Ciudad Prohibida: De puertas abiertas
La Ciudad Prohibida abre al turismo el ala de las emperatrices y concubinas
PEKÍN, China.- Dicen que la Ciudad Prohibida de Pekín, el antiguo Palacio Imperial chino, tiene 9,999 estancias, y muchas de ellas todavía no pueden ser visitadas por los turistas, si bien cuatro de ellas, que en su día fueron residencia de las emperatrices y concubinas, acaban de ser abiertas ahora al público.
Las habitaciones, tras prácticamente un lustro de trabajos de restauración, se encuentran al este de los principales recintos del palacio, en el eje central, y desde este mes permiten a los visitantes echar un vistazo a uno de los lugares más prohibidos, valga la redundancia, de la Ciudad Prohibida, tanto que ni el emperador los frecuentaba.
Se trata de una zona en la que las emperatrices y concubinas del emperador residían y llevaban a cabo rituales religiosos, especialmente durante la dinastía Qing (1644-1911), la última de las dos que hicieron de la Ciudad Prohibida su morada.
El más espectacular de los nuevos recintos abiertos al público es el Huang Ji Dian, o Salón de las Normas del Gobierno, construido en 1689 y presidido por un enorme trono dorado flanqueado por dos figuras de elefantes.
El recinto, donde se respira una tranquilidad que se echa a faltar en las zonas más famosas del palacio, tomadas por las hordas de turistas, es conocido, entre otras cosas, por haber sido el lugar donde la emperatriz viuda Cixi, una de las figuras clave del fin de la época imperial, celebró su 70 cumpleaños, allá por 1905.
Más al norte se encuentra el Palacio de la Longevidad Feliz (Le Shou Tang), construido en 1776 y en el que residió también Cixi, famosa porque fue durante su reinado “en la sombra” de casi medio siglo cuando China sufrió las Guerras del Opio y el asedio de las potencias europeas, que llegaron a invadir Pekín.
El lugar favorito de los turistas chinos se encuentra todavía más al norte, en el jardín que culmina esta zona, y donde se encuentra un pozo conocido porque en él murió ahogada la concubina Zhen, favorita de un emperador pero a la que Cixi ordenó asesinar para que no le hiciera sombra en el poder.
La exhibición de estas zonas hasta ahora reservadas sólo a los investigadores forma parte de la política “aperturista” del nuevo curador del palacio-museo imperial, Shan Jixiang, quien desea que los turistas puedan visitar dos tercios de todo el inmenso recinto (ahora sólo está abierta la mitad).
Muchas habitaciones aún cerradas son almacenes, lugares de estudio de los citados investigadores de la China imperial o zonas aún no restauradas por el museo, que desde hace años se encuentra en un delicado y largo proceso de renovación que durará dos décadas.
Con la política de aperturismo, los administradores del monumento quiere también ganarse de nuevo el afecto de los pequineses, tras un año 2011 repleto de críticas a la gestión del palacio-museo por varios incidentes, entre ellos un robo de piezas de una exposición o la rotura accidental de una valiosa porcelana imperial, incidente este último que se intentó ocultar.
El Palacio Imperial fue durante casi 500 años la residencia de los emperadores, y muchas de sus áreas estuvieron prohibidas para los ciudadanos de a pie -afrontaban la pena de muerte si osaban intentarlo- hasta 1925, cuando el último emperador chino, Pu Yi, fue expulsado de él (14 años después de que el país instaurara la república).
Visitado por 14 millones de turistas el año pasado, el palacio, que se encuentra justo norte de la no menos famosa Plaza de Tiananmen, está incluido en la lista de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para le Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) desde el año 1987.