poco que celebrar.

Para ellos es un día más en el que estarán en las esquinas de la Avenida Roosevelt desde las 6 de la mañana a las 6 de la tarde esperando a que un contratista les de un trabajo temporal, normalmente en la construcción.

Si no lo encuentran, o si su jornada termina a tiempo, se unirán por la tarde a la marcha en el Bajo Manhattan para pedir por sus derechos laborales. Sus problemas siguen siendo los de siempre: robo de salarios, problemas con la policía y una fuerza de trabajo que supera con mucho a la demanda.

“De 200 o 300 jornaleros que nos concentramos todos los días en cada esquina, dan trabajo sólo al 10%”, dice Roberto Meneses, un jornalero mexicano que, desde hace 15 años, espera trabajo en la esquina de Roosevelt con la calle 65.

“Muchos nos quedamos todo el día, hasta las 5 o las 6 de la tarde, esperando a que salga algo a última hora”, agrega.

Meneses se juntó con varios de sus compañeros hace cuatro años para formar el sindicato “Jornaleros Unidos”. El objetivo era unirse y protestar por las constantes multas y arrestos que sufrían por parte de la policía.

Lograron por lo menos que la presión policial disminuyera y negociaron para obtener una tarjeta del Departamento de Trabajo que acredita que han pasado los cursos de seguridad laboral que se requieren por ley por un costo de poco más de $10, frente a los $200 que cuesta oficialmente.

“Con esta tarjeta, la policía nos deja más tranquilos, aunque a veces somos tantísimos los que nos juntamos para buscar trabajo, que los vecinos se acaban quejando”, explica Meneses.

El problema que no han conseguido resolver aún, sin embargo, es el del robo de salarios por parte de los contratistas deshonestos.

“Más del 50% de los que nos reunimos aquí, hemos sufrido robos de salarios, pero muchos ni siquiera lo admiten por vergüenza”, asegura Roberto García Palacios, otro jornalero mexicano.

“Yo ahora tengo el caso de un contratista de construcción griego que me debe $500 y dice que él nunca me contrató. A mi hermano también le debía dinero y él se tuvo que volver a México porque ya no aguantaba la crisis”, añade.

Cuando recurren este tipo de casos al Departamento de Trabajo, los jornaleros dicen que se suelen topar contra una pared. Isaac Guerrero, otro de ellos, cuenta que él denunció un caso y que tardaron cinco años en comunicarle que no había aportado la documentación necesaria para que pudiera ser tramitado.

“El robo de salarios a jornaleros es un problema estructural con difícil solución”, asegura Valeria Treves, directora ejecutiva de la organización comunitaria en defensa del inmigrante “New Immigrant Community Empowerment”.

“Los jornaleros son subcontratados a través de varios intermediarios y no por el dueño del trabajo de construcción, por lo que luego tienen muchísimas trabas para reclamar si no les pagan”, agrega Treves.

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