Obama está en lo correcto

El presidente Barack Obama hizo lo correcto al dar su respaldo al matrimonio gay. Sin lugar a dudas, el imprevisto anuncio representa una calculada movida política, pero eso no le quita el valor a la justicia de su postura.

La “evolución” del mandatario –como el mismo denominó su cambio de considerar el matrimonio un acuerdo exclusivo entre hombre y mujer, a aceptar la unión entre personas del mismos sexo- significa que el Presidente, su equipo e incluso su Partido, han alcanzado la seguridad política para defender el principio de la equidad de derechos matrimoniales, sin importar la reacción de los votantes conservadores.

El cómputo del Presidente pudo basarse en tres suposiciones: La apuesta a movilizar a la comunidad gay, un ala importante del voto liberal demócrata que posee capacidad de organización y dinero; el conocimiento de que el respaldo al matrimonio gay ha ido creciendo entre los estadounidenses desde 1996 y hoy goza de un apoyo popular histórico de 50%, según Gallup; y la convicción de que los ardientes opositores al matrimonio gay votarían de cualquier manera por la opción republicana.

Pero más allá de las motivaciones e implicaciones políticas, el comentario de Obama representa un hito en la campaña por el respeto de los derechos civiles de millones de estadounidenses. Su respaldo es especialmente bienvenido en medio de la hostilidad que comunidades gay enfrentan a lo largo del país, como lo demostró la prohibición esta semana en Carolina del Norte de las uniones homosexuales. Y envía un importante mensaje a comunidades en todo el país que por razones culturales o religiosas aún se resisten a aceptar la igualdad de derechos homosexuales.

No queda sino esperar que este apoyo personal del Presidente de los Estados Unidos al derecho de las parejas gay de adquirir derechos nupciales se convierta eventualmente en acciones para derrotar a la Ley de Defensa del Matrimonio, conocida en inglés como DOMA, la cual permite a los estados prohibir los matrimonios homosexuales.

Sin una acción de este tipo, la opinión de Obama es poco más que un respaldo moral a una causa justa. Su declaración no tiene ningún impacto en las acciones restrictivas contra personas gay tomadas por 31 estados, ni para corregir la ley federal.

Con todo, no hay delirio en nuestra expectativa. La eliminación de DOMA es prácticamente imposible con una Cámara de Representantes de mayoría republicana. Por ahora, hay que celebrar la “evolución” de Obama, que también refleja la evolución de los estadounidenses en un tema básico de derechos individuales que no perjudica en absoluto a los heterosexuales. Las creencias religiosas personales, son personales.

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