Abre museo USS IOWA
Su historia de 69 años está repleta de ejemplos de heroísmo y dedicación
Considerado uno de los buques de guerra más poderosos de la historia, el USS IOWA recibió este miércoles su última misión: exhibir sus glorias navales en distintos conflictos armados, de la Segunda Guerra Mundial a la del Golfo Pérsico, ahora como un museo flotante en el puerto de San Pedro.
“El Acorazado de los Presidentes” no pudo tener mejor recibimiento. En el marco los festejos del Día de la Independencia estadounidense, decenas de veteranos, residentes y dignatarios le dieron una calurosa bienvenida a su nuevo hogar, el Atracadero 87 de esa terminal marítima.
“Es importante que preservemos este buque para las generaciones futuras”, expresó el almirante retirado Gerald Gneckow, quien comandó al USS IOWA de 1984 a 1986. “Su historia de 69 años está repleta de ejemplos de heroísmo y dedicación”, agregó.
A la ceremonia de inauguración de la nueva atracción turística de Los Ángeles acudieron el gobernador de Iowa, Terry Branstad; el congresista de ese estado, Tom Harkin; la legisladora de San Pedro, Janice Hahn; y la bisnieta del expresidente Franklin Roosevelt, Julianna Roosevelt.
El acorazado, que fue remolcado de San Francisco a Los Ángeles en mayo, abrirá al público el próximo 7 de julio, ofreciendo recorridos diarios de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. a un costo de 18 dólares por adulto (menores de seis años entran gratis). Únicamente cerrará en Navidad y el Día de Acción de Gracias.
Se espera que unas 200,000 personas lo visiten cada año.
El USS IOWA, que también sirvió en la Guerra de Corea y la Guerra Fría, tiene una altura equivalente a 14 pisos, mide 887 pies de largo y puede desplazar más de 45,000 toneladas.
Recién construido, en 1945, se le consideró el arma más letal de la Marina de EE UU, lanzando misiles a una distancia de hasta 22 millas. Pero se mantuvo en renovación constante. En la Guerra del Golfo, ya en la década de 1990, se le unos instalaron potentes lanzamisiles teledirigidos.
“Es el último buque de guerra en su clase que es convertido en museo y sitio conmemorativo. Somos extremedamente afortunados de tenerlo aquí”, celebró el alcalde Antonio Villaraigosa, quien llamó al barco “un guardian de la democracia”.
Sus visitantes entrarán por estribor, se dirigirán a la sala de oficiales y pasarán a la sección de proa. Posteriormente se dirigirán a la cabina del capitán, una galería de la tripulación, una sala donde se exhibe en video la historia del buque, lo que fue la cocina, el comedor y otros sitios.
Pacific Battleship Center, una organización sin fines de lucro fundada en 2009, obtuvo la propiedad del USS IOWA por parte de la Naval norteamericana con la encomienda de convertirlo en un museo que resalte las contribuciones del buque y su tripulación, en momentos cruciales para la historia del país.
“Nuestra misión es simple”, dijo su presidente Robert Kent. “Honrar al mejor y último acorazado en el mundo y a los que prestaron su servicio a bordo de éste, para beneficio educativo de quienes lo visiten”.
A finales de la década de 1940 uno de sus tripulantes fue Alfredo Barrera, entonces un adolescente que se había enlistado en la Marina para recorrer el mundo y defender su patria. La poderosa embarcación, que ayer volvió a visitar después de seis décadas, fue su hogar por tres años.
“Siento mucha nostalgia, lo cambiaron mucho”, expresó Barrera, de 82 años y residente de Santa Fe Springs. Él dejó la adolescencia, como muchos otros marinos, a bordo del USS IOWA. “Me gustaba mucho estar aquí, había varios amigos, casi todos teníamos entre 17 y 18 años”, contó.
A partir del 7 de julio, miles podrán asombrarse por las batallas del USS IOWA, y observar su cubierta de madera golpeada por tantos años de servicio, y su viejo armazón metálico, oxidado por los océanos y el sudor de los marinos.