Corrupción o progreso

La elección presidencial en México solo deja dos opciones

La teoría de la “elección racional” nos indica que los seres humanos deciden de acuerdo a sus necesidades e intereses, y en base a sus diversos niveles de educación, posición social, económica, género, edad, etc.

Por más ínfima o importante la situación, una persona estudia los pros y contras de su decisión, contempla las opciones y finalmente decide. Algunos deciden más rápidos que otros. Otros se muerden los dientes cuando no encuentran opciones claras y se chocan con dilemas -dos pociones magras.

Hoy los mexicanos tienen un dilema, a pesar de que tendrán cuatro alternativas posibles en las elecciones de julio.

Dos opciones ya no son posibilidades reales. La candidatura de Josefina Vázquez Mota del PAN está de picada desde que las encuestas mostraron su deterioro y no muestra señales de una resurrección a corto plazo.

La candidatura de Gabriel Cuadri, más que una opción real, es la jugarreta de unas élites sociales y políticas, particularmente de Elba Esther Gordillo y los dirigentes del PRI, que buscan reducir los votos de Manuel López Obrador con su participación.

Así, en la práctica el electorado mexicano tiene un dilema ante sus ojos. La primera opción es volver al pasado. A pesar de que el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, es joven, muy dinámico y aparentemente con una amplia experiencia política, su candidatura está diezmada por un partido político al cual, en su momento de apogeo, Mario Vargas Llosa le puso el nombre “dictadura perfecta”.

Efectivamente el PRI sigue siendo la maquinaria corroída de adentro hacia afuera. Nunca hubo, aunque su actual dirigencia mantiene lo contrario, una limpieza de esos elementos políticos contaminantes que hacen del nepotismo, en palabras de Hannah Arendt, una “banalidad” o una cosa de la cotidianidad.

Lamentablemente Peña Nieto no es una opción viable. Es un disfraz con una máscara bonita, con un cabello engomado bien peinado, con manías de un cachupín “enfresado” y una mujer hermosa a su lado, que a la cadena de televisión Televisa le encanta hacer sobresaltar.

Por otra parte, no puede faltar la otra opción del dilema. Para mucha gente temerosa a los cambios, Manuel López Obrador es el personaje sombrío, impredecible y supuestamente socialista.

En el segundo debate, López Obrador hizo conocer a las personas que le estarían acompañando en su gobierno. Presentó de nombre al Dr. Juan Ramón de la Fuente y al Dr. René Druker Colín, entre otros, como parte de su equipo. A los dos los conocí personalmente durante mi estadía en la UNAM. Para la crítica especializada en México, los posibles secretarios de su gobierno son personalidad de gran respeto y credibilidad.

No soy mexicano, pero quiero mucho a este país. El pasado nefasto de México está tan próximo con el retorno de Peña Nieto, así como también hay una opción real de progreso con López Obrador. La decisión es sólo de los mexicanos que tienen el coraje de votar.

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