Al fin hoy son juzgados el Cerebro del 11-S y sus secuaces
Las familias de las víctimas de los ataques podrán ver el proceso en Fort Hamilton, Nueva York; la base conjunta McGuire Dix en Lakehurst, Nueva Jersey; y Fort Devens, Massachusetts
El supuesto cerebro de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Jalid Sheij Mohamed, y otros cuatro cómplices comparecerán esta mañana ante la comisión militar de Guantánamo, que les podría condenar a muerte.
Sheij Mohamed, que ha reconocido su papel de planificador de los atentados de Nueva York, Washington y Pensilvania, ocupará el asiento central del banquillo de acusados.
El pakistaní ha confesado estar comprometido con una guerra con Estados Unidos en la que las víctimas civiles “son un mal menor” y es considerado uno de los 16 presos de más alto valor del penal.
El juez de la comisión militar que se encargará del caso, el coronel James Pohl, ha convocado a las partes a las 9:00 a.m., en la base militar naval de Guantánamo (Cuba) para repasar los cargos que se les imputa y preparar el calendario de un litigio que no sólo no será sencillo, sino que podría prolongarse años.
Sheij Mohamed y sus cómplices están acusados de las 2,976 muertes del 11 de septiembre y de varios cargos de terrorismo, secuestro de aeronaves, conspiración y violación de la ley de la guerra, entre otros.
En el banquillo se sentarán también Ali Abdul Aziz Ali, sobrino de Sheij Mohamed, y supuestamente uno de los intermediarios que canalizaba el dinero que financió los atentados.
También estará presente el yemení Walid Muhamad Salih Attash Mubarak bin Attash, que sufrió la amputación de una pierna en Afganistán, fue guarda espaldas de Bin Laden y supuestamente ayudó a los pilotos del 11-S.
Otros presos de alto valor que podrán ser vistos son Ramzi Bin al Shibh, yemení y candidato a tomar los mandos del vuelo 93 de United que se estrelló en Pensilvania, y Mustafa Ahmed Adam al Hawsawi, saudí y uno de los responsables de buscar academias para los pilotos de los atentados más graves de la historia de EE.UU.
La acusación formal al autoproclamado cerebro de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y otros cuatro prisioneros en Bahía de Guantánamo será transmitida a sólo seis sitios en cuatro bases militares en el noreste de Estados Unidos, dijo el portavoz del Pentágono Todd Breasseale.
Un juez militar había autorizado el uso de televisión en circuito cerrado en ocho sitios en seis localidades, pero no todos esos lugares estarían listos hoy, dijo el teniente coronel del ejército Breasseale.
Las familias de las personas que murieron en los ataques verán los procesos judiciales en Fort Hamilton, en la ciudad de Nueva York; la base conjunta McGuire Dix en Lakehurst, Nueva Jersey; y Fort Devens, Massachusetts.
Los bomberos y otro personal de servicios de emergencia que respondieron a los atentados, así como los parientes de los que respondieron primero y perdieron la vida, pueden ver los procedimientos en una instalación aparte en Fort Hamilton, dijo Breasseale.
Los sitios para que el público en general y los medios de comunicación tengan acceso a los procesos estarán en Fort Meade, Maryland.
Jalid Sheij Mohamed, el cerebro “de la A a la Z” del 11-S que ahora se enfrenta a la posible pena de muerte en Guantánamo, es un seguidor fiel y calculador del extremismo islamista, obsesionado con su guerra contra Estados Unidos.
La historia de Sheij Mohamed, de 47 años, paquistaní criado en Kuwait, corre en paralelo con el surgimiento de los movimientos extremistas en Oriente Medio desde finales del siglo XX hasta la fatídica fecha del 11 de septiembre de 2001.
De familia acomodada, completó su educación universitaria en Estados Unidos, país al que no acabó por adaptarse y en el que siguió cultivando sus vínculos e ideas sobre su “yihad”.
Sheij Mohamed se ha definido a sí mismo y a sus camaradas como “chacales nocturnos” implicados en una guerra contra EE.UU., en la que “el lenguaje es la muerte” y en la que las víctimas civiles son un precio necesario a pagar.
Desde sus primeros contactos con los muyahidines en Afganistán, que luchaban en los últimos coletazos contra la invasión soviética, la idea del dirigente terrorista era golpear los símbolos del poder político, económico y militar de Estados Unidos.
Oculto tras su fachada de funcionario, técnico e intelectual inofensivo, comenzó a dar forma a sus ideas con un papel secundario en el atentado con furgoneta bomba del World Trade Center de Nueva York en 1993.
Sus primeras contribuciones a la causa extremista se limitaron a facilitar la financiación de operaciones, aunque en 1994 decidió trasladarse a Filipinas para tejer un plan considerado el precursor del 11-S.
Aquel proyecto de derribar en pleno vuelo varios aviones de pasajeros sucumbió por falta de preparación, pero sirvió a Sheij Mohamed para preparar años después el mayor atentado de la historia de Estados Unidos.
A finales de los 90, en plena guerra afgana entre la Alianza del Norte y los talibanes, Sheij Mohamed comenzó a estrechar lazos con Osama bin Laden y Al Qaeda, convencido de la capacidad de la organización tras el atentado contra la embajada estadounidense en Nairobi en 1998.
Sheij Mohamed, que tras ser capturado en Pakistán en 2003 se enfrenta ahora a la pena de muerte, confesó en una comparecencia en Guantánamo en 2007 que su plan era “elegir objetivos militares, económicos y políticos”. Y nada mejor que Nueva York y Washington.
“No me gusta matar gente. Lamento los niños muertos en 11-S. Pero qué puedo hacer, ese es el lenguaje de la guerra”, dijo en esa declaración, en la que también confesó haber decapitado al periodista Daniel Pearl en Pakistán en 2002.
Desde su captura, la pista del terrorista se pierde en un periplo por cárceles clandestinas en Polonia y Oriente Medio, una red secreta establecida por el Gobierno de George W. Bush con la complicidad de países aliados.
Ahora se sabe que fue sometido a duras sesiones de interrogatorios en los que se le aplicó el “ahogamiento simulado” hasta 183 veces y durante los que fue privado de sueño hasta 180 horas seguidas.
En septiembre de 2006, Sheij Mohamed reaparece en la prisión de Guantánamo (Cuba), donde ha pasado los últimos años en celdas de máxima seguridad con el sello de recluso de alto valor y la condena a muerte sobre su cabeza.
En enero de 2009, con la llega de Barack Obama a la presidencia, los días del limbo legal de Guantánamo parecían contados y a finales de ese año se citó a Sheij Mohamed a un proceso judicial en un tribunal civil en Nueva York, una ciudad traumatizada por el 11-S.
El secretario de Justicia de EE.UU., Eric Holder, tuvo que rectificar por el escándalo que suponía trasladar al cerebro de los atentados a la ciudad, además de los problemas de seguridad que la presencia del terrorista supondría.
Finalmente, la administración Obama tuvo que digerir los hechos consumados de la prisión y las comisiones militares de Guantánamo y reformular el caso de Sheij Mohamed, que a partir de ahora se enfrenta a un juicio castrense que le puede acarrear la pena capital.