La crianza de Isabela Ñusta

No hay un manual para ser peruano—es todo sobre la exposición y la práctica

El peruano César Tello, junto a su esposa de origen puertorriqueño, Jadeling Chávez; y la hija de ambos, Isabela Ñusta. El primer nombre por la Isla del Encanto, el segundo por el Imperio de los Incas.

El peruano César Tello, junto a su esposa de origen puertorriqueño, Jadeling Chávez; y la hija de ambos, Isabela Ñusta. El primer nombre por la Isla del Encanto, el segundo por el Imperio de los Incas. Crédito: FOTOS: JOSE A. RIVERA / EDLP

No hay responsabilidad en este mundo más grande que la de darle cariño a nuestros hijos. Esto es algo en lo que pienso constantemente como padre de una joven.

Yo soy un inmigrante de herencia peruana viviendo en la ciudad de Nueva York y he acogido la historia y literatura como una forma de educar a mi hija sobre su patrimonio peruano.

Mi esposa -una “nuyorican”- y yo hemos elegido enseñarle a nuestra hija lo que significa ser peruana, puertorriqueña, y latina, junto con sus otras múltiples identidades -joven, americana, estudiante, miembro indígena de la región andina.

A la hora de nombrar a nuestra hija, decidimos que su primer nombre sería Isabela, el nombre de la ciudad en Puerto Rico dónde vivía mi esposa. Su segundo nombre es Ñusta, la palabra quechua (la lengua indígena del Perú) que significa “princesa”. En efecto, nosotros queríamos que Isabela Ñusta siempre recordara sus diversos patrimonios culturales.

El lenguaje, la historia, y el arte, al igual que la música y la cocina, juegan una parte crítica en la formación de quiénes somos. Por lo tanto, mi esposa y yo pusimos énfasis en enseñarle esto a nuestra hija. Nuestro hogar es un reflejo de ambas culturas. El arroz y frijoles puertorriqueños son la base de la mayoría de nuestros platos. Hablamos español en casa y también le leemos libros en español regularmente a nuestra hija. La bandera peruana, la bandera puertorriqueña y “Old Glory” están exhibidas en nuestro hogar durante los meses de verano. Obras de arte coloridas cuelgan en nuestra sala de estar: un mercado quechua indígena al igual que calles pintorescas del San Juan Colonial. Le hablamos a nuestra hija sobre la historia y mitología Incaica y Taína. Le hemos enseñado a nuestra hija sobre la importancia histórica de Machu Picchu y el Imperio de los Incas; y sobre su pertenencia a las comunidades nativo americanas, ya sea Azteca, Maya, Yanomani, Iroqués, Apache o Taína. He utilizado Youtube para ver bailes folklóricos y para escuchar música afroperuana y de flauta de pan.

Bailamos salsa en nuestro hogar. Hemos viajado a Puerto Rico, de manera que ella pueda conocer muy bien ese lado de su familia. Esperamos que ella viaje algún día a Perú para visitar a mi extensa familia y para hacer un tour por el país.

El proceso es desafiante, pero -al mismo tiempo- es muy divertido. También estoy agradecido de eso en otra manera: Isabela está aprendiendo sobre su cultura a través de la exposición y la práctica. Y haciéndola conciente de su patrimonio, mi esposa y yo -a cambio- hemos fortalecido el orgullo de nuestras identidades.

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