Una michelada para quedar como nuevo

Nació con intenciones más nobles: llevar a la cerveza a un nuevo reto, a su siguiente nivel: ser un cóctel para cuando arrecia el calor.

Los Ángeles – Un cómplice de lejanas parrandas solía decir a la mañana siguiente, sentados en el puesto de sopes y menudo del mercado, que lo mejor de una buena trasnochada era la cruda. Bueno, más bien “curarse la cruda”. Lo afirmaba histriónicamente, muriéndose de risa con manos temblorosas, como quien ya está en las últimas, casi arrastrándose, buscando la última cerveza del desierto, fingiendo beber por fin de un solo y largo trago una cerveza bien fría, “¡aahhh!”, suspiraba.

En una de esas llegó por fin a nosotros, al lado de unos sopes con salsa verde, el elixir, la palabra mágica, el conjuro que promete curar todos los males, bueno al menos uno: la cruda. “No’más pruebe éste potaje y verá como le vuelve el alma al cuerpo” ordenaba el güero Oscar -experto en preparar pancita, barbacoa, carnitas, y en curar la ‘cruda’ de sus clientes- colocando una burbujeante bebida roja frente a uno, “¡ándele, échese su Michelada que va a quedar como nuevo!, ¿otro sopecito?”.

La Michelada tiene fama de curar ‘la cruda’. Pero nació con intenciones más nobles: llevar a la cerveza a un nuevo reto, a su siguiente nivel: ser un cóctel para cuando arrecia el calor.

Se sabe mucho de La Michelada, incluyendo numerosas formas de prepararla combinando distintos ingredientes, pero algo interesante de su historia es que resulta un verdadero misterio el origen de su creación. Aunque más que una historia, lo que tiene es una colección de leyendas urbanas, variadas versiones de cuándo y quién creó la Michelada; pero en lo que parece no haber mayor disputa es en que se creó en San Luis Potosí, México.

Aquí algunas de esas leyendas.

El general Don Augusto Michel aparece en el escenario de la revolución mexicana. Cuentan que este general era un personaje como de Macondo, de quien no hay registros de qué lado peleaba, las batallas que tuvo, ni siquiera de si hubo un general Michel en la filas de la revolución. Pero eso sí, el viejo general Michel se daba sus tiempos entre batallas para llegar muy orondo a la cantina ordenando un raro menjurje de cerveza con salsa picante y limón.

Algunos afirman que el brebaje de Michel llevaba también hielo.

Una segunda versión, menos glamorosa pero de una lógica contundente, es que el término ‘Michelada’ es una contracción de la frase “Mi chela helada”. Aunque hay quien asegura que la palabra “Michelada” se inventó para distinguirla de otro cóctel hecho con cerveza, la “Chelada”, o “chela helada”, que lleva cerveza con sal y limón que se usa también como suero para la resaca.

Otro personaje al que se le adjudica la autoría de la Michelada es Michel Ésper, un ingeniero de San Luis Potosí -quien dice la leyenda urbana- que por los años 70s acostumbraba pedir en el Club Deportivo Potosino una cerveza con hielo, limón y sal.

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